¿Pragmatismo por sobre la democracia?
¿ Pragmatismo por sobre la democracia? Este enfoque de EE.UU. hacia Venezuela podría acabar fortaleciendo a otros regímenes autoritarios en América Latina, como los de Cuba y Nicaragua, al percibir una menor presión internacional.
Polémica y decepción generó una reciente entrevista de Richard Grenell, enviado especial del Presidente Donald Trump, en la que afirmó que la actual administración no busca un cambio de régimen en Venezuela, lo que permitiría establecer acuerdos pragmáticos que beneficien los intereses y necesidades de Estados Unidos. Unas declaraciones que marcan un giro significativo de Washington hacia este país sudamericano. A fines de enero pasado, Grenell realizó una visita inesperada a Caracas, donde se reunió con el Presidente Nicolás Maduro en el Palacio de Miraflores. Durante este encuentro se alcanzaron acuerdos clave, incluyendo la liberación de seis estadounidenses que estaban detenidos en Venezuela.
Poco después, Grenell compartió en sus redes sociales: “Estamos en camino a casa con estos seis ciudadanos estadounidenses”. Además, el enviado especial regresó a EE.UU. con un acuerdo para que Venezuela acepte el retorno de inmigrantes venezolanos deportados desde EE.UU., incluyendo a miembros de bandas criminales como el Tren de Aragua. Un acuerdo que facilita la aplicación de la dura política migratoria de Trump, enfocada en la deportación de inmigrantes indocumentados, tengan o no antecedentes criminales. Por otro lado, en el ámbito energético, las relaciones comerciales entre ambos países han mostrado un notable dinamismo. Por ejemplo, en 2024 las exportaciones de petróleo venezolano a Estados Unidos aumentaron un 64%, alcanzando un promedio de 222.000 barriles por día. Un importante incremento que ha consolidado a EE.UU. como el segundo mayor mercado para el crudo venezolano, solo por detrás de China. De esta forma, a pesar de las sanciones existentes, este comercio refleja un enfoque pragmático por parte de la administración Trump, priorizando la estabilidad energética sobre consideraciones políticas. Sin embargo, este pragmatismo también ha generado una profunda desilusión en la oposición venezolana, que esperaba una estrategia más agresiva por parte de la Casa Blanca para promover un cambio democrático en el país.
Sobre todo, con elecciones parlamentarias y de gobernadores programadas para el próximo 25 de mayo, en las que la oposición enfrenta divisiones internas y debates sobre la participación electoral, especialmente tras las masivas denuncias de fraude en la reelección de Maduro, en julio de 2024. L a d i s p o s i c i ó n d e Trump para negociar con gobiernos no democráticos no es nueva. Su relación con líderes como Vladimir Putin o Kim Jong-un demuestra una tendencia a priorizar resultados tangibles sobre consideracio-nes ideológicas, en las que las credenciales democráticas parecen estar en un segundo plano.
El punto es que este enfoque tiene implicancias profundas para la región, ya que podría acabar fortaleciendo a otros regímenes autoritarios en América Latina, como los de Cuba y Nicaragua, al percibir una menor presión internacional para impulsar reformas democráticas. Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha remecido constantemente al sistema político internacional: desde Ucrania y Gaza hasta Groenlandia o el Canal de Panamá.
Y por eso, no son pocos lo que hoy temen que EE.UU. se esté alejando de la defensa de valores como la libertad y la democracia, que, en gran medida, ayudaron a construir su liderazgo mundial. En ese sentido, Trump no puede hipotecar todo ese enorme capital político e histórico..