Recuperar el Chile que fuimos, reencontrar los valores erdidos
Recuperar el Chile que fuimos, reencontrar los valores erdidos César Cifuentes presidente regional PM Chile Chile fue unavez un ejemplo de crecimiento sostenido y resiliencia. Un país que, tras enfrentar profundas crisis, se levantó con trabajo, disciplinayvalores sólidos. sólidos. Supimos conwrtimos enun faro de esperanza en América Latina, mostrando que, con esfuerzo y determinación, determinación, se podía alcanzar el desarrollo. Pero algo ocurrió en el camino. Hoy nos encontramos con una nación fragmentada, una ciudadanía desmotivada y generaciones que parecen haber haber olvidado los principios que nos llevaron al éxito. La generación de los que hoy tienen 40, S0añosomás\ivió una crianza diferente. Para ellos, los deberes eran lo primero, el respeto hacia los adultos, los profesores, las autoridadesylasinstituciones autoridadesylasinstituciones era incuestionable. La educación, tanto en casa como enlas escuelas, se centraba en formar dudadanos responsables, trabajadores y respetuosos. Era una época en la que los padres inculcaban valores como la responsabilidad, la honestidad y el esfuerzo como las daves para una sida plena. Sin embargo, esa generación, que logró crecer enun ambiente ambiente donde el respeto yelesfuerzo eran los ejes fundamentales, no supo trasladar esos valores a sus hijos. Ennuestrabúsqueda por ofrecerles lo que nosotros no tuvimos, les dimos comodidad, pem olv damos enseñarles lo que significa luchar por las cosas.
Con el tiempo, el discurso se desplazó: los derechos comenzarona comenzarona primar sobre los deberes, yla disciplina fue reemplazada por la permisividad. ¿(ié pasó con el Chile que soñamos? La pérdida de estos valores no es una consecuencia casual ni fortuita. Es el resultado de múltiples factores, entre ellos la falta de un sistema educativo que valore el respeto, la responsabifidad responsabifidad y la honestidad.
En algún momento, las autoridades decidieron eliminar la educación cívica de las aulas, dejando a los jóvenes sin herramientas para comprender la importancia de su rol como ciudadanos. ¿El resultado? Generaciones desconectadas desconectadas del valor de la democracia y del impacto que tiene su participación en el desarrollo del país. Hoy, el respeto liada las instituciones está por los suelos.
Los profesores han dejado de ser figuras de autoridad en las aulas; aulas; los carabineros enfrentan una crisis de confianza que los despoja de su capacidad para mantener el orden, y las figuras públicas parecenmás preocupadas por agendas ideológicas que por liderar con el ejemplo. En este contexto, es dificil esperar que las nuevas generaciones crezcan con los valores que una vez definieron a Chile como un país próspero. Y aquí entra también el actual gobierno, que en lugar de unir, ha proflmdizado las divisiones.
En lugar de fomentar el trabajo duro yla meritocracia, ha premiado la mediocridad, diluyendo lansabdi dad individualy colectiva en discursos ideológicos que no aportan soluciones concretas. ¿Cómo podemos pediralos jóvenes que respeten las instituciones si quienes las lideran no son dignos de ese respeto? El desafio de la reconstruccióit recuperar valores, reconstruir reconstruir confianza. A pesar de este panorama desolador, Chile aún tiene laposibilidad laposibilidad de cambiar el rumbo. El primer paso es reconocer que el cambio comienza en el hogar. Los padres y abuelos tienen la responsabilidad de transmitir los valores que una vez hicieron de nuestro palsun ejemplo. El respeto, el trabajo duro, lahonestidadyla lahonestidadyla disciplina no son conceptos anticuados; sonlas bases sobre las que se construye una sociedad justa y próspera. La educación también debe jugar un rol central en este cambio. Es imprescindible que la educación ciica regrese a las aulas, no solo como una asignatura más, sino como un pilar fundamental para formar ciudadanos responsables yconscientes. yconscientes. Necesitamos enseñar a los jóvenes que el mio no es solo un derecho, sino una herramienta poderosa para construir el país que queremos. Debemos mostrarles que la política no es algo ajeno o irrelevante, sino una fuerza que impacta directamente directamente en sus vidas. Por otro lado, las autoridades tienen el deber de liderar con el ejemplo. No podemos exigir respeto si no actuamos con integridad. Es hora de dejar de lado los discursos divisivos y trabajar en soluciones reales que devuelvan la confianza a los ciudadanos. Recuperar el respeto hacia las instituciones no es una tarea sencilla, pero es necesaria para reconstruir el tejido social de nuestra nación. El camino hacia el futuro: un nuevo sueño chileno. Chile enfrenta hoy el desafío de recuperar lo que una vez lo definió: una nación construida sobre los valores del respeto, respeto, el esfuerzo y la honestidad. Este no será un proceso rápido ni sencillo, pero es necesario para garantizar un futuro mejor para las generaciones que vienen. Cada uno de nosotros tiene un rol que desempeñar en este cambio, desde las familias hasta hasta las autoridades. Es momento de reflexionar sobre lo que queremos paranuestro paranuestro país. No podemos permitir que la apatía y la desconexión sigan definiendo anuestras generaciones. Debemos recuperar el orgullo de ser chilenos, el sentido de pertenenciayla confianza en que juntos podemos superar cualquier obstáculo.
El futuro de Chile depende de nuestra capacidad parareencontrarnos parareencontrarnos con nuestros valores, para construir un país en el que el esfuerzo sea premiado, el respeto sea la norma yel compromiso compromiso ciudadano sea la base de nuestra democracia Es un desafío monumental, pero si algo nos ha enseñado nuestra historia historia es que Chile tiene la capacidad de levantarse, una y otra vez, para alcanzar sus sueños. ¿Estamos dispuestos a hacerlo? La respuesta está en nuestras manos.. -