Notas artificiales
Notas artificiales El sistema escolar, tanto si se consideran las pruebas nacionales como las internacionales, se encuentra estancado en sus logros educativos por aproximadamente una década. Aún más, en el caso de segundo medio, en particular, ha habido, según el Simce, un retroceso relevante en los aprendizajes. Pero, paradójicamente, las notas de enseñanza media muestran un aumento muy significativo en la misma década. En efecto, se puede comprobar que en el proceso de admisión a la educación superior de 2012 el promedio con que se presentaron los jóvenes egresados de la enseñanza media fue de 5,53. En ese momento existían importantes diferencias por dependencia de los planteles: los particulares pagados tenían un promedio de 5,85; los particulares subvencionados, 5,51, y los estatales, 5,46. En la admisión 2024 el promedio de notas había subido a 5,92: un alza de casi cuatro décimas. Es un cambio significativo, donde también las brechas entre dependencias se hicieron más agudas. Ahora, los egresados de colegios particulares pagados tuvieron un promedio de 6,35, es decir, su promedio subió en cinco décimas. En el caso de los particulares subvencionados, los jóvenes egresaron con un 5,92, y los de liceos públicos, con un 5,79. En otras palabras, ha habido una inflación de notas galopante. Como parece más razonable creerles a las pruebas estandarizadas, esta realidad es indicativa de una reducción importante de las exigencias escolares. El fenómeno ha tenido consecuencias negativas en la universidad, cuyos estándares sobre todo en el caso de las más selectivas son, engeneral, elevados. Una parte de los problemas de salud mental que han emergido en estas parece obedecer a esa brecha de exigencias. En este período ha habido dos situaciones que se habrían retroalimentado para producir este efecto. Por un lado, la introducción del ranking de notas para el proceso de admisión de 2013 que, en rigor, resultó ser una bonificación de ellas aumentó considerablemente su peso en la admisión. Fue una decisión que no se maduró suficientemente. Desde luego, solo las brechas en notas que existían entre distintos tipos de establecimientos ya invitaban a la cautela. En definitiva, la presión hacia los colegios y liceos para mejorar las posibilidades de sus estudiantes se hizo sentir y empujó las notas hacia arriba. Por otro lado, la pandemia produjo un nuevo retro-ceso en las exigencias y también un mayor interés por ingresar a la educación superior, redoblando esas presiones. Se debe revisar la manera en que las notas se incorporan en el proceso de admisión. Las decisiones que se toman en esta materia tienen un tremendo impacto sobre el sistema escolar. Precisamente, en los últimos meses se ha estado evaluando modificar el modo en que se define el ranking y el camino que se elija puede tener nuevamente un impacto enorme. Pero los establecimientos educacionales, que sufren ese impacto, parecen una vez más no estar siendo consultados. Se discute entre expertos, pero sin la transparencia que una cuestión así merece. Y, claro, como pasó con la introducción del ranking, nadie asumirá más adelante la responsabilidad por los efectos que este cambio traiga sobre el sistema escolar. Ha habido una inflación de notas galopante, indicativa de una reducción de las exigencias..