Mistral y su largo camino al Nobel
Mistral y su largo camino al Nobel 15:demoviembrede:1945 Era un día jueves en la vida de Gabriela, que se había iniciado como un jueves más en su existencia de intensos 56 años. Ella no tuvo ningún pensamiento particular acerca de qué tipo de jueves sería. Quizás iba a ser solo un día más de los muchos atiborrados de sus angustias y pesares, como los queyá venía experimentando hacía algunos años. Sus penas no la abandonaban, nadie ni nada lograba consolarla de sus tragedias íntimas. El tiempo había aminorado en algo esas angustias y desvelos, pero no conseguían devolverle su alegría ni sus ganas de vivir. Por largos momentos, sus desasosiegos eran la única compañera en su recóndita soledad. Gabriela vivía entonces en Brasil. Había establecido su residencia permanente en Petrópolis, un pueblo cercano a Río de Janeiro. Vivía en ese lugar en busca de un clima más benigno y amistoso con sus males de salud. Huía del exceso de humedad y calor de la costa carioca, así como de los fríos intensos de otros lugares. Petrópolis le aseguraba un clima templado y más seco. Y, lo que era también muy relevante para la escritora, le permitía huir de la actividad social que implicaba la vida diplomática en la capital brasileña, donde ejercía sus funciones oficiales de cónsul de Chile. En Río de Janeiro mantenía un pequeño departamento que usaba algunas veces, cuando el clima de la ciudad-capital se lo permitía o lo demandaban sus actividades oficiales. oficiales. oficiales.
Lecturas 8.5 DTU OS Da! ci Mistral y su largo camino al Nobel Este es un extracto de la última novela del exministro y exembajador José Goñi, que narra la travesía de la poetisa chilena en la obtención del premio literario más reputado del mundo.
Su casa en Petrópolis era de un piso a la que se ingresaba por un amplio pórtico construido con columnas que sostenían un techo encuadrado en piedras; había una terraza hacia la calle y un cerco de baja altura de cemento y madera, que enmarcaba un bien cuidado jardín. La residencia de Mistral era vecina a la construcción que los emperadores brasileños usaron para sus descansos y huidas de los deberes oficiales que desarrollaban habitualmente en Río de Janeiro, capital del antaño imperio brasileño. En Petrópolis estaba en aquellos años imperiales la residencia de descanso de Pedro II. Por su parte, su departamento en Río de Janeiro estaba en Rua General Urquiza, a solo un centenar de metros de la playa en el sector de Leblon. Era un barrio de clase media alta, muy tranquilo, que si bien estaba cerca de la playa Ipanema, esta era solo concurrida por los vecinos que allí habitaban. El departamento estaba en un edificio moderno y era un espacio pequeño y simple, sin ningún tipo de lujos, lo que se condecía con la personalidad retraída y la forma de vida de la poeta. Como de costumbre, se despertó muy temprano y, como era su antiguo e irrenunciable hábito, prendió la radio para escuchar las noticias de la mañana que, en ese momento, informaban acerca del conflicto en Palestina. Un nuevo atentado y violencia política habían marcado la jornada previa en Jerusalén y en Gaza. Eran encuentros violentos de organizaciones de origen judías que combatían a las fuerzas coloniales británicas. Muchas veces se trataba de acciones terroristas, como la que un año antes había asesinado en El Cairo al representante del poder colonial británico, acción llevada a cabo por la organización sionista llamada Irgun.
Las actividades de los movimientos en pro de la creación de un Estado propio, irremediablemente, involucraban a los pueblos de toda la región y, en especial, a los palestinos allí establecidos. "Un drama que enallí establecidos. "Un drama que enallí establecidos. "Un drama que enallí establecidos. "Un drama que en. Mistral y su largo camino al Nobel vuelve a sufridos pueblos que debieran ser hermanos y entenderse con propuestas y palabras", pensó Mistral.
Ella seguía con atención diversos temas del acontecer mundial y, en particular, el conflicto que se había instalado en Palestina con la llegada de miles de judíos víctimas de las atrocidades nazis, en busca del establecimiento de una nación que los acogiera como ciudadanos con plenos derechos. "Este proceso generará confrontaciones con los derechos del pueblo palestino allí residente. Se avecinan conflictos agudos para los próximos años", reflexionaba inquieta y preocupada. "Soy persona de pocos optimismos" El día despuntaba y ella se preparaba para una nueva jornada.
