Pisaré nuevamente las calles de La Habana liberada
Pisaré nuevamente las calles de La Habana liberada ace exactamente cinH cuenta años, en julio de 1974, llegué por primeraveza La Habana, Cuba. Venía de Berlín Oriental, de detrás del Muro. Aterricé en un Ilushyn 62, un jet dela aerolínea soviética Aeroflot.
Tenía veinte años y como dominaba el alemán gracias al Colegio Alemán de Valparaíso, no había tardado en Alemania socialista en comprender queel Muro estaba paraimpedir quelagente escapara del sistema que yo había idealizado en Chile como joven comunista. La verdades queno era mérito notar aquello. Bastabacon preguntarse quién había construido ese muro más hermético y letal que el delas cárceles de alta seguridad y que encerró durante 28 años a 17 millones de personas. El mismo día en que cayó, el nueve noviembre de hace 35 años, se desplomóesa Alemania. Tampoco tardé en notar queen aisla delos Castro tampoco había democracia, libertad ni prosperidad. Tampoco fue un mérito: cualquiera crecido en el Chile democrático constataba que aquello nofuncionaba.
Bastaba con acercarse alos almacenes de estanterías vacías delante de los cuales centenares de personas esperaban resignadas bajo el sol y con la libreta de racionamiento en la mano (que aún existe) a que le vendieran, si llegaba, algo dearroz, un pan flauta, un trutro de pollo, una lata de chancho chino o un frasco de compota rusa, porque escaseaban hasta las verduras y frutas caribeñas, lo que poco tenía que ver con el embargo estadounidense.
Incluso en el últi moaño del gobierno de la Unidad Popular, época del peor desabastecimiento que recuerda nuestro país, las tiendas y almacenes de Chile ofrecían más productos que los de la Cuba productos que los de la Cuba productos que los de la Cuba productos que los de la Cuba POR ROBERTO AMPUERO ESCRITOR, EXCANCILLER, EXMINISTRO DE CULTURA Y EXEMBAJADOR ENESPAÑA Y MÉXICO Pisaré nuevamente las calles de La Habana liberada revolucionaria.
Larazón es simple: la escasez la genera la economía isleña estatizada y centralmente "planificada", lo mismo que ocurría en Rumanía, Polonia, Unión Soviética, Mongolia y sigue ocurriendo en Corea del Norte, Por cierto, China sufrió dramática escasez sistémica hasta 1978, cuando Deng Xiaoping transformó la economía comunista de Mao Zedong en dinámica economía de mercado y abrió zonas del país ala inversión extranjera. El mismo modelo «dirección del partido comunista más economía de mercado aplicó Vietnam a partir de los ochenta con su proceso Moi Doi, que lo convirtió en otro país de desarrollo vertiginoso. Peroen Cuba nosetrata(ba) sólo de escasez de comida, ropa, transporte o vivienda. Allí reina(ba) también el pensamiento único. Bastaba con visitar las librerías o darle una mirada a los medios, todos del PC. a los medios, todos del PC.
Descollaban discursos de Fidel Castro, Che Guevara, Brezhnev y Kim Il Sung, las obras de Marx, Engels y Lenin, los manuales de marxismo-eninismo dela Unión Soviética, tediosas novelas soviéticas, nada deliteratura estadounidense o europea occidental contemporánea, y tampoco había textos de Mario Vargas Llosani de ningún escritor o artista que hubiese criticado el sistema ni de ningún cubano que hubiese "traicionado", como se referían a quienes votaban con los pies para no participar en elecciones donde los candidatos fidelistas ganaban (y siguen ganando) con más del 95% de los votos.
A los jóvenes nos estaba prohibido usar melena, barbay pantalones pata de elefante, y recuerdo que Silvio Rodríguez, notablecompositor y acérrimo defensor del régimen, estuvo entonces "censurado" por su indumentaria y melena "diversionista ideológica". No, no había queser agudo observador ni indagar en estudios reservados para concluir queesos sistemas no funcionaban porque sus fracasos -aunque maquillados estaban a la vista.
La insistencia desde 1959 en un modelo queno funciona hasepultado ala bella Cuban la miseria, ha detonado una emigración galopante dejóvenes, la ha vuelto dependiente de donaciones hasta de Vietnam, país que libró guerras contra Francia, Estados Unidos y China quelo devastaron, y que hoy tiene estrechas relaciones con Washington y se convirtió en una de las economías más prósperas del mundo gracias a sus reformas Moi Doi. Esta opción fue descartada por Fidel Castro, temeroso de que un empresariado emergente y una clase media pujante amenazaran su poder absoluto.
Lotrágicoes queantes dela revolución, la isla exhibía junto a Argentina y Uruguay el más alto nivel de vida de Amémás alto nivel de vida de AméTEAMO CUBA, TEAMO CUBA, ricaLatina (ver Cepal). Cuando llegué a Cuba, yase percibía el acelerado deterioro delos últi mos quince años, pero aún estaban frescas ciertas huellas del esplendor de la que había sido "La Perla del Caribe". Frentea la modernidad de urbanizaciones, barrios, escuelas, parques, hoteles y hospitales, carreteras, super tiendas y supermercados, los grandes automóviles y la silueta de sus altos edificios, frentea toda esa vida no del todo fenecida pero vital y resplandeciente en la memoria de muchos, vida que había incluído ferries y vuelos diarios a Miami antes de Castro, nuestro Santiago emergía como una ciudad gris, modesta, aislada, Por eso los cubanos prefieren hasta hoy el modelo estadounidense al soviético o ruso. Ellos conocen «por experiencia propia o conversaci nes las diferencias entre las épocas de predominancia estadounidense y soviética.
Lokafkiano es que Cuba ha Lokafkiano es que Cuba ha Lokafkiano es que Cuba ha vivido 65 años, es decir, más de la mitad de sus 122 años de vida independiente, bajo la dictadura de dos hermanos, que su anquilosada dirigencia se niega a dialogar con la ciudadanía y los millones de emigrados, y que como carece de proyecto viable de futuro, sigue encajonando al país. en un callejón sin salida.
Y todo este drama enla mayor delas Antillas, en un inmenso polo de atracción del turismo mundial, con una situación geográfica envidiable entre EEUU y Europa, entre América del Sur y del Norte, con un lobby que representaría sus intereses en el mismo congreso estadounidense y una legión de exitosos empresarios cubano-americanos asentados a 90 millas de sus costas con el capital y el deseo de invertir en latierra dondenacieron ellos osus antepasados.
Como veinteañero no me equivoqué al hacer el diagnóstico del comunismo pues era sólo cosa de mirar la realidad sin anteojeras y escuchar alos cubanos y alemanes orientales pero en confianza, y olvidarlo que estaban obligados a manifestar en público. He perdido ya demasiados amigos cubanos que murieron en la isla o el exilio sin ver a su país libre, pero confio en ese país queaprendía querer entrañablemente.
Después de 65 años es hora de que los cubanos todos puedan decidir en elecciones libres y pluralistas si quieren más socialismo o prefieren intentar un camino nuevo hacia la democracia, la libertad y la prosperidad. Sus dirigentes no debieran temer una derrota porque si la revolución goza de tanto apoyo popular como ellos afirman, arrasarán en elecciones libres.
Lo que es yo, cada mañana siento más próximo el día en que-parafraseandoal gran Pablito Milanés en su canción sobre Santiago millones pisarán nuevamente las calles de La Habana y en una hermosa plaliberada se detendrán a lorar por los ausentes. s s.