Autor: POR Sebastián Montalva Wainer.
El innovador de LA ESCALADA
El innovador de LA ESCALADA. WAVLATNOMNÁITSABES Así como tantas veces en su vida buscó la ruta más directa para escalar una pared inexplorada, Jozsef Ambrus es directo para decir lo que pocos montañistas asumen.
Para Ambrus, andinista, escalador y geólogo húngaro-chileno de la vieja escuela, que en los años sesenta subió alrededor de cien cumbres en los Andes centrales, más de la mitad de ellas por rutas nuevas, la escalada es un deporte esencialmente competitivo, en el que prima el individualismo y el compañerismo es circunstancial y vinculado a un objetivo específico.
Así lo plantea en 17 crónicas sombrías, uno de los dos libros autobiográficos que ha publicado, donde recuerda la decepción que sintió en 1962, cuando su amigo Julio Garreaud subió por primera vez y en secreto, junto a Carlos Sepúlveda la Placa Roja, una emblemática pared en Baños Morales, siendo que habían planeado escalarla juntos; y también lo ha repetido en diversas entrevistas que ha dado sobre su carrera a lo largo de los años. “El que me diga que el montañismo no es competitivo, está mintiendo. Existe una competencia, aunque sea con uno mismo”, le comentó en 2006 a la revista Escalando.
“Pero para este tipo de competencia no necesitas público, ni que te aplaudan”. Hoy, apoyado en la mesa del bar que tiene en su departamento en Las Condes, ubicado en el piso 20 de un edificio con vista en 360 grados a toda la ciudad de Santiago, cumbres incluidas, Ambrus vuelve a referirse a sus primeros ascensos y de pronto dice: Ni como montañista ni como geólogo me han regalado siquiera una medallita.
Es una soleada mañana de agosto y Jozsef Ambrus 81 años, estatura mediana y contextura gruesa, unos pocos cabellos, canosos, una esposa, dos hijos, seis nietos está hablando sobre su vida como montañista, y nuevamente lo hace sin rodeos.
Aunque su voz se escucha bajita, quizás debido a una gripe que lo hace carraspear a menudo durante esta entrevista, o a que en el último tiempo ha estado delicado de salud (hace unos años estuvo interSURBMAFESZOJOVIHCRA : SOTOF Y además fue protagonista de travesías asombrosas, como el cruce en solitario durante 10 días de los glaciares Olivares, desde el glaciar Juncal Sur hasta Farellones, en la cordillera de Santiago, una aventura que realizó en el verano de 1965, mientras era estudiante de Geología en la Universidad de Chile, pero en un escenario que ya no existe: el hielo por el que caminó aquella vez, orientándose a puro ojo e intuición, se derritió por completo. Ambrus sabe bien el valor de las rutas que hizo hace seis décadas, pero no se considera una persona fuera de lo común. Yo encuentro que hoy día los montañistas jóvenes hacen más cosas que nosotros asegura Ambrus, en el living de su casa. Los cabros a veces nos dicen que éramos héroes, porque íbamos con bototos de cuero pesados, pero eso no era tan así. Yo tenía unos bototos Bata brillantitos, que eran buenos para la marcha. Servían. Tampoco había demasiada preocupación por eso. Era lo que había no más.
Jozsef Ambrus comenzó a cultivar su pasión por las montañas a los 12 años, cuando subió su primera cumbre: un cerrito llamado Peña del Águila, en Sierras nado de gravedad por una insuficiencia renal crónica, y ahora viene saliendo de una operación de cataratas, de la que dice no quedó muy bien), sus palabras se escuchan sinceras.
Es más: para evidenciar el poco reconocimiento que dice haber tenido por sus logros, de pronto saca desde un mueble un piolet que le regaló su amigo Rubén Lamilla hace unos años, y lo muestra sonriente, parándose justo entre dos grandes fotos de sus montañas favoritas el cerro Arenas y el Mesón Alto, en el Cajón del Maipo, que él subió por primera vez en los sesenta y que tiene enmarcadas en el pequeño bar de su departamento. Este piolet no era para mí: es el regalo que recibió cada uno de los escaladores que hicieron la segunda ascensión al Mesón Alto, en 1978,12 años después de nosotros explica Ambrus. Cuando subimos ese cerro por primera vez, no nos dieron ni la hora. Aunque su nombre quizás no resuene a nivel masivo, Jozsef Ambrus es, sin duda, una figura legendaria del andinismo nacional.
