La ética perdida en lo público
La ética perdida en lo público La reciente revelación de que más de 25 mil funcionarios públicos viajaron fuera de Chile mientras estaban con licencia médica noesso lo una noticia impactante; es un síntoma profundo de una enferme: dad ética y cultural que carcome nuestro sistema público.
Se trata de un caso que va más allá de la falta de control administrativo o del uso irregular de licencias médicas: lo que está en juego aquí es la integri dad del pacto social y la legitimidad de nuestro Estado. La Contraloría General de la República cruzó datos entre la PDI, Fonasa, las Isapres y las bases de funcionarios públicos.
El resultado: de: cenas de miles de trabajadores -algunos incluso con más de 30 entra das y salidas del país en un solo perio dodeteposo-utilizaron uninstrumen to creado para proteger la salud como unsalvoconducto parael abuso. En to tal, más de 35.000 licencias podrían es tarviciadas. Este hecho golpea con fuerza al Es tado, no solo porque pone en entredi cho la probidad del funcionariado, si no porque afecta directamente la con: fianza ciudadana en sus instituciones. Y aunque es verdad que este fenómeno no se limita al sector público --seguramente en el mundo privado ocurre algo similar--lo públi co es simbólicamente distinto:es de todos, y porlo tanto, exige más. Eneste contexto, resulta imperiosoreforzarllos mecanismos de control y fiscalización, como el rol del Compin en la validación y segui miento de licencias médicas. Pero reducir el problema a un tema de control es insuficiente. Este escándalo revela una herida mucho más profunda: la urgencia de un cambio cultural en Chile. Vivimos en una sociedad que, por décadas, ha cultivado un tipo de astucia mal entendida. El que "se pasa de listo", el que "se las arregla" oel que "hacela trampa sin quelo pillen" es visto muchas vecescomo un ejemplo de viveza, no de corrupción. Esta lógica perversa está tan arraigada que hacontaminado incluso la red de protecciónsocial. No No salud moral del país, Lo que está en juego no es solo el uso correcto de una licencia médica.
Es la social en cual nuestra frágil sociedad descansa. se trata solo de funcionarios que engañan al sistema pararse de via je:se trata de personas que abusan de recursos que están diseñados pa. ra proteger a quienes realmente losnecesitan. Y eso tiene un costo no solo fiscal, sino también humano.
Este tipo de prácticasnosolo despilfarran dinero público, el dinerode todos nosotros; sino que debilitan lared institucional que sostiene alos más vulnerables Porque cuando se banaliza la licencia médica, también se socava la credibilidad del sistema para quienes sí necesitan ese res guardo, generando desconfianza, estigmatización y burocracia excesiva. Necesitamos revalorizar lo público.
Hoy más que nunca, es funda mental formar nosolo profesionales téc nicamente competentes, sino ciudada nos éticos, con una conciencia clara de que los bienes comunes no son "de nadie", sinodetodos y todas Y eso empieza enlasala de clases, en los hogares, en los medios de comunicación, y enla forma cióncívica quetanto hemos descuidado. Culpar exclusivamente a la clase di rigente es fácil. Pero este fenómeno muestra que la crisis de ética y civismo essistémica. Si no asumimos que la corrupción cotidiana también es responsabilidad nuestra, como ciudadanos, trabajadores y miembros de una comunidad, difícilmente podremos reconstruir la legitimidad de nuestras instituciones. Lo que está enjuego noessolo el uso correc to de una licencia médica. Es la salud moral delpaís, y lasalud del pactosocial en cual nues tra frágil sociedad descansa. y la salud del pacto y la salud del pacto LUCAS o Cientista pol dll Uriversdad! E Sebastián.