Reforma a las AFP versus condonación del CAE
En lo que queda del año, la discusión socioeconómica se concentrará en dos cuestiones fundamentales: la reforma al sistema de pensiones y la condonación del CAE.
Desde el punto de vista de la economía, la diferencia de prioridades entre ambos proyectos es evidente: el cambio al sistema de pensiones es urgente no solo porque las AFP han sido incapaces de entregar pensiones dignas, sino porque el sistema actual contribuye a agravar en vez de corregir la tan regresiva distribución del ingreso en Chile.
Por el contrario, la condonación delCAE va a significar destinar recursos fiscales enormes en pos de un objetivo que puede tener justificación social, perocuyo impacto tanto en la redistribución del ingreso como en la productividad es, en el mejor de los casos, cuestionable, cuando no abiertamente negativo. Si las justificaciones económicas nobastan para comprender esta trágica inversión de prioridades, tampoco laideología es suficiente. Por el lado delGobierno, no hay dudas de que desea ambas reformas con igual intensidad. Por el lado de la oposición, tampoco hay dudas de que intentará frenar ambas. La explicación de por qué la condonación del CAE es más probable que la reforma al sistema de pensiones radica más bien en dinámicas de la propia sociedad. Chile es un país sin cultura de pensio-Chile es un país sin cultura de pensiones.
Excepto en las Fuerzas Armadas, Carabineros y grupos muy pequeños de trabajadores públicos, prácticamente no hay en Chile familias con la vivencia intergeneracional directa de que los ingresos de la vejez están relacionados con un sistema de ahorro para la pensión. Las AFP no son responsables históricas de esa ausencia, pero su fracaso consiste en haberla profundizado. nes.
Excepto en las Fuerzas Armadas, Carabineros y grupos muy pequeños detrabajadores públicos, prácticamenteno hay en Chile familias con la vivencia intergeneracional directa de que losingresos de la vejez están relacionadoscon un sistema de ahorro para la pensión. Las AFP no son responsables históricas de esa ausencia, pero su fracaso consiste en haberla profundizado. A cuarenta años de su instalación, los chilenosestán tan lejos como antes de habertenido la experiencia real de un sistema de pensiones que genere certezas y unamínima sensación de justicia.
Eso explica que, más allá de que un cambio al sistema de pensiones es efectivamente popular, las personas no parecen especialmente atraídas ni por continuar con la capitalización individual tal como está ni por agregar un componente solidario. En realidad, la única reforma al sistema de pensio-nes que genera apoyo verdadero sigue siendo aquella que termina con la ideamisma del ahorro para la vejez: retirar los fondos, ojalá todos, ahora mismo. En ese juego de suma cero, una reforma significativa al sistema de pensiones tiene bajísimas probabilidades detener éxito. Lo interesante es que esta dinámica explica también la popularidad del proyecto de condonación del CAE. La experiencia de endeudamiento sí estámasificada en distintos sectores de lasociedad, sí se la experimenta como unainjusticia o abuso y sí genera solidaridadintergeneracional entre abuelos, madres y nietos que han debido sobrellevarlaen conjunto.
Si a ello se suma que entrelos grupos que se verán favorecidos mayoritariamente por la condonaciónestán aquellos que tienen mayor afinidadcon el Gobierno, entonces, a diferencia de lo que sucede con la reforma a las pensiones, sí hay razones e incentivos para sacarla adelante. La contradicción radica en que las razones e incentivos para terminar con el CAE terminarán generando costos tan altos que harán más difícil enfrentar las necesidades económicas y sociales más urgentes del país. Pero posiblemente terminarán siendo aprobadas, porque sí son resultado de experiencias concretas y compartidas entre grupos muy amplios de la sociedad. Más que experimentar abusos eincluso injusticias, de las AFP no seespera nada, y por eso poco se va ahacer para mejorarlas o cambiarlas. Allí radica justamente el corazón deese problema: en pleno siglo XXI, vivimos aún en una sociedad que noha tenido nunca la experiencia real de un sistema de pensiones que funcione. De la condonación del CAE se espera la reparación de una experiencia que, justa o injustamente, se ve como abu-siva. Frente a esa vivencia concreta, sí se sabe qué hacer. Más allá incluso de que la solución vaya a terminar siendo peor que la propia enfermedad. Profesor Titular de Sociología Escuela de Gobierno, Universidad Adolfo IbáñezDaniel Chernilo.