Un rostro en la penumbra: la oscura belleza de Ripley
Un rostro en la penumbra: la oscura belleza de Ripley O Comentario de cine Un rostro e a oscura belleza de Ripley Alfredo Gutiérrez Fuentes Qalfredogfuentes ¡ Ripley en una noche V: estro, Eau quien se queda despierto con una vozen la cabeza. No una voz cualquiera, sino una apacible y precisa. Era la voz de Tom Ripley, el estafador, el falsificador, el asesino elegante que Patricia Highsmith imaginó en su novela de 1955, "El talento de Mr. Ripley". Pero esta vez, no era Matt Damon ni Alain Delon. Era Andrew Scott (sí, el cura seductor dela maravillosaserie Fleabag) quien se deslizaba por las habitaciones de la Italia de los años sesenta, en blanco y negro. Esta adaptación, creada por Steven Zaillian, es una de esas rarezas que no temenal silencio ni a la lentitud.
Se atreve a tener ritmo de museo, con escenas que parecen cuadros vivos: una lámpara que se balancea apenas, una taza en una mesa, un cuerpo en una bañera quela cámara contempla comosi no supiera si lamentarse o admirar. Ripley no es solo una serie: es una instalación artística sobre el crimen, la belleza y el vacío. Andrew Scott ofrece aquí una actuación monumental. Es difícil pensar en otro actor que pueda inspirar empatía y desconfianza al mismo tiempo. En su rostro conviven la inteligencia, la fragilidad y el acecho. No necesita grandes gestos: le basta una pausa o una mirada sostenida para congelar el tiempo. Su Ripley no busca aprobación ni redención, solo perfección en el acto de desaparecer dentro de su propia máscara. Es un trabajo actoral que no grita para sernotado, y sin embargo se queda en la memoria. queda en la memoria. A diferencia de muchas producciones que saturan las plataformas con tramas previsibles, cámaras nerviosas y diálogos que suenan escritos por algoritmos, Ripley apuesta por una estética deliberada, por la composición visual como forma de pensamiento. Es un ejemplo de cómo el alto valor artístico puede transformar un relato criminal en una experiencia sensorial. La belleza, cuando es rigurosa, también puede inquietar. Y eso es algo que el cine contemporáneo debería recordar más seguido: que no todo tiene que ser rápido ni ruidoso que ser rápido ni ruidoso para ser inolvidable. Lo curioso es que Patricia Highsmith nunca ocultó su fascinación por Tom. Lo construyó como un villano sin redención ni arrepentimiento, y aun así, uno termina admirándolo. Esta serie capta esa ambigiledad moral de manera perfecta: Ripley Ripley no nos pide perdón, nos pide atención. Y se la damos. Porque Andrew Scott no interpretaa Ripley, lo encarna. Hay una escena, por ejemplo, en la que Ripley prepara una coartada mientras escucha ópera. No hay palabras, solo gestos y sombras. Sin embargo, todo se entiende. El cálculo, la frialdad, la absurda belleza de mentir bien. Otra joya: cuando Ripley camina por las calles de Atrani, perseguido por el eco de sus propios pasos, uno no sabe si está escapando de la policía o de sí mismo. Pero ya es tarde, ha cruzado el umbral donde el crimen deja de ser una transgresión y se convierte en estilo de vida. Ver esta serie es como quedarse en una casa ajena después del crimen. Uno observa los objetos, las paredes, los rastros. Y en lugar de escapar, uno se acomoda. Porque elarte, como Ripley, a veces también seducedesdelo oscuro. CS CS.