Muerte asistida
Muerte asistida Señor Director: Con mi carta sobre la muerte asistida, respondida luego por un grupo de médicos, solo quise volver sobre un tema relevante (no eludirlo), dar mi parecer (no callar), recordar que ya tenemos un proyecto de ley sobre la materia (disponer de una base de discusión), no desechar la muerte asistida en nombre de los cuidados paliativos (salvo que alguien elija hacerlo) y, finalmente, instar a continuar un debate público reflexivo (escuchar a los demás). Titular la carta de mis contradictores como "Cultura de la muerte" ha sido un abuso de lenguaje y una demostración de cuán sesgados, maniqueos y descalificatorios podemos ser unos con otros.
La única "cultura de la muerte" que conozco en la actualidad es la de gobiernos, etnias, grupos nacionalistas o agrupaciones terroristas que llevan a cabo o justifican la eliminación física de quienes son considerados seres diabólicos o perversos que temer o enemigos que eliminar masivamente y a satisfacción de sus conciencias.
Y un solo alcance de fondo: la vida humana es un bien, el bien de los bienes, puesto que sin él no se puede acceder ni disfrutar de otros bienes. ¿Pero qué ocurre a un sujeto cuando la vida deja de ser un bien y se transforma en un continuo y ya sin remedio padecimiento para individuos que pueden llegar a considerar un deber moral, tanto para sí como para otros cercanos, poner voluntaria y lúcidamente término a su vida, sin reducir esta última a una persistencia obcecada de signos vitales que no deberían ser confundidos con la vida en el sentido no médico de esta grandiosa palabra? AGUSTÍN SQUELLA..