Autor: POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO
Columnas de Opinión: Alcances sobre el feminismo
Columnas de Opinión: Alcances sobre el feminismo esde hace más de un siD glolas mujereschilenas vienen luchando por una justa igualdad de género.
Esta cruzada puede mirarse, básicamente, desde dos puntos de vista: uno, que intenten encontrar una especie de “compensación” por la mayor capacidad física del hombre y, la otra, que denominaré, en el másamplio sentido dela expresión, una búsqueda pararemoverlosobstáculos que impiden obtener “una igualdad de expectativas” frente alos seres del otro sexo. Debo advertir que, porlosensible del tema, un hi jo meadvirtió: “No metas eldedo en ese ventilador”. Me he negado a seguir dicha recomendación.
En cuanto a la primera, es un hecho evidente que los hombres nacemos con una mayor fortaleza física que las mujeres, por lo que resulta fácil para nosotros abusar de aquellas haciendo uso de esa diferencia. Eso da paso a quese pueda humillar de diferentes formas a las mujeres, partiendo por la violencia en su con-tra. Los casos recientementeregistrados en el país que han causado un justo rechazo y alarma pública, dan muestra deeso. El medio generalmente usado por aquellos es golpearlas y así forzarlas a realizar acciones contra su voluntad.
Las leyes vigentes que condenan esasacciones y otras iniciativas que están en carpeta, tienden a establecer las más duras pe-nas alos autores de esos actosy dar amplia protección y asistencia a las víctimas, lo que a todas luces son pasos indispensables que debemos realizar comosociedad. Pero esa conducta casi animal ¿ por qué se ha extendido tanto? ¿ Cuándollos chilenoscomenzamos a perder el respeto hacia las mujeres? Pienso que hasido un proceso lento peroconstante. Deniño fui educadobajo el principio que pegarles a las mujeres era de poco hombre. A ellas siempre se les respetaba, partiendo por la propia madre. Además, se nos predicó -entre otras cosas-quenose podía decir “palabras feas” ante ellas. Hoy día todo eso ha quedado atrás y no se hace nada porrevertirlo. Pienso que el respeto a ellas debe venir desdela casa de origen, como lo hacían nuestros padres, abuelos y tíos. Debe iniciarse un proceso enel cual se difunda entre los menores la idea que las mujeres deben ser respetadas, queridas y admiradas. Los reiterados casos que estamos viendo con una frecuencia alarmante llamana la condena pública y ala adopción de medidas efectivas.
Claro queesta visión amplia debe poseer unos márgenes lógicos para no caer en abusos. ¿Quépasariasiel díademañana la secretaria de un ministro, de un obispo o de un gerente de empresa, después de haber despachado los asuntos del díacon sujefe, al momento de abrirla puerta paraabandonar la salase rompe la blusa, quedando ala vista parte de su ropa interior y sale rauda gritando “me quiso violar, me quiso violar”? El hombre del caso, pese a que meses después se comprobara que todo fue unengaño, nunca más podría sacarse el estigma quel hechoefectivamente pudo haber sucedido. Porotra parte, aquellos que sostienen que la igualdad debe ser total cometen una equivocación, pues existen situaciones impuestas porla propianaturaleza quelo impiden. Cuando, por ejemplo, se forma una pareja, ella no podría cometer la insensatez de decirle al hombre que la primera guagua la criará ensu vientre, pero quela segundale tocaaél. El pobreindividuo lo único que podríaresponderes queno tieneúteroni trompas de Falopio. Tampoco podría reclamarse del por qué en la mayoría de los deportes hay una separación de género. Lógicamente los representantes de ambos sexos no pueden participar en la misma competición, de levantapor ejemplo, miento de pesas, carreras de velocidad, boxeo y otros. Adicionalmente, por las cosas por hacer, está la necesidad deinsistir con fuerza que la res-ponsabilidad enla crianzadelos hijos es compartida. Debe ser una tarea de ambos. El tradicional machismo deestetemadebe niños deben ser desterrado y los aprender estocomo propio desdesuhogaroriginario. Encuanto alo que denominé “igualdad intelectual”, laluchafemenina hasido prolongada pero exitosa, especialmente enlos últimos años. Quizás todoseiniciócuando en 1886 doña Eloísa Díaz se recibió de médico, siendo la primera mujer en conseguir esa meta no sólo en Chile, sino queen toda América Latina. Esa carrera estaba reservadaa los hombres.