Tenía ya un plan de trabajo establecido desde el día anterior: pensaba trabajar intensamente algunos nuevos versos y un artículo, un "Recado", que era como ella llamaba a sus escritos en prosa, para ser publicado en periódicos en la región. Esta vez preparaba el texto que debía enviar al diario El Tiempo de Bogotá. No eran momentos en que se sintiera particularmente inspirada ni motivada para la creación literaria, pero su fuerza de voluntad y su anhelo de Paz y Justicia siempre lograban motivarla para escribir unas letras. Era, además, una necesidad económica para complementar sus ingresos de cónsul, los que no le eran suficientes para vivir. "El mundo ha llegado a un límite de su sobrevivencia", seguía meditando Gabriela. La escritora se desplazaba por su departamento de manera pausada eimperturbable. Aparentemente, la prisa no estaba en su forma de ser. Ella era de una gran estatura para el promedio. Su nariz era aguileña, rostro ovalado y anguloso, tez lisa y de color sepia, que le entregaba su origen indígena. Sus ojos eran de un verde intenso, parte de su herencia vasca, según ella misma acostumbraba decir.
Una mujer de baja estatura, que hacía labores de servicio en su hogar, de nombre Nancy, se le acercó con una bandeja con una taza de té y unas galletas con un pote de mermelada, la que depositó sobre una mesa redonda, que estaba vecina a la radio que transmitía las noticias que tanto interesaban a Gabriela. Ella mantenía una actitud taciturna mientras seguía oyendo atenta las novedades y los hechos ocurridos en el mundo.
Aunque acostumbraba a afirmar que su espíritu no era negativo, la tris teza y la melancolía la abrazaban con su manto oscuro en su soledad cotidiana desde hacía ya un par de años. "Soy persona de pocos optimismos, aunque vivo cada día con un pequeño sorbo de especada día con un pequeño sorbo de espeFicha de autor José Goñi Carrasco (Concepción, 1948) es economista y escritor. Fue ministro de Defensa (2007-2009) y embajador en México, Italia, Suecia y los Estados Unidos. Esta es su segunda novela. novela. ranza", le había confidenciado a su amiga Palma Guillén. "¿Crees que me merezco tanto honor?" Gabriela había tenido una nueva noche de insomnio. Los recuerdos de su sobrino Yin Yin la atormentaban continuamente, a pesar de que ya habían transcurrido dos años desde su muerte. Su sobrino había sido la alegría de su vida y lo había perdido. "Nunca podré aceptar su muerte tan joven y tan tonta", era un pensamiento recurrente en su mente. Culpaba a otros jóvenes de su muerte. A algunas amigas hasta llegó a hablarles de un asesinato que habría sido cometido por esos jóvenes: "Lo indujeron a su muerte", repetía insistentemente. Durante la noche que recién terminaba, estos pensamientos la habían acongojado nuevamente. Esa mañana se había levantado de su lecho con un gran cansancio, pero decidida a enfrentar un nuevo día.
Estaba consciente de que debía volver a vivir su propia vida, aunque no se le hacía fáci Era una mujer que ya había superado muchos y difíciles obstáculos en su vida, los que para otros hubieran sido devastadores. No había insuperables para ella. Ya lo había demostrado y había llegado lejos. Y, aunque todavía no lo sabía, llegaría más lejos aún. La tragedia personal que aún la golpeaba y las miserias de la Humanidad que la rodeaban no serían más fuertes que ella.
El locutor de la radio continuaba El locutor de la radio continuaba El locutor de la radio continuaba con la lectura de las noticias: la nota acerca de los acontecimientos en Palestina llegaba a su fin y ella seguía atenta a la voz clara y profunda que hablaba en un portugués que le era perfectamente comprensible.
