Autor: Víctor Hernández Sociedad de Escritores de Magallanes
Los primeros años de la Aviación y del Club Aéreo de Magallanes
E Muchos proyectos pioneros para el desarrollo de la Aviación en Magallanes se paralizaron luego de la abrupta caída del poder del Presidente Ibáñez del Campo, producto de las masivas protestas populares en su contra que propiciaron su renuncia el 26 de julio de 1931. Mpieza zo y de inmediato se viene el recuerdo de épocas pasadas en que las grandes y más importantes actividades que se planificaban anualmente comenzaban a ejecutarse a partir del tercer mes del año. Al revisar diarios y periódicos antiguos, era común constatar el retorno a clases de los estudiantes, o la notificación escrita que certificaba la nómina de los alumnos aceptados en las antiguas Escuelas Normales. Se percibía una bullente actividad política, societaria, cultural, teatral y cinematográfica. Esto era un reflejo de lo que a grandes rasgos se observaba en los primeros años de la década del treinta del siglo pasado. Magallanes había adquirido hacía poco la categoría de Provincia lo que redundó en el surgimiento de las primeras colectividades políticas y en la aparición de noveles señales de radiodifusión.
Por espacio de diez años la ciudad de Punta Arenas cambió su nombre por el de Magallanes, lo que produjo una serie de alteraciones en la vida productiva y trastornos en las comunicaciones con el austro.
Es en esta época, plena de significativas transformaciones estructurales en la zona en que se produjo a Magallanes el vuelo de los aviadores militares encabezados por Arturo Merino Benítez, se fundó la Fuerza Aérea de Chile, se creó el Club Aéreo de Magallanes con la formación de los primeros pilotos civiles con instrucción militar y se conocieron las primeras hazañas aeronáuticas que revelaron el temple de los hombres de antaño, aquellos que hicieron posible que Magallanes rompiera su tradicional aislamiento geográfico con el establecimiento de un servicio aéreo permanente en la Provincia.
Sin embargo, muchos proyectos pioneros para el desarrollo de la Aviación en Magallanes se paralizaron luego de la abrupta caída del poder del Presidente Ibáñez del Campo, producto de las masivas protestas populares en su contra que propiciaron su renuncia el 26 de julio de 1931.
Pese a este incierto panorama, y al precario material de vuelo que disponía el Grupo de Anfibios en el mes de enero de ese año los aviadores cooperaron con los técnicos norteamericanos contratados por el Gobierno de Chile, para comprobar el hallazgo de petróleo en Tres Puentes, en las inmediaciones de Punta Arenas.
En marzo de 1931, luego de un violento temporal en la zona, y pese a la destrucción del Curtiss Falcon que operaba la unidad, se produjo el amarizaje de los hidroaviones “Dornier Wal” N*15,16 y 18 del Grupo de Quintero al mando de los capitanes Manuel Hurtado, Carlos Abel Kreft, y el teniente Manuel Vega, trayendo de copilotos a los tenientes Manuel Gatica, Rodolfo Marsh y Alfonso Scheihing.
En la oportunidad, Hurtado aseguró al vespertino El Magallanes en su edición del 28 de marzo que “pese a los contratiempos se levantaría la primera carta aérea entre Puerto Montt y Punta Arenas, en paralelo se construiría un hangar metálico para la Base, y se contaría a la brevedad con un Sikorsky para operar en la zona”. Conmnotados y entusiastas vecinos de la región, constituyeron en las oficinas de la Comandancia de la Escuadrilla de Anfibios N*2, el Club Aéreo de Magallanes con asiento en Punta Arenas, el 23 de mayo de 1931.
Su primer Directorio fue conformado por el capitán Santiago Leitao te, el intendente Manuel Chaparro como vicepresidente y el teniente Arturo Meneses como secretario; en tanto, los señores Cipriano Arias, Alfredo Landolt y Alfonso Suárez of1ciaron como directores.
Sin embargo, el 27 de junio de ese año un nuevo infortunio retrasó los planes trazados en el sentido de autorizar a los oficiales para que instruyeran a civiles en el arte de volar, luego de producirse el accidente de Puerto Bories, que costó la pérdida del segundo Curtiss Falcon que disponía la Escuadrilla salvando ilesos del accidente el capitán Leitao y el mecánico Evaristo Poblete.
En tanto, el 7 de julio de 1931, el Presidente Ibáñez dictó el Decreto N*188 que dividió el territorio nacional en cinco zonas aéreas quedando la última de ellas con asiento en la provincia de Chiloé, en la Base de Puerto MonttChamiza, y que comprendía además, a las provincias de Chiloé, Aysén y Magallanes. Club Aéreo de Magallanes y surgimiento de los primeros pilotos civiles El 1 de abril de 1932 comenzó a funcionar de manera oficial el aludido Club Aéreo local.
En estricto rigor, fue el segundo constituido en Provincia, sólo superado por el de Temuco, fundado el 22 de octubre de 1929 y tercero a nivel nacional si se considera al Club Aéreo de Chile, erigido en Santiago en 1928. En principio, la instrucción estuvo a Cargo de los oficiales Hurtado, Vega y Latorre.
