La irrelevancia de la filosofía
Hugo Herrera Prof. Titular Derecho UDP “ay un modo egregio en que la filosofía es inútil, como son inútiles la música, la escultura, las actividades que valen la pena por sí mismas y no por otra cosa. Lo útil, en cambio, se refiere al mundo de los objetivos, metas, etc., que se realizan con vistas a alcanzar algo distinto de ellos mismos.
Carece de sentido preguntar: ¿ para qué quieres lograr hacer una pieza artística? La probablemente extrañada respuesta del interrogado será, “porque busco expresar la intensidad o la belleza de la existencia”. ¿ Para qué filosofar?, admite un tipo de respuesta parecido al ¿ para qué practicar un arte? El arte, la filosofía, valen la pena por sí mismos porque en ellos se ponen en ejercicio y tensión las capacidades más propiamente humanas. Si se ha de hablar de una vida auténtica o humana en sentido fuerte, es porque se trata de una vida en la que los afectos, la estética, el pensamiento tienen lugar destacado. La vida de solos objetivos, metas, fines, etc. Específicos, puede terminarse convirtiendo en trámite. En un conjunto de jugadas que se buscan por otras, las que a su vez se buscan por otras, y así sucesivamente, hasta la extenuación o la diversión como evasión.
Que el satisfecho experto en management mire con un dejo de menosprecio al pintor o poeta no es sorprendente, porque van por caminos que son, finalmente, dis- “Lo llamativo es o profilaxis, para ocultar la propia incapacidad de hacer sentido en medio del difícil mundo. La muerte late amenazante a cada paso. El misterio ronda desde que nacemos. No sabemos qué hay más allá de la noche oscura. Los científicos avistan objetos no identificados, la materia es una hipótesis jabonosa, extensos estudios médicos (p.
Ej., van Lommel o Partintos de manera radical, que haya una nia), han logrado Lo llamativo, en cambio, z acreditar que las peres que la propia filosoría, Plétora de filósofos — sonassinactividad celas humanidades en genededicados a sus rebral dan testimonio ral, las ocupaciones a las temas tan de salir de su cuerpo, que la mente debiese dedicarse por su propia valía, para elucidar la situación del ser humano en el cosmos, se transformen en inútiles en un sentido nada egregio, sino alienante o decadente. Es la inutilidad de los filósofos y humanistas que cultivan su disciplina como se cultiva una especialidad cerrada sobre sí misma, críptica, cercana a lajerga, aun vocabulario inalcanzable para el público, incluso el instruido. La expresión deviene jerigonza con afán de pose ininteligibles como insignificantes”. Entrar en las mentes de otros, alcanzar estados de lucidez intensificada. Habrá que examinar más.
Lo llamativo, sin embargo, es que mientras tanto, cuando todo eso ocurre, haya una plétora de filósofos dedicados a sus temas tan hiperespecializados como irrelevantes, tan ininteligibles como insignificantes, salvo para los rostros de miradas graves que se dan en sus modismos la importancia de la que en verdad carecen.