EDITORIAL: LA CUENTA PÚBLICA DEL PRESIDENTE BORIC,Testamento político a las bases
EDITORIAL: LA CUENTA PÚBLICA DEL PRESIDENTE BORIC, Testamento político a las bases Con Con una oratoria que rozó las dos horas y media, el presidente Gabriel Boric ofreció este domingo su última Cuenta Pública desde el Congreso Nacional en Valparaíso.
Fue un discurso cargado de simbolismos, balances y definiciones políticas, en el que el mandatario no solo defendió el legado de su gestión, sino que también buscó delinear el marco del debate electoral que se avecina para noviembre de 2025. En los hechos, Boric no habló solo como Jefe de Estado en retirada: habló también como líder de un proyecto político que pretende proyectarse más allá de La Moneda. A nueve meses del término de su mandato, el presidente eligió un tono directo y en varios pasajes confrontacional, particularmente hacia la derecha.
Si bien reiteró llamados al diálogo y a los grandes acuerdos, subrayó que muchas de las transformaciones alcanzadas como la ley de 40 horas laborales, el salario mínimo de 510.636 pesos, la reforma previsional o la Estrategia Nacional del Litio no habrían sido posibles bajo un Gobierno de signo distinto. Y en ese punto fue categórico: “Los gobiernos encarnan proyectos distintos”, sentenció, fijando una línea divisoria clara de cara a las próximas elecciones.
Entre los temas que marcaron esta cuenta pública destaca el nuevo proyecto de aborto legal hasta las 14 semanas, una bandera que reabre un debate profundamente polarizado y que, aunque difícilmente avanzará en lo que queda de su gestión, marca terreno ideológico. Boric apeló al Congreso a no negarle siquiera la discusión democrática, interpelando directamente a quienes se oponen a ampliar las actuales tres causales. La respuesta fue una ovación de sus adherentes y el inmediato rechazo de los principales candidatos de la derecha: Evelyn Matthei, José Antonio Kast y Johannes Kaiser.
Pero si hubo un anuncio que tendrá consecuencias más tangibles en el corto plazo, fue el fin del carácter especial de la cárcel de Punta Peuco, construida en 1995 para albergar a violadores de derechos humanos de la dictadura. “No existe justificación para ese privilegio”, declaró el mandatario, asegurando que el penal se transformará en una cárcel común bajo criterios penitenciarios, no políticos. Se trata de un gesto simbólico, pero también profundamente político, que responde a una deuda histórica con las víctimas del terrorismo de Estado. A nivel internacional, Boric reafirmó su perfil como defensor de los derechos humanos, sin distinciones ideológicas. Cuestionó con dureza al régimen de Vladimir Putin en Rusia, al “fraude electoral” en Venezuela, la dictadura familiar en Nicaragua y, de forma especial, a la deriva autoritaria de Nayib Bukele en El Salvador. “Por muy popular que un mandatario sea, retroceder en derechos siempre termina costando caro”, advirtió, en un mensaje con destinatarios internos que admiran ese modelo de mano dura.
Respecto al conflicto entre Israel y Palestina, el presidente chileno fue aún más directo: calificó las acciones del gobierno de Netanyahu como “genocidio y limpieza étnica” y anunció medidas concretas como el patrocinio a un proyecto de ley que prohíbe importar productos desde territorios ocupados ilegalmente, así como la diversificación de relaciones comerciales de defensa para dejar de depender de la industria militar israelí. Apoyó además un embargo de armas, siguiendo el ejemplo de España. En este punto, Boric no solo habló como jefe de Estado, sino también como parte de un grupo internacional que busca fijar postura frente a una crisis humanitaria persistente.
En el ámbito económico, el mandatario defendió su gestión señalando que, a pesar del estancamiento estructural de más de una década, “la economía ya está en inflexión”. Reivindicó los ajustes fiscales de 2022 como una decisión responsable, subrayando que no se hizo “a costa de los trabajadores”. Mencionó también el crecimiento económico, aunque reconoció que “no ha sido suficiente”. Fue un balance realista, pero también optimista, que contrasta con la desafección ciudadana reflejada en las últimas encuestas, donde su aprobación ha caído al 22%, diez puntos menos que al inicio de su mandato.
En salud, el anuncio de incorporar nuevas enfermedades al sistema GES, facilitar tratamientos de fertilidad y avanzar en ampliaciones del Metro de Santiago incluyendo su llegada al Aeropuerto y a zonas históricamente marginadas como Lo Espejo son medidas que, si bien no transforman el eje de su gestión, pueden dejar un sello social en la recta final del Gobierno. No obstante, el gran ausente en su discurso fue la corrupción. Aunque mencionó una agenda anticorrupción, evitó toda alusión directa a los casos que han golpeado a su administración y al oficialismo, como los escándalos ligados a fundaciones. En un país donde la transparencia se ha vuelto una demanda transversal, este vacío resulta notorio, incluso para quienes simpatizan con su proyecto. En resumen, esta última cuenta pública fue más que un balance: fue un testamento político. Boric eligió confrontar, marcar diferencias y reforzar la identidad de su sector. No buscó agradar a todos, sino hablarle a sus bases y perfilar el debate que vendrá. Y en ese sentido, cumplió. Fue el discurso de un presidente que se va, pero que no se rinde a la irrelevancia. Un presidente que quiere que su legado sea parte del futuro de Chile, aunque sea desde la vereda de enfrente. T).