Transición demográfica acelerada
Transición demográfica acelerada Las nuevas circunstancias sociales que implican estos cambios exigen un análisis más detenido de los problemas a enfrentar. La cifra de nacimientos ocurridos en Chile durante 2024 ha caído de modo asombroso. Históricamente nacían en el país cerca de 300 mil niños, y como cifra comparativa más o menos reciente, se puede decir que el promedio de nacimientos en la década de 1980 fue de 258 mil. Pues bien, el año recién concluido se registraron solo 135 mil, el número más bajo de la historia. De mantenerse cifras parecidas, y aun suponiendo que la tendencia de disminución no continúe acentuándose, los chilenos seremos cada vez menos.
La tasa de fecundidad, que refleja el número de hijos que tendrá una mujer a lo largo de su vida, debiera alcanzar a 2,1 para que el total de la población permanezca sin cambios, pero la tasa que se observa en Chile es ahora de 1,1, lo que evidentemente no alcanza para conservar la población. Solo el aumento de la inmigración, a cifras inimaginables, podría acercarnos a mantener la población en el largo plazo. Pero el fenómeno no es únicamente nacional. En la región latinoamericana, Chile es el país con la tasa más baja, pero son muchos los que están por debajo de la de conservación. Solo Bolivia, en todo el hemisferio americano, conseguiría cifras superiores a 2,5 niños nacidos por cada mujer. Panamá y Venezuela están cerca de las cifras críticas, pero en todo el resto del continente no hay un solo país que exceda los dos niños nacidos por cada mujer. Y, en verdad, la situación es aún más extendida, pues ningún país europeo supera esas cifras, y en Asia son muy pocas las naciones que las alcanzan. Solo África observa un crecimiento de sus poblaciones, si bien también ahí se registran bajas progresivas. Las explicaciones para entender estas tendencias no han sido claras. Se han propuesto diversas teorías, pero ninguna da cuenta por completo de este cambio.
En parte, se trataría de una postergación de la maternidad, que antes ocurría antes de los 25 años y ahora cada vez es más frecuente que el primer hijo nazca después de los 30 años de edad de la madre.
Quienes habían sostenido esta explica-ción esperaban que fuera un fenómeno transitorio, puesto que, planteaban, por algunos años las mujeres retrasarían la maternidad, pero luego reanudarían las actitudes más tradicionales al dar a luz dos o tres hijos. Sin embargo, la baja natalidad se ha vuelto persistente y pareciera que no se recuperará fácilmente el número de descendientes. Ante la prolongación de esta tendencia se ha buscado explicarla por razones económicas. Las dificultades que experimentan las mujeres en sus trabajos, que deben compatibilizar con la obligación de atender también a sus hijos, son bien conocidas, y poco se ha hecho por solucionar este dilema.
Las salas cuna no existen en la magnitud necesaria ni en los lugares apropiados, y las mujeres deben decidir si suspenden o no sus carreras profesionales o sus oficios durante los años de crecimiento de los niños menores. Ante esa disyuntiva, muchas prefieren no tener hijos. Pero quizá no se trata solo de una dimensión económica. Hoy, buena parte de lassatisfacciones personales de una persona provienen de sus logros laborales, lo que se ha ido extendiendo gradualmente también a las mujeres. Esta circunstancia implica un cambio cultural más profundo y más difícil de resolver. Cualesquiera sean las razones que se den para explicar la disminución de la natalidad, de lo que no hay duda es de sus efectos. La pirámide poblacional deja de tener la forma acostumbrada y pasan a adquirir mucho mayor peso los grupos de personas de más edad.
El índice de envejecimiento que compara el número de quienes son mayores de 65 años con el de los menores de 14, que en Chile al comenzar este siglo era de 16%, se modifica rápidamente y dentro de poco ya habrá llegado al 100%. Si los jóvenes se vinculan principalmente al sistema escolar y educacional, los mayores se relacionan más con los sistemas de salud y de pensiones, que van adquiriendo una preponderancia cada vez mayor. Las nuevas circunstancias sociales que traen aparejadas estos cambios, a nivel mundial, exigen un análisis más detenido de los problemas que deberán enfrentarse en el futuro..