Autor: DON MILTON
Doña Marina de Hontaneda
¿ e queda poco de M vida.
Por lo mismo, me gustaría que me mostraran uno solo de esos espacios públicos potenciados por este presupuesto millonario. ¡ Uno solo! ”, espetó la concejala en el ya mítico Concejo Municipal extraordinario de la semana pasada, cuando le enrostró al alcalde Jorge Sharp lasseverasirregularidades de las que daba cuenta el informe de Contraloría sobre los “programas fantasmas” de potenciamiento de espacios públicos y patrimoniales, que representaron varios millones de pesos en pagos de honorarios por labores no comprobables.
Marina Huerta Rosales (Valparaíso, nacida en septiembre de 1934 en la Circunscripción de El Almendral), hija de Guillermo y Marina, es matrona de la Universidad de Chile sede Valparaíso, desde donde escaló hasta convertirse en jefa de departamento del antiguo hospital del Sermena de la avenida Brasil.
Cuentan que sus andares políticos comenzaron con una señera amistad con Marina Arancet, la mujer del fallecido alcalde Hernán Pinto, lo que la llevó a ser nombrada el año 90 por el Presidente Patricio Aylwin como miembro de la Junta directiva de la UV, cargo al que renunció poco más tarde para asumir como directora de la carrera de Enfermería en la misma UV. Fue en el hospital donde conoció a su marido, el doctor santiaguino Armando Montaner, del cual enviudó hace varios años. Hoy tiene un hijo pediatra.
Su vínculo con la DC tuvo mucho que ver con su amistad con Francisco Frei y Martita Larraechea, por lo cual siempre se leidentificó “freísmo”, aun cuando más tarde sería la favorita de Adolfo Zaldívar y de la veta “colorina”. Conocido essu manifiesto rechazo a figuras locales como Aldo Cornejo, Marisol Paniagua y Mariela Valdés. Su historia es concreta: asumió como concejala de la ciudad en 1992, cargo en el cual ofició ininterrumpidamente hasta fines de 2016. No es todo.
Como corolario de su carrera, el propio Concejo Municipal -a instancias de Jorge Castrola nombró como alcaldesa titular de la ciudad durante los diez días que mediaron entre la salida del exjefe comunal de la UDI y la llegada de Sharp, quese convirtió para los! libros de historia, y aunque fuera de forma simbólica, en la primera y única mujer que ha estado a cargo de la Municipalidad de Valparaíso. A fines de ese mismo año jugó un rol relevante en la instalación de la primera farmacia popular de Valparaiso como presidenta de la Comisión de Salud del Concejo.
Suprofesión de matrona, oficio que ejerció en el Puerto durante cuatro décadas, seis de ellos como Presidenta del Colegio de Matronas, además del Colegio de Profesionales de la Región de Valparaíso, le permitió estar presente y traer a cientos de niños porteños, algo que, según ella, le generó un lazo único e indestructible con la población de los cerros.
Cuando se suponía retirada dela política, del concejal Marcelo Barraza para asumir una candidatura a alcalde (y un eventual repechaje como aspirante a diputado, por cuanto no había necesidad alguna de que dejara el cargo para la primera opción) llevó a la Democracia Cristiana a ofrecerle a ella el cupo de reemplazo en la recta final de la polémica administración de Sharp, debate que ha liderado con luces propias, como ha sido en el caso de los lapidarios informes de Contraloría o el fiasco de la cesión de los estacionamientos alos Bomberos, entre otros. En febrero de este año, y dando el ejemplo ante el ejército deignorantes y antivacunas que pululan por el Puerto, Marina se asomó por el colegio Agustín Edwards para que le inyectaran la Coronavac. “Acuérdense de que soy matrona. Yo misma he pinchado a cientos de personas en (... ) Lainformación hasido excesiva y hay mucha gente que está confundida. En el peor deloscasos, esta vacuna protege un 50%. ¿Qué es preferible? ¿ Tener ese 50% o no tener nada? Yo creo que la respuesta es lógica”, dijo entre sonrisas. También ha tenido gestos de no poca relevancia.
A fines de diciembre del año pasado propuso en el Concejo reemplazar el clásico espectáculo de fuegos artificiales, suspendido por la pandemia, con un homenaje solemne alos fallecidos por el coronavirus y alos trabajadores de la salud por medio de los tañidos de las campanas de las iglesias porteñas, mientras los buques de la Armada iluminaran con sus focos los cielos y cerros de la ciudad desde el Molo de abrigo.
Ello, “como un gesto humano y excepcional, porque se trata de un año nuevo excepcional, en que vivimos esta lamentable e inolvidable pandemia, que tanto dolor ha causado a millones de personas en el mundo”. Tampoco fueron muy derechos con ella.
Hasta el día de hoy Marina recuerda cuando el consejo comunal desu partido la dejóen el último lugar, con un solo voto, para la reelección de fines privilegiando a Eugenio Trincado, Julio Medina (el director de eventos del municipio) y a su amiga Marina Arancet. “Es el juego de la democracia. Es poco lo que puedo decir. No estoy molesta, pero sí dolida”, reconoció.
Fue declarada Hija y Ciudadana Ilustre de Valparaíso y recibió la medalla al mérito Diego Portales en agosto de 2017 junto a Eugenio “Tiki” González; el doctor Alberto Botto Oakley; el exrector de la Uplaced, Óscar Quiroz Mejías; y, de forma póstuma, el eterno Pablo Andueza Guzmán. El honor selo entregó, cómo no, el alcalde Sharp. Desde tiempos inmemorables vive en un departamento con vista al Congreso de calle Hontaneda, detrás de la Plaza O'Higgins, desde donde atisba cual elegante y muy distinguida dama colonial-lo que va quedando desu Valparaíso querido.
Para finalizar, y como ya es habitual en este tan despreciado espacio, finalizaremos este amable coloquio con una cita literaria para subirle el pelo al artículo, no precisamente por doña Marina, sino que por el ganapán que firma estas líneas. Osea, yo.
Dicho eso, y parafraseando al Rumpy, “le vamos a ponerle un poema”, esta vez del modernista nicaragiiense Rubén Darío (¿ les conté que una vez tuve en mis manos una primera edición de “Azul” que guardan en una sala especial de la Biblioteca Severín?). El llama “Marina”, eincreíblemente menciona por error a Aquiles tapándose los oídos, cuando en realidad fue Ulises quien así se protegió de las sirenas en “La Odisea”. Vista y vi que era una ilusión que dejara olvidada mi antiguo corazón. Entonces, fijo del azul en lo infinito, para olvidar del todo las amarguras viejas, como Aquiles un día, me tapé las orejas. Y les dijea las brisas: Soplad, soplad más fuerte; soplad hacia las costas de la isla de la Vida. Y en la playa quedaba desolada y perdida una ilusión que aullabacomo un perroa la Muerte. As