EDITORIAL: ENFOQUES INTERNACIONALES
EDITORIAL: ENFOQUES INTERNACIONALES E N F O Q U E S I N T E R N A C I O N A L E S La guerra cambió todo Tras la anexión de Crimea, en 2014, la producción militar aumentó, para luego declinar a causa de la invasión de 2022, cuando muchas de las fábricas instaladas en las regiones del este fueron destruidas o tomadas por los rusos. Grandes empresas, como Antonov y Motor Sich, perdieron unos 600 millones de dólares en bienes industriales, según datos de la Escuela de Economía de Kiev, y varias compañías debieron reubicar sus instalaciones.
Con la transformación del país en una economía de guerra, esas firmas consiguieron recuperarse y transformarse en la base de lo que hoy es una robusta industria militar, con un sector estatal importante, pero también con miles de nuevas empresas privadas. Siempre falto de recursos, el gobierno ha conseguido, además, atraer capitales privados de Occidente para joint ventures.
Otra fórmula es el "modelo danés", que supone que los países dispuestos a ayudar, en vez de entregar armas de sus arsenales o producirlas, compran productos ucranianos, que tienen la ventaja de ser los mismos que ya se están usando en el campo de batalla y resultan de rápido despacho.
Si bien Ucrania sigue necesitando la provisión de armamento importado, los drones usados en el ataque fueron hechos en el país, lo mismo que mucho del material y municiones que se utilizan en el campo de batalla, algo que no es tan conocido, por la constante petición del gobierno de Volodimir Zelenski de más ayuda internacional.
Según datos oficiales, más de un tercio de todo lo que se usa en la guerra contra Rusia está fabricado en la propia Ucrania, donde centenares de empresas estatales y privadas elaboran desde misiles hasta cascos para las fuerzas armadas. Antes del colapso de la URSS, en 1991, el país era parte integral del complejo industrial-militar soviético, ese que sustentaba a la superpotencia comunista como la segunda más poderosa del mundo. Ucrania, además, aportaba materia prima necesaria para la construcción de esas armas. En la era soviética, se fabricaban allí misiles, incluidos los intercontinentales, capaces de llegar a territorio de EE.UU., todo tipo de municiones, explosivos, sistemas de radares y comunicaciones, aviones, buques, tanques y sus motores. Con la independencia heredó unas 700 empresas, con un millón de empleados --incluidos profesionales, técnicos e ingenieros--, capacidad tecnológica y de investigación: un sector que representaba buena parte de la economía del país. Una de las empresas estrella era Antonov, la conocida fábrica de aviones.
Muchas de esas industrias quedaron obsoletas con la caída del comunismo, pero además tenían otro problema: no eran autosuficientes, sino que formaban parte de la red soviética de defensa, lo cual significaba que los productos nunca eran elaborados en su totalidad en un mismo lugar. Por otra parte, con el fin de la Guerra Fría, los países comenzaron a reducir el presupuesto militar, privilegiando el gasto social. Hacia 1993, de las 700 industrias quedaban menos de 300, concentradas en la exportación de equipos modernizados de la era soviética. Para Kiev fue un desafío poner al día esos conglomerados estatales, pero a pesar de las dificultades de financiamiento mantuvieron la capacidad tecnológica para competir, con sus bajos precios, en mercados de países en desarrollo.
Por 20 años, Ucrania estuvo entre los 15 mayores exportadores de armas, situándose en 2012, antes de la anexión rusa de Crimea, en el cuarto puesto, según datos de revistas especializadas; 2014 fue el año que cambió esta tendencia, pues en vez de exportar, Kiev comenzó a fortalecer su capacidad de defensa.
El presupuesto militar se multiplicó en los años siguientes hasta 13 veces, y aunque la mayor parte de los recursos se usó para importar material bélico, una porción significativa se gastó en el país, impulsando la industria local. Pero la expansión del sector necesitaba inversiones millonarias que Ucrania no tenía, por lo que se buscaron socios extranjeros, aunque la corrupción, también heredada de la era soviética, ahuyentó a muchos. El gobierno hizo esfuerzos para crear condiciones que dieran credibilidad y confianza a inversionistas, lo que mejoró la situación, pero ocasionalmente se siguen destapando casos de malas prácticas. Sorprendente industria militar Ucrania sorprendió al mundo con su capacidad de infligir un daño enorme a la aviación rusa, cuando sus drones atacaron bases a miles de kilómetros de distancia, destruyendo bombarderos irreemplazables. Una sofisticada operación ideada por estrategas ucranianos y respaldada por el alto desarrollo de su industria bélica. Drones de alta tecnología El ataque simultáneo a las bases aéreas rusas demostró la capacidad operativa y la precisión de los drones utilizados por Ucrania, convertidos en un elemento fundamental de su estrategia de defensa. Ya antes de la invasión eran fabricados en el país, y hoy se estima que hay unas 500 empresas de todos los tamaños produciendo vehículos autónomos. Se están usando ampliamente para ataques contra blancos en tierra, aéreos o navales, en tareas de reconocimiento, y si se trata de vehículos terrestres, para llevar pertrechos y rescatar heridos.
Con Rusia sin voluntad de terminar el conflicto, como lo demostró en la reunión de Turquía, al reafirmar sus condiciones maximalistas, Ucrania deberá continuar incrementando la fabricación de armamento para una defensa que sea cada vez menos dependiente de las importaciones.. - - -