Autor: Por Juan Paulo Iglesias
Elevando la discusión: Los debates que marcaron la semana
Elevando la discusión: Los debates que marcaron la semana Trump, el regreso¿ Cuándo todo se derrumbó? Eso deben estar preguntándose por estos días los demócratas en Estados Unidos. El “exijo una explicación” del primer triunfo de Donald Trump volvió arepetirse esta vez, aunque, hay que reconocerlo, con algunos decibeles menos de sorpresa. Después de todo, una que otra explicación hay. Para algunos como Anthony Scaramucci, exjefe de comunicaciones del republicano -reconvertido en uno de sus más agudos críticossi en2016elcandidato hubiera sido Biden y no Hillary Clinton, hoy no estaríamos hablando de Trump.
Pero como no hay forma de comprobarlo, vale mejor leer libros como American Carnage, de Tim Alberta, sobre el giro del Partido Republicano, o Troubled, de Rob Henderson, sobre la desconexión de las élites, para entender lo que sucedió en EE.UU.. O incluso revisar algunas de las columnas de estos días que tratan de darle sentido a este nuevo episodio de The Apprentice que está recién comenzando.
Si bien, como apunta Nate Silver en un artículo sobre el efecto del triunfo de Trump en Nueva York, las personas hoy están más preparadas para la incertidumbre que en 2016 -lo mínimo que se puede esperar tras décadas de sorpresaslo cierto, según Juan Ignacio Brito, es que el resultado sigue dejando perplejos asus rivales.
Y, “paradójicamente”, dice, “es esa misma falta crónica de comprensión lo que le ha permitido a Trump sorprender una y otra vez”. El republicano, según Brito, es “un caso paradigmático de judo político, capaz de generar a su favor la energía de sus adversarios”. Y pese a que como apuntaban Carl Meacham y Robert Funk en la víspera de la elección, “el voto latino y de las mujeres podía ser clave para el resultado”, en los hechos lo terminó siendo, peronoen el sentido previsto, porquelos latinos aumentaron su apoyo a Trump en 14 puntos. Distinto fue el caso de las mujeres, donde sí el republicano perdió apoyo.
Pero pese a ello, según Paula Walker, parece que “culturalmente, una mayoría de Estados Unidos no quiere, no confía y no está disponible a vivir en un país gobernado por una mujer demócrata”. Muy distinto, agrega, alo que sucede en Chile, donde la sociedad “ha demostrado quesu confianza puede estar puesta indistintamente en un hombre ouna mujer para ser presidente”. Pero al margen de ello, para Walker, la pregunta es ¿ qué eligen las personas cuando gana Trump? Y en eso, Cristián Valenzuela da una respuesta desde el mundo republicano.
Para él, “esta elección no fue una definición sobre las personalidades de los liderazgos en disputa, sino sobre los dolores, deudas y demandas de la población”. “Trump encarna”, dice, “el triunfo del sentido común”. Algo distinto a locontienda entre Orrego (Claudio) y Orrego (Francisco), donde el éxito del candidato de Chile Vamos “fue instalar el concepto de que esta elección no era un asunto sobre quién gestionaba mejor los recursos (... ), sino un plebiscito al gobierno”. Y de esa parece difícil salir. “Hemos entrado en una nueva era política”, escribe David Brooks esta semana en The New York Times en suintento por explicar los cambios que atraviesan EE.UU. y el mundo.
Un periodo, agrega, “de aguas turbulentas”. Sea así o no, el hecho es que los tiempos de cambio son todo menos predecibles, pero si como decía Churchill para mejorar hay que cambiar, quizá algo mejor sale de todo esto.
Pero más allá delas cavilaciones filosóficas, lo cierto es que la nueva realidad da espacio a la reflexión, o debería, y no sólo pensando en los demócratas en EE.UU., sino también en el progresismo criollo, según Javier Sajuria.
