Autor: ALEJANDRO G. VIGO
Humanidades, sin autocomplacencia
Señor Director: Ha tenido lugar en los días pasados un importante intercambio entre Sebastián Edwards y Cristián Warnken, al que se han añadido otras voces, como la de María José Naudon. Pienso que la carta de Sebastián Edwards del sábado 15 de junio señala un punto clave. Lo que hay que discutir, aquí y ahora, no es la importancia del canon tradicional de las Humanidades, ni el enorme potencial formativo que siempre han mostrado las disciplinas humanísticas. Todo eso hay que afirmarlo y ponerlo de relieve. Sin perjuicio de ello, lo que hay que discutir, y urgentemente, es el estado actual de las Humanidades al interior de las instituciones educativas, en particular las universitarias. En este plano, el panorama es bastante desolador, por no decir bochornoso. El propio Edwards da una lista de ejemplos suficientemente ilustrativos, que se podría ampliar a placer. Todo eso, sin hablar de la calidad fuertemente declinante, en muchos casos, de la enseñanza, los trabajos de grado, las tesis, etcétera. Los que amamos las Humanidades tenemos que defenderlas, desde luego. Pero el primer paso para eso es estar dispuestos a una sincera autocrítica, que se hace en estos momentos más necesaria que nunca. Humanidades sí, ahora y siempre, como sostienen Warnken, Naudon y tantos otros, entre los que me cuento. Pero este rotundo sí, para ser valedero y creíble, ha de situarse por encima de toda autocomplacencia y todo ánimo de defensa corporativa. Esto es, en definitiva, lo que nos exige la mirada incisiva de Edwards. El amor, cuando es verdadero y logra ser maduro, no excluye jamás la exigencia crítica, sino que la incorpora en su seno, como un momento constitutivo de su voluntad de afirmación. Pienso que, en este punto, todos podemos estar de acuerdo.