El cuidado como lenguaje político
El cuidado como lenguaje político Hay silencios que pesan más que los gritos. Chile entero, de Arica a Magallanes, parece vivir con un zumbido de fondo: ansiedad, insomnio, desconexión. Un 13 % de su población vive con síntomas severos de depresión. En las estadísticas, esa cifra puede parecer un número más. En la vida real, son abismos abiertos, cuerpos que se levantan sin sentido, jóvenes que no encuentran un futuro donde proyectarse. Y peor aún: cada día, seis personas deciden terminar con su vida. El suicidio ha pasado a ser una de las causas de muerte en nuestro país, lo que refleja un llamado de auxilios de la sociedad toda. Es una tragedia cotidiana que pareciera no hace ruido, porque ocurre en la intimidad de una habitación cerrada o de un campo olvidado. Entre los adultos mayores, la tasa de suicidio puede llegar a 48,6 por cada 100 mil habitantes. En el Maule, se ha mantenido estancada en torno a los 12. Son cifras que duelen, porque hablan de vidas que hemos sabido cuidar, de generaciones enteras que envejecen en la sombra, de adolescentes que nadie escuchó a tiempo. Por ello hay que destacar que en medio del desgarramiento, aparecen gestos que conmueven.
En Villa Alegre, donde la desaparición de la concejala María Ignacia González dejó una herida profunda, la Seremi de Salud del Maule, Carla Manosalva, no esperó a que llegaran las soluciones desde Santiago ni a que se enfriara el dolor. Llamó, articuló, se reunió con equipos, levantó la Mesa de Salud Mental y Apoyo Psicosocial (SMAPS). Lo hizo con urgencia, con claridad, con humanidad. Es una forma de comenzar a reconstruir nuestra herida comunidad villalegrina. Eso es lo que se espera de un Estado que merezca ese nombre. No la indiferencia disfrazada de informes. No la pasividad ante el dolor ajeno. Lo de Carla Manosalva en Villa Alegre es un gesto que debe ser reconocido, porque marca un precedente. Porque demuestra que la salud mental no es un anexo de la política pública, sino su nervio vital. No se puede construir comunidad sobre el descuido emocional. No se puede hablar de justicia, sin empatía. Villa Alegre ya no es la misma, no lo digo yo, me Villa Alegre ya no es la misma, no lo digo yo, me lo comentan amigos, vecinos.
La ausencia de María Ignacia arde en preguntas que siguen latiendo Jaime González Sanhueza. en cada conversación, en cada calle, en cada hogar,. imegonzalezsgmail. com en cada esquina, no sin antes sentir desconfianza y miedo de su entorno. Creo que esta nos plante la seria posibilidad de transformarnos como comuna. Más allá de las diferencias políticas, afectivas, generacionales, este es el momento de decidir qué tipo de comunidad queremos ser. Podemos seguir esperando verdad y justicia. Podemos seguir esperando que el sistema nos rescate, o podemos también empezar a sostenernos como red. Hay dolores que no se curan solos, pero hay gestos que salvan. Y el de la Seremi de Salud del Maule, Carla Manosalva --concreto, rápido, humanoes uno de ellos. La salud mental es, al final, una forma de democracia. Es el derecho a ser escuchado, a no caer solo, a habitar un mundo que no te expulse cuando estás roto. Y prevenir, en este tiempo, no es solo técnica. Es ética. Es poesía. Es política en su forma más alta. ¡Renacer es un deber de todas y todos!.