“EL PAISAJE NO ES ALGO QUE APARECE POR ARTE DE MAGIA”
“EL PAISAJE NO ES ALGO QUE APARECE POR ARTE DE MAGIA” ROMY 1 IECI II “EL PAISAJE NO ES ALGO QUE APARECE POR ARTE DE MAGIA” 38 Durante más de una década la arquitecta y académica investigó la construcción del paisaje en la ciudad de Santiago, centrándose en el periodo que va desde 1830 a 1930, y en el desarrollo de cuatro espacios públicos: la Alameda de las Delicias, la Quinta Normal de Santiago, el Parque Forestal y el Parque Metropolitano. Esta investigación inédita es El alma del verdor de Santiago, una historia del paisaje capitalino y su identidad.
PoR SOFÍA GARCÍA-hUIDOBRo E1)ITORA CUUILi{A L)F MAS n 480 páginas Romy Hecht Marchant aborda el origen de nuestro paisaje, pero también a los ersonajes que lo impulsaron, algunos de ellos apenas reconocidos en la historia oficial. Impresionada Impresionada por nuestra capacidad de olvido, se encontró con varias sorpresas y derribó unos cuantos mitos. La arquitecta y magíster en Arquitectura UC, profesora titular y decana de College UC, es además PhD en Historia y Teoría de la Arquitectura por la Universidad de Princeton.
Hecht cuenta que fue un día de 2009 recorriendo la Quinta Normal, y constatando el abandono de sus jardines, que se preguntó qué había pasado con el esplendor del sitio que fue escenario de la Exposición Internacional de 1875, y se propuso averiguarlo. “No lite tan 1eureka! de Arquímedes”, recuerda Rorny sonriendo. Venía de estudiar su doctorado en Estados Unidos, Unidos, en el que tomó cursos vinculados con temas de paisaje, historia del arte, estudios culturales, etcétera. Al volver a Chile me interesaba poder contribuir en algo distinto. La carrera académica exige investigar, y, coincidentemente, yo estaba trabajando con un equipo en la remodelación de la Quinta Normal, en el marco de los proyectos Bicentenario de Piñera. En una de esas visitas me di cuenta de que el lugar estaba en un estado equivalente de ruina y a nadie le importaba. importaba. Me recordó nuestra enorme capacidad de olvido. Y me di cuenta mirando las copas de los árboles que esto probablemente probablemente había tenido su momento de gloria. Ahí empezó mi obsesión por estudiar la historia de la Quinta Normal, más allá de lo que había leído siempre”. Se ganó un Fondecyt para investigar. “Lo que más me motivó fue el desafío de que sí se podía contar una historia de Santiago a través de sus paisajes y no sólo a través de su arquitectura.
Soy firme en decir que El aí?na del verdor do Santiago (Orjikh editores, 2025) es inédito porque nunca se había contado de esta forma:, ¿Con qué te fuiste encontrando que te sorprendiera y fuera tirando una hebra de investigación. “EL PAISAJE NO ES ALGO QUE APARECE POR ARTE DE MAGIA” LM 44 s ji a 1 p rl 11 1. “EL PAISAJE NO ES ALGO QUE APARECE POR ARTE DE MAGIA” 40 bian los actores, pero finalmente nosotros seguimos operando operando con nuestra ciudad y con nuestros espacios públicos de una manera bien equivalente. Y eso es notable porque comprueba comprueba que no hemos cambiado tanto.
Mencionas que al momento de diseñar nuestro paisaje, paisaje, no hubo demasiada identidad local, sino que se emuló a ios jardines europeos, sobre todo franceses. ¿Faltó visión, interés, recursos, para pensar algo propio? Es una súper pregunta que trasciende al paisaje. ¿Qué es lo propio? Yo personalmente no le encuentro algo malo a transferir ideas. Eso es la historia: uno va acumulando y adaptando a las realidades locales. Eso es una transferencia, ---no es una importación directa. En un período histórico, en un lugar distante, con pocos recursos y algunos esfuerzos individuales, individuales, esa transferencia venía de gente que podía viajar y traer visiones, libros o revistas con imágenes Varias cosas. Primero, la principal información que como arquitecta me había tocado leer, era algo que alguien dijo y que se siguió repitiendo, como que Claudio Cay era el responsable de la Quinta Normal. Resulta que no era tan así y me empecé a dar cuenta que era sorpresa para mucha gente. Segundo, junto con la enorme capacidad de olvido, la inaeíble capacidad de las personas y los habitantes de Santiago de pensar que todo lo que ven siempre lite así. Eso me impactó.
