Hay que vencer la violencia
Hay que vencer la violencia El fenómeno de la violencia en los liceos emblemáticos, ha deteriorado gravemente la educación pública. En los últimos 15 años, la violencia fue tomando poco a poco el protagonismo del movimiento estudiantil secundario, con grupos de corte anarquista que han capturado su agenda. Grupos que apuestan por la «acción callejera» como herramienta de acción política, utilizados por adultos como carne de cañón. Esta ola de violencia ha mermado la educación pública, con tomas y violencia política, con acciones de amedrentamiento a compañeros y profesores. La falta de empatía total contra todo aquel que piense distinto, es en parte expresión de impunidad y resentimiento.
Sobre estos incidentes de violencia, ya existe información en las investigaciones penales sobre participación de adultos, pero al mismo tiempo me pregunto, ¿qué pasa con el activismo que algunos adultos tienen al idealizar la violencia y justificarla como una expresión de reivindicación social? Sobre esto, se podría que esa idealización está instalada en algunas esferas del Estado.
En un Consejo de la Sociedad Civil del SENAME, en 2023, se planteó la falta de programas para trabajar la violencia de este tipo, y un asesor del ex director (s) del Sename señaló que se quería perseguir la protesta social, la conversación se cerró ahí. La violencia en los establecimientos de educación y su relación con la crisis del concepto de autoridad, debe ser parte de la discusión pública. Esta crisis de la autoridad se expresa en una oposición a todo tipo de autoridad, pero también en una falta de apoyo real a los docentes, que solo refleja una falta de apoyo institucional. Esta ambivalencia socava las bases de la educación. La autoridad y las instituciones son necesarias para la vida social, porque ponen límites a las pulsiones de los seres humanos y, particularmente en este caso, el ímpetu juvenil.
Hoy necesitamos un modelo de educación cívica orientado en la formación para vivir en sociedad, en la formación de valores cívicos y pensamiento crítico, que debe tener todo ciudadano que conoce sus derechos, pero también sus responsabilidades y obligaciones, un modelo que no se sustenta en principios básicos morales y éticos no tiene destino. Porque hoy por hoy estamos en presencia de un fenómeno donde los adolescentes están siendo bombardeados por una modernidad anclada en el mercado y el consumo..