El sueño de un museo SOBRE RUEDAS
El sueño de un museo SOBRE RUEDAS E l amor de Francisco Ramos por los carruajes comenzó casi sin sospecharlo, en su infancia.
Nacido, criado y avecindado aún en Coinco, Región de O'Higgins, dice que era el "típico niño de campo" que jugaba haciendo carretones. "Usaba un cajón manzanero y madera de álamo, pero quedaba en `pana' con las ruedas: no sabía cómo hacerlas. Un día un tío me regaló dos y otro tío me ayudó a armar todo.
Se fueron conectando las cosas", dice hoy, con voz suave, este artesano que crea sorprendentes réplicas de históricos coches a escala, a través de las cuales desempolva la historia de estos vehículos a lo largo de los siglos XVIII y XIX en Chile.
Entre las piezas que ha confeccionado se cuentan la calesa de Casimiro Marcó del Pont (cuya puerta le abrió Manuel Rodríguez, disfrazado, cuando el exgobernador español había puesto precio a su cabeza, según la conocida leyenda popular), una elegante carroza fúnebre, el carruaje oficial de la Presidencia de Chile (traído originalmente de Francia), y hasta una diligencia o mail coach, "el chiche de los coleccionistas --dice Ramos--, porque es grande, maravillosa: en ella cabían doce personas y hasta vigilantes que podían disparar desde el techo". También ha recreado la victoria o milord, un coche de lujo que debe su nombre a la reina Victoria de Inglaterra (que se paseaba en él sin ser vista) y el tonneau, tirado por un caballo, que usaban las institutrices para recorrer el campo y que se empleó en los fundos nacionales. El cuidado en la técnica y los detalles es el sello de Francisco.
Para dar forma a su serie, que ha ido creciendo y diversificándose gracias a siete Fondart ganados, y el apoyo de entidades como la Municipalidad de Coinco, el Ministerio de las Culturas y las Artes y Sercotec, ha tenido que realizar un estudio minucioso de los vehículos originales, carruajes reales y hasta de algunas maquinarias de época. Y luego, ha empleado materiales como madera, metal, cuero y terciopelo para replicarlos. "El alma de lo que hago es el rescate de la historia", dice. Pero es más.
También quiere poner en valor el patrimonio de su terruño, donde aún se usan la carretela (el carro abierto con ruedas de neumático, que sirve para traslado de cosechas, herramientas y personas) o el coloso (una plataforma amplia como un acoplado, que sirve para todo tipo de productos). Por eso hay una idea fija en su cabeza: a fin de año espera inaugurar su propio Museo de Carruajes de Coinco, en una casa de fachada colonial emplazada en un terreno de 700 metros cuadrados cerca de la Plaza de Armas (MuseoCarruajesDeCoinco. cl). En estos momentos, Francisco avanza con la restauración de la entrada y la proyección de un jardín que conecta con un galpón de 120 metros cuadrados, donde estará la galería (y en cuyo segundo piso ya funcionan oficinas). Este espacio se dividirá en secciones como Salón de la Agricultura (con réplicas de herramientas de uso manual, arados de tiro animal y hasta un tractor antiguo), Carruajes Históricos, Turismo (con wagonettes, como las que aún se usan en recorridos de algunas viñas) y Cacería (con carruajes tipo Break, que podrían considerarse antepasados de l o s t o d o t e r r e n o s modernos). "Una de las cosas que más me cautivan de los carruajes es su aporte a la sociedad, a la economía, al crecimiento de los pueblos. Antes, la gente moría sin haberse alejado más de 25 kilómetros; no sabían qué había más allá. Los carruajes hicieron que se movieran, que exploraran.
Hay algo romántico en eso". Lo de su exhibición permanente sería la consolidación de una trayectoria que lo ha llevado a exponer en los museos de la Artesanía --en Lolol--, Regional de Rancagua, Histórico Nacional e Histórico y Militar, además del Centro Cultural Santa Rosa de Apoquindo.
Santa Cruz, lugar clave... Francisco Ramos, cabeza inquieta, ojos claros, es el tercer hijo, y único hombre, en el hogar que formaron Alfonso Ramos, auxiliar de aseo, y Mirta Ortega, lavandera. "Lo que hago me conecta con mis orígenes. Vengo de una familia de maestros, albañiles, carpinteros, constructores y también de costureras", dice. Él partió como carpintero. A los 16 años, luego de fabricar números de madera para casas, entre otros trabajos como aprendiz, montó un taller i n d e p e n d i e n t e. Después, estudió un año de diseño en la Universidad de Los Lagos, en Osorno, como "talento artístico" y aprendió técnicas de diferentes maestros. Luego de la universidad (un "choque" con su visión creativa, dice), la vuelta a casa fue difícil. Su papá quería que se quedara en la agricultura. "En el campo hay que dedicarse a lo tradicional: el que sueña y quiere crear es visto como un loco. Decidí buscar otros caminos, en Santa Cruz", recuerda. Insistió tres meses hasta que dio con una vacante en la mueblería de Carlos Cardoen en esa ciudad. Partió simplemente c o r t a n d o m a d e r a. Luego llegó a las terminaciones finas y restauración. "Trabajar con Cardoen, que ama la cultura y valora el trabajo manual, amplió mi visión. Entendí que la artesanía no es un trabajo simple, sino una forma de reconstruir nuestro patrimonio y de rescatar nuestra esencia como comunidad. Restauraba maquinaria vitivinícola que llegaba en mal estado. Tenía que desarmarla y volver a armarla: era como volver a la vida la historia". Durante cinco años, Francisco se mantuvo en contacto con el Museo de Colchagua. También con Marta Morrison, orfebre que trabaja con plata y teatina tejida. "Puedo decir con orgullo que soy su discípulo. Estuve en el alma de los que estaban empujando el turismo en Santa Cruz", dice. Casi en paralelo comenzaría su acercamiento a los carruajes: le encargaron restaurar una carroza en 2004. "No sabía que me iba a convertir en lo que soy", dice Ramos.
