Los demócratas en shock
Casi una semana de la elección presidencial en Estados Unidos, el Partido Demócrata todavía está absorbiendo el impacto de la derrota.
El triunfo de Donald Trump no sólo instaló al expresidente de vuelta en la Casa Blanca, con una mayoría histórica de 74,83 millones de votos (50,4 %) frente a 71,24 millones (48%) de la vicepresidenta, Kamala Harris. Es la primera vez en veinte años, de hecho, que un postulante republicano se impone en el voto popular. Trump ganó en casi todos los estados que se suponía clave, como Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin.
Junto con ello, el Partido Republicano recuperó el control del Senado, con 53 escaños (cuatro más de los que tenía) por 46 delos demócratas, y amplió su ventaja en la Cámara de Representantes, con 214 escaños (+2) frente a los 203 de los demócratas (22). Por supuesto, ni Trump ni los jefes de partido pueden garantizar la lealtad de sus legisladores a todo evento, pero las cuentas, a priori, le danal mundo conservador una mayoría que les permitiría configurar a su gusto no las políticas de gobierno.
El shock de la derrota ha ido dando pa- “Crecen las voces que advierten que no se trata de un problema de Harris, de Biden o de la campaña, sino que es el propio partido el que ha perdido el rumbo”. So a las recriminaciones, pero también a ciertos intentos de comprender el porqué de números tan abrumadores.
Las críticas, en primer lugar, han caído sobre Harris, a quien se acusa de dedicar más a alertar sobrelos peligros potenciales de Trump, en lugar de enfocarseprioridades de la ciudadanía, como la economía o la inmigración ilegal. También se ha apuntado a Biden, por dilatar por demasiado tiempo su renuncia.
Pero cada día crecen las voces que advierten que no se trata de un problema de nombres o de la campaña, sino que es el propio Partido Demócrata el que ha perdido el rumbo, alejándose de los intereses de las mayorías.
Lo habían advertido primero investigadores de raigambre liberal, como Mark Lilla, académico de la Universidad de Columbia, pero también lo hizo la semana pasada el senador Bernie Sanders, líder de la facción más izquierdista del conglomerado: un partido que ha abandonado a la clase trabajadora, dijo, no debería sorprenderse de que la clase trabajadora lo haya abandonado.
“Esto fue un repudio generalizado al Partido Demócrata en todos los niveles”, acusó el estratega demócrata Chris Kofinis en una entrevista, advirtiendo que el apoyo a los demócratas de celebridades como Oprah Winfrey o Beyoncé podría dar la sensación, entre los votantes, de un partido lejano a las preocupaciones de la gente común.
Otros analistas, como Mark Penn, demócrata, y Patrick Ruffini, republicano, han observado una migraciónhacia la derechade los votantes menos educados, de más larga data y motivada más por cuestiones emocionales que por diferencias políticas sustanciales entre los candidatos.
Ruffini, que en 2023 publicó un libro (“Partido del Pueblo”) alertando sobre la construcción de una nueva coalición populista multirracial en torno al Partido Republicano, ha señalado que el resultado del 5 de noviembre pasado no corresponde a una sorpresa, sino a una tendencia que ya se había insinuado en la elección de 2020. Como sea, es probable que este sea una de las discusiones que domine el debate político de los próximos años en el campo de las izquierdas, no sólo en EE.UU. Sino en el mundo entero.