Para él, la pregunta que queda es ¿ cuál debiese ser la promesa del progresismo? Y pareciera, dice, que “uno de los aprendizajes de la última elección” es que “cualquier proyecto basado en los valores socialdemócratas (... ) debe balancear la realidad con los ideales”. Pero asumiendo eso, el problema, según Cristóbal Osorio, es que el esfuerzo por un análisis descarnado de lo sucedido no parece estar sucediendo. Al contrario, apunta, hay una tendencia en el progresismo “a mandar todo al congelador”, anclarse “en ideologismos” y recurrir a “trucos retóricos” para decir que la derrota no fue tal. Y eso explica, según él, que el Presidente Boric decidiera mantener su gabinete, sugiriendo una hoja de ruta clara que no existe.
Nada de “realismo con renuncia”, como plantea Hernán Cheyre, para quien “siel gobierno quiere tener éxito en esta última etapa legislativa -tras el resultado electoraldeberá necesariamente flexibilizar sus posiciones y mostrar una genuina voluntad de negociar, adaptándose al nuevo contexto”. Más aún cuando en el ámbito económico, dice, “la percepción mayoritaria de la ciudadanía es la de un estancamiento o retroceso”. Una que la variación nula de Imacec de septiembre vino a recordar y que, según Rolf Lúders, llegó como un verdadero “balde de agua fría para el gobierno”. Lo único que queda, dice, es “volver a crecer a tasas que al menos dupliquen aquellas exiguas que actualmente se proyectan”. Si no, dice, seguiremos enredados en la vieja trampa de los países de ingreso medio.
Queda por ver si es posible salir de ahí. que plantea José Miguel Ahumada, desde la otra vereda, para quien el triunfo esresultado del “fracaso del liberalismo progresista”, que ha dejado “una economía estancada, con grandes desigualdades y empleos precarios”. Y, a falta de una oferta alternativa de la izquierda, dice, fue “la efervescencia de Trump” la que logró cautivar ese descontento. acuerdo con Ascanio Cavallo, que “las elecciones representaron un fuerte retroceso del oficialismo”. Según Cavallo, “si la política se limitara a los números es posible que estas elecciones hayaniniciado ese viraje que desde 2010 viene traspasandoel gobierno a las oposiciones”, más aún, apunta, si se considera que “desde el lunes 28 el oficialismo carece de posiblescandidatos competitivos”. Es verdad que las cosas pueden cambiar -en especial en estos tiempos-, pero al menos los comicios, dice, dejaron “una señal para el agobiante año que viene por delante”: el giro “hacia posiciones más moderadas”. Pero más allá de la moderación, enel oficialismo hay quienes de la mano de Vodanovic, Ripamonti y la nueva alcaldesa de Valparaíso, Camila Nieto, han intentado ver el lado lleno del vaso y se repiten, comorecordaba Paula Escobar, que “los muebles se salvaron” y “la debacle que pudo haber ocurrido, nofue”. Sin embargo, según ella, eso no puede esconder los resultados”, que “aunque no catastróficos”, sí “fueron desfavorables”. Una mirada distinta a la de Giorgio Jackson, para quien lo sucedido dejó “la cancha abier24 la ta y pareja”. Y prueba de ello, según él, es que “el oficialismo sindicado en la mayoría de los análisis como derrotado, pasó de un agregado de 3,68 millones de votos en 2023 a un total que supera los 4,2 millones”. Como decíamos, las elecciones se explican. Y más explicaciones vendrán, porque esta historia aún no termina.
Queda por delante la segunda vuelta de la disputa de gobernadores, donde según Carlos Correa, el “verdadero problema” será laEl que se explica... Como dicen, las elecciones no se ganan ni se pierden, sino que se explican.
Y si bien en el caso de los demócratas ni las explicaciones sirven para contener el desconcierto por el tsunami republicano, por acá la cosa ha sido distinta, no por Trump, sino por los resultados de las recienteselecciones municipales y regionales. Tras los análisisinillegaron ciales las reflexiones más reposadas -aunque no por ello más precisas, dirán algunosde lo que realmente sucedió.
Y si bien para Cristián Valdivieso “esindudable que la elección fortaleció a Chile Vamos, a su candidata presidencial y a la derecha en general” y “trajo aparejada una polarización bastante menor a lo pronosticado”, reveló mucho más. Nosólo, según el propio Valdivieso, que tras el avance de los independientes “el sistema político sigue diluyéndose en liderazgos dispersos sin ofrecer una visión sólida y colectiva”, sino también, de. Los debates que marcaron la semana