Autor: PATRICIO BERNEDO
40 Años del Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Argentina: razones para celebrar
40 Años del Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Argentina: razones para celebrar minería, conexiones terrestres, defensa y seguridad, entre otros.
Pero falta conocernos aún más... ”.Director Centro UC para el Diálogo y la PazEl jueves 26 de septiembre, en el salónprincipal de la embajada de Chile en Bue-nos Aires, ante una numerosa concurren-cia, integrada por miem-bros del cuerpo diplomáti-co, autoridades de gobier-n o, a c a d é m i c o s yacadémicas de Argentinay Chile, y también por unnutrido grupo de estu-diantes universitarios ar-gentinos, decíamos que elestar allí reunidos paraTratado de Paz y Amistad entre nuestrospaíses, era motivo de celebración. ¿Por qué celebrarlo? Porque se evitóuna guerra y se pavimentó un futuro depaz y amistad.
Este es un hecho decisivo, sobre todo enlos tiempos que corren, con la guerra nue-vamente de moda, como bien lo expresa elhistoriador italiano Gianni La Bella: “Laguerra ha sido rehabilitada como una ma-nera de intentar solucionar los conflictos, asabiendas que pueden eternizarse pagan-do costos humanos demasiado altos, quenunca podrán ser saldados.
La guerra ya noes un fantasma del pasado, sino una ame-naza constante para nuestro presente”. De hecho, el conflicto armado azota hoya Ucrania, Rusia, Gaza, Israel, Líbano, Siriay Colombia, por citar algunos de los 56 ca-sos activos en el mundo. Se trata de la ma-yor cantidad de enfrentamientos bélicosen simultáneo desde la Segunda GuerraMundial, según consigna el Institute forEconomics & Peace en su último Índice dePaz Global. Este año, el recién otorgado Nobel de laPaz recayó en Nihon Hidankyo, una orga-nización japonesa integrada por sobrevi-vientes de las bombas atómicas lanzadaspor Estados Unidos sobre Hiroshima yNagasaki en 1945. Desde Noruega, el Co-mité del Nobel justificó su decisión plan-teando que se buscaba promover un mun-do libre de armas nucleares.
También con-sideró alarmante el debilitamiento del de-nominado “tabú nuclear”, con muchospaíses modernizando sus arsenales o que-riendo entrar en esta carrera, y otros tan-tos amenazando emplear su poderío nu-clear, tras casi 80 años sin que se utiliceeste tipo de armas de destrucción masiva. Precisamente en este escenario pocoalentador, tenemos más razones para hon-rar y celebrar estos 40 años de la firma delTratado de Paz y Amistad entre Argentinay Chile. Sin embargo, para otorgarle unbuen augurio y seguir festejando comopueblos hermanos, necesitamos profun-dizar aún más nuestros vínculos, sin olvi-dar que, en diciembre de 1978, estuvimoscaminando al borde de la cornisa. La guerra, con su violencia extrema quemata y borra todo vestigio de humanidady civilización, es una calamidad con unafuerza destructiva imposible de evadir, que deja huellas profundas y difíciles deborrar, incluso a través de generaciones. La mediación del Papa Juan Pablo II nossalvó de una tragedia difícil de dimensio-nar. La diplomacia vaticana, con toda suexperiencia y sabiduría, apoyada en lasiglesias locales, supo ir aplacando losvientos de guerra y acercar posiciones, pa-ra finalmente poder llegar a la firma deltratado, el 29 de noviembre de 1984.
En el intertanto, tras la derrota en la gue-rra de las Malvinas (1982) había caído la dic-tadura argentina; la democracia retornabaal vecino país con el nuevo Presidente RaúlAlfonsín, quien llamó a un plebiscito paralegitimar el tratado con Chile. Celebrado el25 de noviembre de 1984, participó un 70%de los votantes habilitados, que en un 82%respaldó el sí a concluir las negociacionescon Chile y resolver el diferendo del CanalBeagle. En Chile, el acuerdo generó apoyotransversal, incluso entre parte importantedel exilio político, aunque subrayando queera solo un apoyo jurídico. Hoy Chile y Argentina tienen ámbitosde integración muy relevantes, en los sec-tores de la energía, minería, conexiones te-rrestres, defensa y seguridad, entre otros. Pero falta conocernos aún más y forjar la-zos de amistad profundos para asegurarun futuro de paz, de diálogo y confianzaentre nuestras ciudadanías.
Cabe muy bien recordar lo expresadopor las premio Nobel de la Paz de 1976, lasirlandesas Betty Williams y Mairead Co-rrigan: “Hay que hacer que las personas seconozcan entre sí, que entiendan el len-guaje del otro, sus miedos y sus creencias, que se encuentren entre ellas física, filosó-fica y espiritualmente.
Es mucho más du-ro y difícil matar a alguien cercano queasesinar a una persona desconocida”. Si cada uno de nosotros es capaz de con-tribuir desde su quehacer cotidiano paratener más experiencias y relatos comparti-dos, estaremos asegurando para los jóve-nes de hoy y del futuro una paz duraderaentre Argentina y Chile. Pero también debemos mirar hacia nues-tros propios países, para asegurar que lapaz y la amistad entre argentinos y chile-nos esté garantizada por la convivencia in-terna tanto en Chile como en Argentina.
Labase de la paz radica en el buen funciona-miento de nuestras democracias: en el res-peto a los derechos humanos, el rechazo ala violencia en todas sus formas, y en la ad-hesión a los principios de libertad, justicia, solidaridad y tolerancia. La paz entre nuestros países la construi-mos todos promoviendo una cultura depaz al interior de cada país. Ambas cosasvan de la mano.. “... Hoy Chile y Argentina tienen ámbitos de integración muy relevantes, en energía, conmemorar los 40 años de la firma del