Editorial: ¿Cómo relacionarse con EE.UU.?
Editorial: ¿ Cómo relacionarse con EE.UU. ? Transcurridos pocos días del inicio de la segunda administración del Presidente Donald Trump, se evidencia un cambio importante en el tipo de liderazgo que impulsará Estados Unidos en el orden global. En materia de comercio internacional, las acciones de la nueva administración han sido rápidas y siempre apuntando a una lógica transaccional. Los anuncios de potenciales aranceles de 25% sobre Canadá y México abren la puerta para negociar desde apoyos económicos hasta cambios en las políticas migratorias. El nuevo plazo para que estos comiencen a operar es el 1 de febrero.
En el caso de productos de origen chino, el anuncio de tarifas cercanas al 10% ha traído alivio se habían anticipado de hasta 60%, mientras que la opción de imponer restricciones sobre la Unión Europea ha movido los mercados en la dirección contra-ria, pero en ambos casos la amenaza viene acompañada de alternativas para evitar su concreción. En el caso de América Latina, el interés de la nueva administración estadounidense parece puntual y acotado.
Las insistentes insinuaciones de retomar el control del canal de Panamá y las restricciones adicionales a la inmigración para detener el ingreso ilegal vía la frontera con México, junto con las tensiones ideológicas con los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, han marcado los primeros días.
Tampoco pasó desapercibido que los presidentes de Argentina, Javier Milei; Paraguay, Santiago Peña; El Salvador, Nayib Bukele, y Ecuador, Daniel Noboa, además de Edmundo González, verdadero ganador de las elecciones venezolanas de 2024, hubiesen sido invitados a la ceremonia de toma de mando estadounidense. Especialmente relevantes han sido dos órdenes ejecutivas que el nuevo Presidente firmó durante sus primeros días en la oficina oval. La primera indica que los carteles de drogas y grupos criminales serán ahora considerados como grupos terroristas. Esto, como ha demostrado la historia, puede tener consecuencias importantes res-pecto de la relación con países en que tengan sus bases dichas organizaciones delictuales, siendo América Latina una de las regiones desde donde se originan.
La segunda está asociada con la decisión de realizar un análisis exhaustivo de todas las prácticas de comercio internacional que puedan ser consideradas “injustas” (las que serían remediadas) y una revisión de los tratados de libre comercio (nacionales y regionales) de los Estados Unidos para asegurar que sus beneficios y ventajas sean mutuos.
El punto no debe ser obviado en Chile, donde ya ha habido señales de que inversionistas estadounidenses dueños de administradoras de fondos de pensiones resguardados por el tratado de libre comercio vigente podrían iniciar acciones, de prosperar las licitaciones de stocks que incluye el acuerdo previsional, por un eventual efecto expropiatorio. Ello toma un sentido distinto bajo la adminis-tración de Donald Trump. En este contexto, los países de la región tendrán que navegar de forma hábil y cuidadosa.
De hecho, cuando el mandatario estadounidense fue consultado esta semana respecto de América Latina, respondió: “ellos nos necesitan mucho más que nosotros a ellos”. Una figura clave, en cualquier caso, será el secretario de Estado, Marco Rubio, quien durante sus catorce años como senador por Florida demostró su conocimiento de la región, manifestándose crecientemente crítico del protagonismo que las inversiones chinas han adquirido en esta área del hemisferio. En este nuevo escenario, distintos países ya han ido definiendo sus posicionamientos. Algunos, a partir de una cercanía ideológica con la administración Trump. Otros, porque comprenden que un distanciamiento tendría inmensas implicancias económicas. En el caso de Chile, no se observa aún una estrategia clara por parte del Gobierno. Las diferencias del Presidente Boric con el Presidente Trump son públicas y notorias. Sin embargo, Chile no puede distanciarse de la primera economía del planeta.
Para bien o para mal, el orden global está modificándose y no se puede ser indiferente frente al nuevo escenario.. No se observa aún una estrategia clara por parte del Gobierno que se haga cargo del nuevo escenario.