En el tomo IT, páginas 604 y 605 de la obra “Historia de la Fuerza Aérea de Chile”, de Edgardo Villalobos, se hace una breve síntesis de la complicada realidad económica que sufrió el país en esos años y que mermó las posibilidades de estas agrupaciones, puntualizando: “El mantenimiento del material de vuelo de la aviación civil era realizado por personal de la Fuerza Aérea, como una forma de ayudar a su funcionamiento. La situación fue extremadamente difícil durante ese período recesivo y a pesar de todos los esfuerzos, alcanzó ribetes críticos.
En 1931, la aviación civil había logrado volar 1.571 horas, en tanto que en 1932 dicha cifra bajó prácticamente a la mitad, con un total de 784 horas, la más baja desde la fundación del Club Aéreo de Chile en 1928”. En Punta Arenas los pilotos se entrenaban en Cabo Negro, al norte de la ciudad o en los terrenos baldíos de Bahía Catalina, aunque las pruebas finales las efectuaban en el Club Hípico. De esta manera, el 29 de octubre de 1932, Carlos Fischer y Tomás Saunders se convirtieron en los primeros aficionados en obtener su brevet de aviador civil. Este logro inicial motivó a otros jóvenes a incursionar en nuevos y sucesivos ejercicios. Pronto se sumaron los nombres de Cipriano Arias, Enrique Abello, Arturo Solo de Zaldívar, Francisco Bermúdez y Franco Bianco. Para el verano de 1934 el Club Aéreo de Magallanes estaba en pleno funcionamiento.
El aviador odontólogo, que fue dirigente societario, deportivo y gestor cultural Si bien Enrique Abello nació en Chillán en 1893, y sus primeros estudios los cursó en su ciudad natal, pronto sus sobresaEn Punta Arenas los pilotos se entrenaban en Cabo Negro o en los terrenos baldíos de Bahía Catalina, aunque las pruebas finales las efectuaban en el Club Hípico. De esta manera, el 29 de octubre de 1932, Carlos Fischer y Tomás Saunders se convirtieron en los primeros aficionados en obtener su brevet de aviador civil. Este logro inicial motivó a otros jóvenes a incursionar en nuevos y sucesivos ejercicios. Pronto se sumaron los nombres de Cipriano Arias, Enrique Abello, Arturo Solo de Zaldívar, Francisco Bermúdez y Franco Bianco.
Para el verano de 1934 el Club Aéreo de Magallanes estaba en pleno funcionamiento Lientes cualidades físicas e intelectuales lo incardinaron a Santiago para estudiar en la célebre Escuela Normal de Preceptores, llamada más tarde “Escuela Normal Superior José Abelardo Núñez”, en donde se recibió como Profesor Primario con especialidad en Educación Física, continuando su formación profesional en la Universidad de Chile donde obtuvo el título de odontólogo.
El profesor de Castellano Aniceto Ovando Giner en su libro “Las calles de mi Ciudad”, páginas 144 y 145, texto editado en Punta Arenas en los primeros días de 1981 le dedica una bonita semblanza que en lo medular dice: “Profesionalmente se destacó el señor Abello por sus dotes de comprensión y humanitarismo.
Fue oficial odontólogo del Cuerpo de Carabineros, odontólogo Jefe de la Caja de Seguro Obligatorio y del Hospital de la Asistencia Social”. “Gran jugador de fútbol, fue dos veces capitán del seleccionado Nacional que actuó con éxito en el exterior.
En nuestra ciudad trabajó entusiasta y efectivamente por el fútbol regional y en este deporte, el Club Deportivo Scout, tuvo la suerte de contarlo durante largos años”. (... ) “Incursionó durante algún tiempo en el periodismo deportivo, siendo de tal calidad, redactor del diario El Magallanes. Enrique Abello desarrolló una vasta actividad societaria en el austro. Fue el primer vicepresidente de la Confederación Deportiva de Magallanes; fue presidente además, de las Asociaciones de Fútbol, Básquetbol, y Boxeo. Dirigió los destinos del Club Deportivo Scout. En su etapa de futbolista en Santiago vistió la casaquilla del Club Magallanes y participó en el primer torneo sudamericano de selecciones disputado en Argentina en 1916.
Fue titular en los tres partidos que jugó nuestra selección incluyendo el encuentro con Argentina que finalizó con una derrota de 1-6, pero que tuvo el mérito de inaugurar la jugada que termina en gol bautizada como “chilena”, que algunos periodistas atribuyen a Telésforo Báez y otros a Ramón Unzaga.
