El triunfo de Trump
Señor Director: Me refiero a las columnas de Loreto Cox y Cristián Warnken sobre el triunfo de Trump. Coinciden en considerar al candidato republicano como un "energúmeno”, aunque Cox es explícita al caracterizarlo como impredecible y divisivo. Recalca también su oposición a las vacunas, a la institucionalidad democrática y que representa "un riesgo inaceptable para los EE.UU.
Y el mundo". Afirman que el principal culpable de este triunfo es el Partido Demócrata, que como numerosos partidos de centroizquierda e izquierda ha sido capturado por "las identidades de género y raciales”, no ha sabido reconocer los problemas económicos que afectan a los trabajadores y clases medias, y sobre todo las perspectivas negativas que tienen sobre lo que será la vida de sus hijos y nietos. Una amplia literatura deja en evidencia que asistimos a fenómenos nuevos y complejos.
El amplio apoyo de las mujeres a Harris y de los hombres a Trump apunta a que la desigualdad de género no es un invento, lo que incide, además, en el crecimiento electoral de Trump entre los hombres negros y latinos. Crucial es también la responsabilidad de la dirigencia republicana en la apropiación del partido por parte de Trump. También en otros países, la ultraderecha desplaza a la derecha tradicional. La inmigración masiva responde no solo a las debilidades de las fronteras, sino a problemas de tal gravedad en los países de origen que lleva a sus habitantes a emigrar poniendo en riesgo su vida.
Harris propuso una serie de medidas para abordar los problemas económicos; pero la idea de Trump de establecer impuestos a las importaciones aparece como la solución simple al complejo trade off entre importar bienes baratos y la defensa del empleo calificado. El problema de fondo radica en la dificultad de izquierdas y derechas de estructurar soluciones reales frente al facilismo populista.
A esto se suma lo que Charles Taylor denomina “degeneración” de la democracia, que lleva a los ciudadanos a sentir que carecen de la posibilidad de resolver sus problemas y los nuevos desafíos: la posverdad, las redes sociales, la polarización tóxica, la hubris y el desconcierto ciudadano, todo lo cual conspira contra la efectividad de la democracia. EUGENIO RIVERA URRUTIA Director ejecutivo Fundación Casa Común