Sus ascensos pioneros en los años sesenta, que hizo principalmente en la cordillera entre Santiago y Colchagua, en una época en que apenas había información y los equipos eran mucho más básicos, lo han convertido en una especie de héroe olvidado, sobre todo para quienes se interesan en la historia del montañismo y han seguido sus pasos.
Ambrus fue el primero en escalar hitos que hoy son clásicos de los Andes, pero aún consideradas de alta dificultad, como la pared sur del cerro Arenas, que logró en 1962, con solo 18 años, o la sur del Mesón Alto, que subió en 1966.
También realizó exploraciones inéditas en la cordillera de OHiggins específicamente en el sector de la Sierra del Azufre y el volcán Palomo, muy poco conocido incluso hoy, donde en 1964 logró 20 nuevas cumbres junto a sus compañeros del Club Andino Mañke, e incluso bautizó algunas de ellas (como el cerro Budapest, en homenaje a su ciudad natal). de Bellavista, cordillera de San Fernando, donde sus padres inmigrantes húngaros que llegaron a Chile en 1949 habían construido una casa de veraneo. A ese cerro fui solo, pero al regreso se me hizo de noche y me perdí. Entonces me puse a gritar, llamando a mi papá. Al final, fueron a buscarme con una lugareña y unos huasos y me encontraron arriba. Mi papá me retó duramente y me castigó, pero fue por no haber llevado un fósforo. Con un fósforo, decía, podía haberme salvado. P o c o a p o c o, Ambrus se fue enamorando de todas esas montañas que veía a diario, para él la parte más linda de la cordillera de los Andes. Subir cerros era una entretención, pero cuando subía, lo que más me llamaba la atención era ver que más allá, en el horizonte, había más cumbres, montañas más altas, misteriosas. Y tenía el deseo de ir algún día hasta allá. A los 15 años, durante una salida al cerro San Ramón, conoció a Claudio Lucero, que por entonces era instructor del Club Andino Mañke, y se unió a ellos. Su primera expedición de alta montaña fue justamente con Lucero al cerro Placas, en el Cajón del Maipo. Pero pronto, su interés por el montañismo tradicional fue cambiando por la nueva disciplina de moda: la escalada.
Estando en el Club Mañke conocería a sus futuros compañeros de cordada, como los primos Iván y Omar Vigoroux, el español Miguel Gómez o César “Chico” Vásquez, el gran referente de su época, que abrió varias rutas de gran complejidad, pero murió en 1970, a los 30 años, en un accidente de helicóptero. Abandonamos rápido a Claudio Lucero porque queríamos más emoción recuerda Ambrus. El imán de la escalada no está tanto en la dificultad, sino en la innovación. Yo podría haber ido a muchas paredes, pero nunca lo hice, porque ya las habían subido. Lo que nos interesaba era que nadie hubiera escalado esa pared antes. Y como no sabíamos si era difícil o no, la idea era ir y ver hasta dónde llegábamos. La carrera de montañista de Jozsef Ambrus fue corta: duró unos siete años. Su última gran pared fue el Mesón Alto, en 1966, cuando ya terminaba su carrera de geólogo.
De hecho, en algún momento pensó en dedicarse a la Glaciología, disciplina cada vez más relevante gracias al impulso que había dado en Chile el francés Louis Lliboutry, e incluso tuvo la posibilidad de participar en una expedición científica a la Antártica. Sin embargo, diferencias personales con uno de los organizadores finalmente lo dejaron fuera de ese viaje. Pero lo que lo alejó definitivamente del montañismo de alto nivel fue un asunto familiar.