Su paso por el Club “Magallanes” también es recordado por haber promovido a esa institución deportiva en su calidad de Inspector General de la Escuela Normal “José Abelardo Núñez” (Escuela en donde se fundó el club “Magallanes” y que por años le proveyó de los mejores jugadores) la llegada de los hermanos David y Alberto Arellano que años más tarde, fundarían otro club de fútbol, que con el correr del tiempo se transformaría en el más exitoso y popular del país: “Colo Colo”. Como mencionamos en párrafos anteriores, fue una vez radicado en Magallanes uno de los primeros pilotos y socios que llegó a contar el Club Aéreo local. En marzo de 1934 protagonizó una emocionante aventura aérea.
Durante tres días, la ciudad de Punta Arenas estuvo en vilo ante la incertidumbre del paradero de este aviador, quien luego de emprender vuelo a Tierra del Fuego transportando a un pasajero no retornó a la Base de Cabo Negro. Al presumirse lo peor, se intensificó la búsqueda llevada a efecto por el propio capitán Felipe Latorre, quien halló a su pupilo en medio de miles de pingiiinos en isla Magdalena. Ante la falta de combustible, Abello se vio obligado a realizar un aterrizaje forzoso en esos parajes. El éxito de este rescate vigorizó aún más, las posibilidades futuras de los aviadores civiles magallánicos.
Raid al austro de un joven aviador militar y escritor En contraste, la Aviación Militar consiguió realizar en septiembre de 1934, el primer vuelo que inauguró la ruta aérea hacia Magallanes, siguiendo el diseño trazado por la Primera Carta de Aeronavegación, que estableció una línea uniendo Santiago-Puerto Montt, con escalas en Puerto Lagunas, Puerto Edén, Bories y Magallanes.
El éxito de esta operación se efectuó en un hidroavión “Sikorsky”, al mando del teniente Arturo Meneses Kinsley, secundado por los tenientes Washington Silva y Juan Belenguer, el suboficial y telegrafista Ernesto López, el sargento 2” y mecánico Carlos Sáenz y el periodista redactor del diario El Mercurio de Santiago, Enrique Ponce Roldán.
Este histórico vuelo llegó a tener alcance internacional porque demostraba en la práctica que el sueño de Arturo Merino Benítez era perfectamente factible: crear y extender a corto plazo una Línea Aérea Nacional entre la Capital y la provincia austral. Algunos medios escritos chilenos de aquella época resaltaron el importante logro obtenido.
Al respecto, “El Diario Ilustrado” dijo: “Mientras escribíamos ayer el artículo intitulado “Exposiciones Regionales”, en el cual nos referíamos al torneo entusiasta que prepara la ciudad de Magallanes, la aviación chilena conquistaba en esos mismos momentos uno de sus triunfos más resonantes y útiles.
En efecto, dos pilotos, los oficiales Meneses y Silva, controlando un avión comercial tipo “Sikorsky”, vinculaban de manera definitiva el centro del país con el extremo sur del territorio en un vuelo de inmensa significación en su doble aspecto, de servir de unidad racial y encadenar los intereses de las más apartadas zonas del país. (... ) “Es sabido que Magallanes estaba mucho más cerca del país hermano allende los Andes que de la propia patria. Desde hace años el cielo argentino es cruzado por las alas comerciales de su aviación, acercando y creando los más grandes y respetables intereses. “La hazaña realizada ahora cobra especial importancia, después de los precarios ensayos que se han realizado en orden a establecer una línea aérea sistemática y ordenada.
Los pilotos Meneses y Silva han descrito y marcado con notoria eficiencia, la ruta que ha de permitir en un mañana cercano el servicio de la línea regular permanente que intercambien con Magallanes y Santiago los más variados intereses comerciales, sociales y económicos”, En tanto, el comandante en jefe de la Fuerza Aérea Nacional, Diego Aracena Aguilar, señaló en una comunicación radial emitida desde la Base de El Bosque, en Santiago, el 21 de septiembre con el Grupo de Anfibios N*2: “Manifiesto mis mejores deseos para que establecimiento de comunicación aérea entre Magallanes y resto del país sea una realidad”. Por su parte, el Presidente de la Nación, Arturo Alessandri Palma entregaba la siguiente comunicación: “La Moneda, 21 de septiembre de 1934. Estoy vivamente preocupado de aproximar cada día más a Magallanes al centro del país.
Por eso he celebrado el raid del Sikorsky ya que resuelve el problema de la línea agrea El capitán Meneses fue además un reconocido escritor de poesías y textos de viajes, que recogen diversas impresiones de lugares y personas. Cial muy cercano a la figura de Arturo Merino Benítez, fue uno de los pilotos que inició la ruta experimental Santiago Arica, en marzo de 1929. Algunos años antes de iniciar su celebrado viaje a Magallanes, había visto morir a varios camaradas en cruentos accidentes.
Uno de ellos, le inspiró este poema: Yo quisiera camarada, morir como tú has muerto, Purpureando con tu sangre el verdor de la pradera; y hacer canción de ofrenda de mi pobre cuerpo yerto, ante la cuna aún tibia de una bella Primavera. Y marcharme de la Vida así, sencillamente, Sonriéndole a la Parca con un dulzor de amigo Y agonizar deshecho, teniendo únicamente los restos de mi máquina por último testigo... ”.