El público general general que no tiene por qué obsesionarse como yo con estas cosas, entonces, ¿cómo hago para ayudarles a abrir los ojos? Tercero, empecé a investigar estos cuatro sitios -la Alameda, la Quinta, el Parque Forestal y el Parque Metropolitanoy me encontré con personas involucradas en su creación y desarrollo que nunca me había cruzado antes. Cuarto, me sorprendió la capacidad de las autoridades de movilizar masas humanas para lograr sus metas. Reos y niños boy scouts participaron de la creación de estos lugares. Era un bien común, pero hay una delgada línea roja ahí.
Y todos están relacionados: alguien es primo de alguien o se casó con no sé quién. ¡Bienvenidos a Chile! Me parecía que ese reflejo de nuestra sociedad que esta historia relata era más que un lugar común, sino una ratificación de quiénes somos. ¿Carecemos de perspectiva histórica? No me voy a acordar de la cita exacta, pero hay un teórico teórico inglés de temas de paisaje, John Dixon Hunt, que dice que la historia no es una narrativa del pasado, sino que es el modo en el cual interpretamos esos hechos, los proyectamos en nuestra realidad actual y somos capaces de moldear una nueva narrativa. Eso es. El pasado no es algo estático, sino que fluye, aparece, desaparece. Ahora se escucha mucho, pero a mí me sigue impactando que creamos que la historia parte con uno. Y hay algo interesante: cambia la época, camFue camFue un aporte cultural también que permitió construir esos futuros urbanos imaginados de los cuales hablo en el libro. Lo propio fue identificar aquellos lugares que estaban en un estado de desolación, por circunstancias naturales o por codicia humana, y decidir que había que intervenirlos. Esa capacidad de identificar asertivamente e invertir los recursos recursos de manera adecuada, es muy propia, dio vida a estos cuatro proyectos que lograron armar un sistema. Y creo que tampoco es menor nuestra capacidad, muy a la chilena, de experimentar: “Démosle, a ver qué resulta”. Ese ímpetu inicial inicial existe, lo que nos falta es la persistencia. Sobre todo, con la paciencia que requieren este tipo de proyectos. Un árbol se va a demorar décadas en crecer. Exactamente. Requiere tiempo. Un paisaje esplende, dicen los expertos, en al menos 50 años y eso es mucho tiempo tiempo para gente impaciente. En medio siglo pasan demasiadas cosas. Creo que la particularidad de esta historia son las personas personas adecuadas que están en el momento correcto y en el lugar indicado.
Es lo que considero más valioso. ¿Quiénes son esos personajes, a los que la historia no les ha dado visibilidad o reconocimiento, que te encontraste? encontraste? Luis Sada de Carlo, personaje liscinante que merece un propio libro. Fue administrador de la Quinta Normal de Agricultura de Santiago. Italiano, llegó a Chile en circunstancias circunstancias sospechosas -según investiguépero presentándose como ingeniero agrónomo. Como decimos acá, en el país de los ciegos, el tuerto es rey. Lo interesante es que lite catete porque porque tenía una visión. Y Alberto Mackenna Subercaseaux.