En 1968, durante una salida de la rama de montañismo de la Universidad de Chile, que Ambrus dirigía por entonces, uno de sus alumnos tuvo una crisis de pánico en la ladera de un cerro, lo que los obligó a pasar una noche más a la intemperie. Como eso no había sido planeado, al volver tarde a casa, su mujer que ya esperaba a su segundo hijo lo recibió muy alterada: había temido lo peor. “Ahí supe que mi pasión por la montaña no podía significar el sufrimiento de otros, y que era el momento de ir cambiando de vida”, le contó Ambrus a la revista Escalando. Ese cambio de vida fue un paso lógico: Ambrus decidió consolidar sus estudios universitarios y convertirse en geólogo a tiempo completo. Es la vida que ha seguido desde entonces.
Como no pudo estar en esa expedición a la Antártica, Ambrus aceptó una oferta que lo llevó a tener su primer trabajo profesional: fue en el proyecto La Paloma de la mina Disputada de Las Condes. Más tarde, con esa experiencia, se fue a vivir junto a su esposa e hijos a Chuquicamata, donde terminó convirtiéndose en geólogo jefe de Codelco-Chile, labor que cumplió hasta fines de los 70. Luego viajó a España para hacer un doctorado y, al volver, comenzó a dedicarse a las consultorías de exploración de depósitos mineros.
De hecho, en 1987, Ambrus fue el responsable de la obtención y desarrollo del yacimiento de plata-oro de La Coipa, en la Región de Atacama, que llegó a ser uno de los más importantes del mundo. Así que a Jozsef Ambrus le ha tocado vivir dos vidas, una como montañista y otra como geólogo. Y en ambas dice haber intentado lo mismo; ser conocido como montañista entre los montañistas, y como geólogo entre los geólogos. Nunca he querido estar con los cables cruzados dice hoy.
Sin embargo, las entrevistas que ha dado, y también los libros que ha escrito, siempre lo hacen volver a los gloriosos años sesenta, cuando forjó su leyenda como montañista y explorador de nuevas rutas en los Andes, una característica que, según él, ha cambiado desde entonces.
“Actualmente, la mayoría de los escaladores prefieren renunciar a la incertidumbre y repiten una y otra vez las rutas abiertas en condiciones especiales (en menos tiempo, en invierno, solo, etcétera), lo cual también satisface su apetito por la competencia”, escribe en su libro 17 crónicas sombrías.
“Para nosotros, el desafío de hacer una primera era tan grande que cualquier ruta ya recorrida perdía interés (). Pocos escaladores de hoy pueden exhibir realizaciones parecidas, pero en honor a la justicia, la disponibilidad de rutas nuevas se ha hecho cada vez más escasa y las que quedan son o más difíciles o menos visibles”. Pese a esto, Jozsef Ambrus dice que aún quedan lugares vírgenes y nuevos objetivos por cumplir. Y lo ejemplifica con una historia que le ocurrió hace poco. Hace un tiempo, Felipe González (un escalador más joven) se acercó a pedirme datos de rutas nuevas que valía la pena intentar cuenta Ambrus. Entonces yo le recomendé una de las travesías más lindas que he hecho, que es unir el cerro Valdés con la cumbre Sur y Principal del Catedral, en el Cajón del Maipo. Pero Felipe partió por el Catedral y finalmente terminó haciendo una ruta nueva y tremenda. Inventó algo mejor. Así que el espíritu de innovar no ha muerto. Esa posibilidad existe siempre. D. En los años sesenta subió más de 100 montañas y más de la mitad de ellas lo hizo por rutas nuevas, que tardaron años en repetirse. Aunque su carrera fue corta, Jozsef Ambrus sigue inspirando a generaciones. “El espíritu de innovar no ha muerto”, dice hoy, a seis décadas de los logros que lo convirtieron en leyenda. JOZSEF AMBRUS: MITO. Pared sur del cerro Arenas, la primera gran escalada de su vida, que hizo en 1962 junto a César Vásquez y Miguel Gómez. LOGROS. La carrera de Ambrus duró unos siete años. Aquí, en la Punta Zanzi. MESÓN ALTO. Después del primer ascenso en 1966, hecho por Ambrus y Gastón Oyarzún, su pared sur estuvo 12 años sin ser escalada. SEÑAL. Ambrus con el piolet que no era para él: fue el premio para el segundo ascenso del Mesón Alto. FIGURAS. Ambrus y César “Chico” Vásquez, prócer del andinismo en los 60.