Hay personas que son inmortales
OPINIÓNEl último tiempo ha sido de tempranas despedidas. Hace un año, nos despedíamos de mi amiga y referente, la Dra. Paulina Gutiérrez Zepeda. Y dejo en negritas el doctora, porque le insistía a ella firmar de esa manera. Le decía que había quienes la mirábamos con admiración pensando algún día poder sostener ese título. Una de esas personas era yo y hoy curso mi doctorado en el extranjero porque vi queera posible. La Pauli con su liderazgo, fortaleza y sonrisa, me mostró que era posible. Han pasado pocos días desde que finalmente pude decirle adiós a Paulina presencialmente y hoy despedimos nuevamente a un gran referente. Un líder, un padre profesionalmente para muchos: don Luis Me siento un poco huérfana hoy, Moncayo Martínez. pero al mismo tiempo, me siento parte de su legado. Es que creo que todas las personas que tuvimos el enorme privilegio de trabajar con don Luis, tuvimos una conversación clave, recibimos algún consejo, algún comentario que continuará con nosotros para siempre. “Don” Luis. Nunca nadietuvo el “don” tan bien puesto y resonando con tanta fuerza en mí. Muchas veces le comentaba algo y él ya sabía, porque, realmente sabía. Lograba entender una situación y descifrar contextos y personas rápidamente. Le gustaba conversar, compartirsus historias, pero especialmente, disfrutaba de observar y escuchar.
Don Luis pocas veces hablaba primero, siempre daba el pase porque pese a una contundente trayectoria profesional, la humildad era un valor esencial que practicaba con total sabiduría El sabía, pero siempre estaba dispuesto a aprender y generosamente compartir sus conocimientos con los demás. Podía discrepar, pero siempre daba el espacio para dialogar y no tenía problemas en reconocer un cambio de opinión. Algunas veces lo convencí de algo y muchas veces él me convenció a mí. Así iba por la vida, conversando y cultivando conversaciones que se convertían en vínculos humanos. Era imposible caminar con él por las calles de La Serena pues, a cada momento alguien lo saludaba y una caminata breve se convertía en una pasarela de manos dispuestas a estrecharse con cariño.
El tiempo parecía infinito porque entre muchas reuniones importantes en su agenda don Luis siempre tenía un Mi joven ansiedad lo apresuraba momento para sonreír. y trataba de empujar para ver detalles del trabajo que hoy considero irrelevantes. Una no llega a encontrar el sentido de lo verdaderamente transcendental de la vida si no fuese por personas como Don Luis y la Pauli Hay personas que no mueren. A través de nosotros, son inmortales.. Daniela Henríquez Encamilla Instituto de Políticas Públicas UCN Coquimbo.