Claro que al inicio doña Eloísa tuvo quelidiar conla obligación deir aclases con su madre y quelas enseñanzas de anatomía se le hicieran aparte, pues no podía compartir con sus compañeroshombres la visión de un cadá-ver masculino.
Hoy día comprobamos con orgullo que en las universidades existen más mujeres que hombres, que por dos periodos tuvimos una presidenta de la República, que te-nemos una contralora general dela República, que la testera dela Cámara de Diputados está en manos de una dama, que quien hoy cuando el Presidente de la República se ausenta del país debe ocupar su cargo una ministra, y que ellas están ampliamenterepresentadas en el gabinete y en las dos ramas del Congreso Nacional. Incluso ahora la CPC y la Sofofa tienen una presidenta. Ahora, la efectividad cívica de esta lucha se dio algo tarde, en 1952, cuando ellas tuvieron por primera vez derecho a voto en las elecciones presidenciales.
En esta justa avanzada femenina hoy se pretende establecer una norma que obligue alos partidos políticos a llevar en sus listas en las elecciones pluripersonales igual número de mujeres que de hombres, lo queme parece de todajusticia, pues en general en las colectividades políticas lamayoríade los que deciden son hombres. Pero con lo que no estoy de acuerdo es queen dichos comicios debe ser elegido el mismonúmero de hombqruee demujeres. Esoes “doblarle la nariz” al sistema democrático y no respetar el resultado de las urnas.
Adicionalmente, como me lo dijo una amiga, esreconocer por ley quelas mujeres “no somos capaces de enfrentar alos hombres en eleccioneslibres”. En el fondo, me agregó, “es una clase de discriminaciónque nos presenta como seres inferiores, incapaces por nosotras mismas de llegar a la gente”. Pienso que tiene razón.
Por último, unas palabras frentea un Gobierno que sedeEstimo que clara “feminista”. dicha calificación fue un error desde un comienzo, pues se tradujo en dejar establecido ante la ciudadanía que la preocupación básica del Ejecutivo estaría centrada sólo en una parte de la población.
El Go-bierno tiene la obligación deorientar su quehacer hacia toda la gente que habita en esta y larga franja de tierra. angosta Quesetrate determinarconla discriminación que puedeexistir encontra delas mujeresme-rece el aplauso general, pero llevar las cosas al nivel puesto por la actual administración constituye un error de concep10.
Ello obliga a preguntarse: ¿ no habría sido mejor señalar que su preocupación eran los niños, dondelos hay de ambos sexos? o ¿ no habría sido más adecuado definirse como una administración quetendríaco'mo primera prioridad el término de la pobreza? Como se indicó, no puedeejercerse ungobierno que contenga en labase una discriminatoria de género. Esa definición, fuera de ser discriminatorias, enciertos casos, hasta ridícula. La primera canciller que tuvo este gobierno, apenas se hizo cargo de sus responsabilidades, sostuvo que la política exterior de Chileibaa ser “eminentemente feminista”, lo que en la práctica constituye una insensatez. No tiene significado alguno. Tengo algo de experiencia en el tema.
De acuerdo alo indicado por esa ministra de Relaciones Exteriores, si Chile estuviera participandoen unacita dela ONUsobre delimitación marítima, por ejemplo, ¿debería plantear que las mujeres tienen un derecho preferencial a usar al mar territorial? Osise estuviera estudiando unamodificación al Tratado Antártico, ¿el delegado chileno debería proponer quelas mujerestienen derecho preferencial para visitar o viviren la Antártica? Qué hablar de los tratados económicos, medioambientales o del espacio exterior. Adicionalmente, en otros rubros me pregunto: ¿ cómo sería una política feminista de Obras Pú-blicas? O en concreto, ¿cómose-ríala política portuaria feminista?Sin mayor comentario.
Estoy absolutamente de acuerdo en seguir intentando obtener como país lo que he llamado la igualdad física y la igualdad intelectual de las mujeres, en condenar severamentea quienes perpetran delitos en su contra y en dar socorro detodo tipoa las víctimas, peTono crucemos la línea del exceso. Como indicael dicho popular “bueno el cilantro, pero s no para tanto”. VOTES]. ARCHIVO EL MERCURIO