De pronto, se hizo un profundo silencio, la voz radial calló y esa pausa llamó la atención de Gabriela; ese silencio le hizo levantar la cabeza y mirar con atención al aparato de radio, como pidiéndole una explicación de su mutismo. En realidad, lo hizo con una mirada entre extrañada e interrogante, quizás presagiando que algo extraordinario se avecinaba. El aparato siguió enmudeci do por un breve instante, como si el locutor quisiera darle mucha solemnidad al momento, por medio de una prolongada pausa, por alguna razón que ella, ciertamente, desconocía. El silencio fue solo de unos escasos segundos, pero a la poeta le pareció una eternidad. ¿Qué está ocurriendo?, ¿por qué me he puesto tan inquieta?" se pre= guntó perturbada.
Mientras la poeta continuaba con su íntima inquietud, inexplicable para ella, la voz radial retornó al aire, expresándose pausadamente: "Señores y señoras, estamos en este preciso momento recibiendo un cable enviado desde Estocolmo, desde la lejana Suecia, que nos informa que hoy se acaba de dar a conocer al ganador del Premio Nobel de Literatura. Tengo el gusto de señalar que ha sido otorgado a una poetisa latinoamericana, que vive entre nosotros ya que es la Cónsul de Chile en Río de Janeiro. Se trata de la distinguida poetisa Gabriela Mistral... " --¡ No es posible! --gritó Gabriela, cayendo de rodillas ante una imagen religiosa que tenía frente a ella. Tal fue el impacto para ella, que rompió en llantos en medio de su profunda emoción.
De rodillas aún, bajó su cabeza y sollozó largos minutos. --Gracias Dios mío, ¿crees que me merezco tanto honor? --dijo en voz alta, buscando una respuesta desde las alturas que, naturalmente, no le llegó. turas que, naturalmente, no le llegó. turas que, naturalmente, no le llegó. "Este premio lo entiendo que no es solo para mí" La noticia del Premio Nobel ocupó los teletipos de todas las agencias noticiosas y dio la vuelta al mundo en solo unos minutos. Inmediatamente conocida la decisión de la Academia Sueca, el teléfono de su casa en Petrópolis no dejó de sonar en ningún momento. Diversas personas e instituciones, conocidos y desconocidos, querían felicitarla y expresarle su satisfacción y alegría.
Igualmente, poco a poco comenzaron a llegar decenas de periodistas que se ubicaron frente a su casa, ya que no (Continúa en la página 16). Mistral y su largo camino al Nobel (Viene de la página 15) sabían que Mistral no estaba allí en ese momento, sino que en Río de Janeiro. Todos querían entrevistarla y acceder a alguna declaración de la premiada.
Fue Mariana del Sol, secretaria y asistente de Mistral que se encontraba en la casa de Gabriela en Petrópolis, quien tuvo en esos momentos la misión de contener a tanta gente y tanto interés por saludarla. Allí demostró una gran capacidad organizativa y de respuesta ante tan intensa y agobiante situación, que en ningún caso Gabriela hubiera podido enfrentar por sí misma. En sus vueltas nerviosas por los pequeños espacios del departamento, solo atinó a pedir a Nancy, la chilena que la acompañaba, que preparara su maleta para regresar a Petrópolis de inmediato.
En ese momento, sonó el teléfono en su departamento y atendió la misma Gabriela: --Buenos días --dijo una voz con marcado acento extranjero--. Mi nombre es Margot Berlin y soy la co= rresponsal del periódico sueco Dagens Nyheter. Quisiera saludar a la señora Gabriela Mistral... ¿se encuentra ella allí? Mistral seguía en un estado de shock y demoró un instante en reaccionar. Además del impacto de la noticia recién conocida, no entendía cómo esta periodista disponía del número telefónico de un lugar que era casi secreto. Muy poca gente sabía que se refugiaba en ese departamento varias veces al año. --Sí, usted habla con ella. Gabriela Mistral al habla... --Señora Mistral, ¡qué gusto saludarla! En primer lugar, quiero felicitarla por el Premio Nobel. --Muchas gracias, señora. Quisiera conocer su reacción ante este premio --entró inmediatamente en su tema la periodista sueca. --Estoy muy emocionada.