Tampoco conocía entonces la diferencia entre una victoria y una cabrita, por ejemplo. "Me di la tarea de entender eso". Junto con estudiar, seguía perfeccionándose en técnicas de carpintería, herrería, soldadura y tapicería, arte este último en el que cuenta con la colaboración del santacrucino Luis Riquelme, "uno de los mejores tapiceros de carruajes reales de Chile". Francisco Ramos, uno de los contados artesanos de su tipo en el país ("Hay más gente que hace réplicas de aviones o barcos", dice), trabaja con escala 1:5, y tarda meses en cada pieza. Vale la pena la espera.
Coleccionistas como Joaquín Barros, fallecido propietario de las Termas de Jahuel, y José Puertas Esteban, gerente general de Viñedos Puertas, en Curicó, han comprado sus obras. "Si el primero, un hombre generoso y empresario excepcional, estuviera vivo, estoy seguro de que mi museo ya estaría terminado", dice. Casado con Erika Díaz, con dos hijos (Amanda, 12, y Alfonso, 8), llegó a tener su propia tienda en el Boulevard Santa Cruz, pero el terremoto de 2010 lo obligó a partir de cero. Tenaz, siguió trabajando y abriéndose espacios. En 2019 llegó al Museo Histórico Nacional, donde está la calesa que perteneció a Del Pont, con su réplica de ese vehículo. Esta y otras de su autoría integran la muestra Carruajes. Horas de camino.
Actualmente, en el Museo Histórico y Militar, tres réplicas de carruajes suyas acompañan la exhibición La influencia francesa en la pintura en Chile (puede visitarse gratis hasta agosto; abarca una treintena de óleos de pintores galos como Raymond Monvoisin, Ernest Charton y Ferdinand Roybet, y chilenos formados en Francia o inspirados en la pintura gala, entre ellos Pedro Lira, Magdalena Mira y Camilo Mori). También ha montado exposiciones como La importancia de la agricultura (2017), con carrretas y maquinarias del campo, o El proceso de las vides (2018), con cavas, trituradoras y otros asociados a la elaboración del vino.
Y para diciembre espera estrenar Carros de fuego: La historia jamás contada de Bomberos de Chile, con diez réplicas de "bombas" fundacionales de las compañías de Valparaíso, Santiago, La Serena, Rengo y Ancud, incluida La Americana, la primera máquina llegada al país. Esta muestra se presentará en la Junta Nacional del Cuerpo de Bomberos de Chile, en los museos de Bomberos de Santiago y Regional de Rancagua, y en la Municipalidad de Coinco. A comienzos de 2026, en tanto, será el turno de Artesanos a la conquista de los cielos.
El oficio que permitió despegar los pies de la tierra y su impacto en la aviación chilena, con veinte miniaturas que van desde cometas chinas, diseños de Leonardo da Vinci, aviones de los hermanos Wright, Alberto Santos Dumont y Glenn Curtiss, hasta los de los dos primeros vuelos a nivel local: el civil de César Copetta, en 1910, y el militar de Manuel Ávalos Prado, en 1913, que dio inicio a la Escuela de Aviación, una de las pioneras del mundo (también participa el museógrafo Jaime Alegría, que está trabajando con Francisco en el montaje de su museo). Pendiente queda un anhelo: que las puertas del Museo Nacional de Bellas Artes se abran para él y sus réplicas. D El sueño de un museo SOBRE RUEDAS VICTORIA. También llamada "milord". F O T O S: MUSE O HIS T ÓRIC O NA CIONAL MIRADA. Para Ramos, hay algo romántico en estos carros, que facilitaron que la gente se moviera y explorara. FRANCISC O RAMOS MUSEOGRAFÍA. El montaje lo está trabajando con Jaime Alegría. FRANCIA FERNÁNDEZ ARTISTA. Francisco Ramos en el frontis del futuro Museo Carruajes de Coinco. FRANCIA FERNÁNDEZ Viajar era cosa bien distinta.
Francisco Ramos lo rescata: crea impresionantes miniaturas de carruajes de los siglos XVIII y XIX, con los que ha ganado espacio en diversas exposiciones, y que pronto podrían tener su museo propio en Coinco, Región de O'Higgins, donde sigue estudiando cada detalle de estos antiguos medios de transporte. POR Francia Fernández. WAGONETTE. Para 6 a 8 pasajeros. SPIDER. Para dos pasajeros más chofer. BERLINA ROCKAWAY. Era una carroza cerrada. PRESIDENCIAL. Este carruaje puede verse en el Museo Histórico y Militar. FRANCIA FERNÁNDEZ MUSE O HIS T ÓRIC O NA CIONAL DILIGENCIA. O mail coach, el "chiche" de los coleccionistas. FRANCIA FERNÁNDEZ ELEGANCIA. Carroza fúnebre..