Autor: Por Eugenio Tirom
COLUMNAS DE OPINIÓN: Desilusión y esperanza
COLUMNAS DE OPINIÓN: Desilusión y esperanza H a c e p o c o s días se dio a conocer el Informe sobre Desarrollo Hum a n o e n C h i l e 2 0 2 4, r e a l i z a d o por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Como siempre, este ofrece una buena oportunidad para mirarnos al espejo. El diagnóstico es despiadado.
La sociedad chilena está dominada, como nunca, por la sensación de que el país está "estancado o que va de mal en peor". La protesta y la acción colectiva no sirven de nada, e incluso empeoran las cosas: así lo probó el "estallido". Las instituciones son ineficaces y trabajan para ellas mismas, y esto reduce la disposición a acatarlas. Igual los políticos, que viven peleando entre sí, cobrándose revancha o defendiendo identidades propias, lo que impide el acuerdo. Una viscosa desilusión impide reconocer avance alguno, o pensar sobre el mañana. No hay futuro; hay solo carencias que cada cual ha de encarar aislada y solitariamente. Las demandas de 2019 se mantienen. Se suman a ellas la seguridad. A pesar de que la gente creyó y se movilizó, pagando costos gigantescos, los cambios que se prometieron no se han materializado. Largas discusiones, pero todo sigue igual, o peor. La política, las pensiones, la salud, la educación, el empleo, el sistema tributario, siguen ahí, incólumes. Esto es fuente de rabia y retraimiento individual. La "deuda por el cambio" se les cobra a los políticos, a los dirigentes. No hay barricadas, no hay turbas asaltando supermercados o quemando el metro; pero la ira está, aunque volcada hacia uno mismo. Aún se desean cambios. Un país distinto, no el actual; tampoco volver al de antes. Pero a Chile le cuesta cambiar, sostiene el Informe.
Dicho en simple, lo imputa, de un lado, al individualismo y a la "autoafirmación defensiva" a nivel de la sociedad; del otro, al maximalismo, al identitarismo, a las "lógicas obstruccionistas" y al revanchismo de los actores políticos y el gran empresariado.
La población no ve en ellos el ánimo de construir "acuerdos y horizontes comunes". Son "los villanos del cambio", y por lo mismo, se han transformado en un objeto de castigo, no en una fuente de certidumbre y orientación.
El oscilante comportamiento electoral desde 2019 en adelante quizás se explique por esta "villanización de los liderazgos", no importa su color u orientación. "Se ha roto un pacto social tácito hecho de promesas, expectativas y renuncias que, luego de la transición a la democracia, garantizó disposiciones sociales favorables al orden y al modelo de desarrollo impulsado por las élites", indica el Informe. Si tiene razón --como pienso lo es--, estamos ante un problema de marca mayor que, de hecho, llevó al país hace pocos años al borde del abismo. No es entonces que a Chile "le cueste cambiar", sino que el cambio en cuestión es de grandes proporciones y está plagado de tentaciones y peligros. La conclusión del PNUD es que Chile requiere a la brevedad de un nuevo pacto político que incluya respuestas a las necesidades concretas de la población. Esto pasa por un "cambio de cultura política" que favorezca los acuerdos, aunque sean transitorios. Y de la mano con ello, una reforma del sistema político. Las desilusiones son dolorosas, pero enseñan. De ahí que el Informe identifique elementos a favor de un nuevo pacto. Se aprecia, por ejemplo, más paciencia y realismo, lo que se traduce en mayor capacidad de espera. También, un mayor aprecio a la gradualidad, así como una adhesión más intensa a la democracia y a sus mecanismos.
Esto podría ser la base de un amplio frente contra la desesperanza, como al que invitara el Presidente Boric en la pasada Enade y que ha hecho suyo recientemente la iniciativa "Empresas por Chile". C O L U M N A D E O P I N I Ó N Desilusión y esperanza Si el informe del PNUD tiene razón --como pienso lo es--, estamos ante un problema de marca mayor que, de hecho, llevó al país hace pocos años al borde del abismo. Si desea comentar esta columna, hágalo en el blog Por Eugenio Tironi. - - -