Era Los diseñadores j arquitectos del paisaje deberíamos tener la capacidad de proponer un lenguaje actualizado porque no todo es un parque y a todo le llamamos parque, como si no hubiera otro término”. “EL PAISAJE NO ES ALGO QUE APARECE POR ARTE DE MAGIA” divulgador, diríamos hoy, y se obsesioné con transformar el cerro San Cristóbal. Empezó Empezó a vender la idea de que sería el parque en altura más grande de Sudamérica. Probé Probé varios proyectos sin éxito y siguió adelante. Fue persistente persistente hasta el final de sus días. Ambos fueron emprendedores emprendedores de la época y eso me parece genial. El gran valor fue recuperar estos sitios que en la fundación de la ciudad eran utilitarios: uno se ponía al lado del río porque necesitaba necesitaba agua. O cerca de un cerro buscando protección. No eran valorados en su naturaleza, naturaleza, hasta entonces. Y en esa lógica, ¿qué hizo especial a la historia de la Quinta Normal? Lo bonito de las investigaciones es que uno empieza a atar cabos de hechos que parecen insignificantes. La Quinta Normal tiene la gran gracia que fue el sitio escogido por un grupo de hombres acaudalados que necesitaban desesperadamente desesperadamente mejorar las técnicas de cultivo en sus propios sitios fiera de Santiago. Y ahí se les ocurrió que necesitaban un repositorio y un lugar donde se pudiera experimentar si una especie se daba en Chile. Fue el primer y único jardín de aclimatación propiamente tal que tuvo Chile. Por ejemplo, esa imagen imborrable de Gabriel Boric como candidato subido subido al ciprés macrocarpa en Punta Arenas. Esa especie vino de California, pasó por la Quinta Normal y de ahí a Punta Arenas. Es la historia de las prácticas botánicas en el mundo, mundo, no es inédito, lo que ocurre es que nosotros no tuvimos capacidad de divulgación ad hoc. Por eso la Quinta Normal tiene un valor único. Es patrimonio. Arraigo cultural del paisaje La extensión de las áreas verdes es uno de los indicadores indicadores de desigualdad dentro de la ciudad. Los espacios de naturaleza son considerados un lujo, ¿lo ves así? Es una discusión dificil. Mi temor con este libro es continuar continuar la idea de que estos cuatro lugares, por muy notables que sean, constituyen el buen paisaje. La noción de verde las cosas se nombran como áreas verdes es errado. Y ahí hay un problema creativo.
Pero hoy habría más conciencia frente a la reaildad reaildad de la escasez hídrica y un paisajismo que se replantea desde ahí, ¿Crees que hay una mejor comprensión comprensión de que paisaje no es sinónimo de pasto como alfombra verde? Creo que tú eres optimista optimista (ríe). Hemos tenido por mucho tiempo el imaginario imaginario del pasto irerde y de los árboles, cuando en verdad lo que uno busca es una superficie cómoda y sombra en momentos momentos de calor. “Prohibido pisar el césped” es gracioso, por decir lo menos. Evidentemente antes lo más barato era un árbol, había agua y éramos pocos. ¿Sigue siendo así? No lo sé.
Aquí entran los diseñadores y arquitectos del paisaje que deberíamos tener la capacidad de proponer un lenguaje actualizado actualizado porque no todo es un parque y a todo le Ilamanrns parque, como si no hubiera otro término. No tengo la respuesta final, por supuesto. Por lo mismo fue difidil ponerle título al libro. El foco no es lo verde, sino que esta fuerza que no vemos y que la impulsa. Por eso es El alma del verdor de Santiago. Como académica y autora defines tu vocación por “arraigar la cultura del paisaje”. ¿Qué significa la cultura del paisaje? Significa entender que el paisaje no es algo que aparece por arte de magia. Es algo que se piensa, se crea, se diseña, se construye y se mantiene. Y al mismo tiempo es una cultura viva que incorpora nuevas versiones.
Los paisajes que no se han creado o aquellos que necesitan ser reconstruidos, ¿deben ¿ deben tener la misma forma antes concebida? Pienso en Versalles Versalles y el esfuerzo sobrehumano por manrenerlo de la misma forma. Me pregunto si tenemos que preservar la cultura del pasado o ser capaces de revivirla con códigos nuevos los cuales cuales consensuamos. El arraigar es un juego de palabras y tiene que ver con que esto permanezca. Instalar algo y permanecer ahí por un rato. Esto de cambiarlo todo y empezar de nuevo cada cierto tiempo es agotador. Romy Hecht Marchant como sinónimo de bueno. Creo que el modo en el cual o 41.