¿Quién quiere ser profesor?
¿ Quién quiere ser profesor? Aníbal González, apodado el "tunga" (obvio), era un profe extraordinario. No era un hombre alto, pero frente a 45 chiquillos su figura se agrandaba. Dictaba física en el liceo. Preguntaba a viva voz con la vista puesta en el alumno. El chiquillo nervioso hacía el mejor esfuerzo. No siempre era suficiente y el "tunga" no perdonaba: "muchacho, repita conmigo, antes de hablar, debo pensar". Nadie se ofendía, los apoderados no reclamaban. La comunidad entendía que el "tunga", además de física, enseñaba habilidades básicas para la vida. H a n p a s a d o más de 30 años desde ese relato, pero dada la realidad del sistema educativo nacional, se sienten como 30 siglos.
La pérdida de respeto hacia el maestro, la laxitud de las evaluaciones, apoderados que exigen notas y no aprendizaje, currículum añejo, celulares en aulas, consumo de drogas, violencia, problemas de salud mental, burocracia estatal, pasividad de autoridades responsables, todo ha transformado el trabajo del profesor en un desafío gigante. Y lo dramático es que, frente al cambio tecnológico y la transformación del mercado laboral, sin profesores como el "tunga", los jóvenes van a perder el partido por goleada. En estos días, ¿se imagina lo que debe ser hacer clases en un liceo? Buena formación y vocación (literalmente) a prueba de balas no garantizan nada. Para no ir muy lejos, le recuerdo el caso del profesor rociado con bencina por estudiantes hace unos días en el INBA.
En los zapatos del agredido, ¿estaría usted dispuesto a volver al aula? ¿ Qué pensará el resto de los colegas, a sabiendas que cualquiera puede ser el siguiente? Si este fuese un hecho aislado quizás su impacto sería acotado, pero el deterioro de la convivencia escolar en Chile tiene larga data. Entonces, ¿habrá el atentado en el INBA convencido a alguien talentoso que quería estudiar pedagogía a cambiar de carrera? Y aquí parte del drama. Frente a años de este tipo de circunstancias, la oferta de buenos profesores solo puede haber ido en una dirección: a la baja. Le dejo un dato.
La evidencia indica que las manifestaciones estudiantiles del 2011 no solo produjeron un aumento en embarazo adolescente (Celhay et al., 2024), s i n o t a m b i é n u n éxodo relativo de profesores desde colegios en paro (Morales et al., 2025). Sí, sería injusto desconocer que se han realizado esfuerzos para mejorar la carrera docente, pero también ingenuo pensar que se han hecho cargo de lo que, a veces, puede ser un infierno. Es importante detenerse y observar la profundidad del deterioro, antes de seguir improvisando.
Partir con lo fundamental: reconocer a los valientes que hoy se paran frente a una sala para generar cambio (el premio al mejor profesor/a de Liceos Bicentenario es un buen ejemplo). Parece urgente recuperar el aprecio por su labor, comprender que el profe no está para la patada y el combo, sino que, como el "tunga", para habilitarnos para la vida. Sin esa parte del contrato social, junto a garantizar un ambiente seguro y propicio para educar, es difícil imaginar cómo llenar de talentosos y jugados docentes los colegios de Chile. C O L U M N A D E O P I N I Ó N ¿ Quién quiere ser profesor? Una vocación (literalmente) a prueba de balas no garantiza nada. Si desea comentar esta columna, hágalo en el blog Por Sergio Urzúa. -