Muy contenta, aunque, para ser franca, no puedo entender bien qué significa esta distinción... Como usted se imagina, estoy muy agradecida de la Academia Sueca. ¿Esperaba usted este premio? En Suecia se ha especulado mucho con su nombre desde hace un tiempo y, este año, los rumores y especulaciones comenzaron hace varias semanas. --No lo esperaba, señora. No lo esperaba. Es cierto que había escuchado de los rumores, pero, usted sabe, los rumores no son más que eso, mur= mullos --contestó una Gabriela que no dejaba de seguir muy sorprendida. Y continuó--: Quiero expresarle que este premio lo entiendo que no es solo para mí. Es para toda América Latina, para mí. Es para toda América Latina, para mí. Es para toda América Latina, para mí. Es para toda América Latina, para mí. Es para toda América Latina, para mí. Es para toda América Latina, "Gabriela. Su difícil camino al Nobel", editorial Catalonia, 2024, Lecturas 4.
DUO es una distinción para todos los poetas de esta región. "Me siento muy extraña" Colgó el auricular y se sentó un momento en el saloncito, lugar en que estaba ubicado el aparato telefónico de color negro azabache, La mañana avanzaba y ella estaba aún en su bata de levantarse. Sus pensamientos se arremolinaban y se confundían en su cabeza cual tor= menta de sus tierras del sur, reflexiones llenas de sentimientos confusos y contradictorios, y de temores de diversa naturaleza. Su mente la llevaba en cada momento a pensar en su sobrino Yin Yin, también en su madre y en su hermana, la única de sus familiares más queridos que en ese momento estaba viva. Su sorpresa y su alegría del momento se enfrentaban a la tristeza de su soledad y al recuerdo de sus seres perdidos. En ese instante volvió a sonar nuevamente el aparato telefónico. --Nancy, por favor responda usted --atinó a decir Mistral. Nancy reaccionó ágilmente y descolgó el auricular.
Después de unos segundos apareció en la puerta del dormitorio de la poeta y le dijo: --Señora Gabriela, es el señor embajador Raúl Morales Beltrami. --¡ Ah!, está bien, yo respondo entonces. --Buenos días, querida Gabriela.
La llamo para compartir con usted esta infinita felicidad que nos está dando a los chilenos y a tanta gente. ¡Felicitaciones! Usted no tiene ni una idea de la cantidad de llamadas que están llegando a la embajada y a mi residencia. --Gracias Raúl. Le diré que me siento muy extraña, muy acosada, sosiento muy extraña, muy acosada, sosiento muy extraña, muy acosada, sosiento muy extraña, muy acosada, sosiento muy extraña, muy acosada, sosiento muy extraña, muy acosada, sobrepasada. Esta noticia me cae encima como una montaña... es como si la cordillera me estuviera aplastando. Hasta me cuesta respirar normalmente. --Me imagino Gabriela, me lo imagino. Es un reconocimiento tremendo a su trabajo, es algo hermoso y muy importante --comentó el embajador emocionado. --Gracias, embajador, muchas gra= cias. --Quiero de inmediato señalarle que cuente con todos los apoyos que requiera.
He conversado por teléfono hace unos segundos con el ministerio en Santiago y se me dice que todo el país está ya comenzando a celebrar su premio. ¡Usted nos está regalando una enorme alegría! También se está celebrando en muchos países de América Latina. --Raúl, no me diga nada más que solo aumenta mi confusión. Me ha llamado una periodista sueca hace pocos minutos y le he dicho que no he logrado aquilatar qué está ocurriendo ni qué significa esta distinción, estoy muy difusa.
También me ha preguntado la periodista si voy a ir a Estocolmo a recibir el premio y he dicho, espontáneamente y sin siquiera pensarlo, que no podré ir ya que mi salud no está buena, lo que usted sabe que es cierto. --Gabriela, usted simplemente no se preocupe de nada --la interrumpió categórico el embajador Morales Beltramí--. El gobierno le dará todo el apoyo que usted necesite. Por supuesto. Yo mismo veré lo de su viaje. Y es evidente que no está en condiciones de trasladarse sola. Usted elija a alguien que la pueda ayudar en este viaje que, como bien sabemos, es muy largo. Lo que me parece muy evidente es que usted no puede dejar de ir a Estocolmo. No solo es un momento muy importante en su vida, sino que lo es para todo el país. No puede faltar a su cita en Estocolmo. --Mauchas gracias, Raúl. Voy a pensar con más calma este asunto. sar con más calma este asunto. sar con más calma este asunto. sar con más calma este asunto..