Autor: ELENA IRARRÁZABAL SÁNCHEZ
“Me atrae esa pulsión, esa lucha entre la familia tradicional y el mundo contemporáneo”
“Me atrae esa pulsión, esa lucha entre la familia tradicional y el mundo contemporáneo” ENTREVISTA Sergio del Molino:“La herencia de lospadres es algo que en algún momento tendremos que que afrontar. Y eso no solo tiene que ver con un patrimonio o unas condiciones genéticas, sino con lo que hicieron ellos con sus vidas”. Muy concurrido estuvo el lanzamiento de la novelaLos alemanes en Chile. En el acto estuvo presente su autor y también Carlos Peña, rector de la UDP, quien elogió la calidad de la obra y las reflexiones morales que suscita. Tras la presentación se formó una larga fila de lectores que traían para firmar no solo el último libro del autor galardonado con el Premio Alfaguara entre casi 900 novelas, sino también sus publicaciones previas. Actual columnista de El País de España, Del Molino (Madrid, 1979) ha cultivado la crónica periodística, el ensayo y la novela. Distintos géneros, pero que permiten advertir un hilo conductor en su obra. “Desarrollé una forma de estar en el periodismo que consistía en hacerme un poco invisible, quedarme en un rincón, en una esquina, observando. Y esa forma de mirar la he trasladado a la literatura”, comenta. Publicado en 2016, su ensayo La España vacía sobre el mundo rural español generó un gran impacto cultural y social.
Entre sus obras figurantambién La hora violeta (2013), La mirada de los peces (2017), Lugares fuera de sitio (2018), La piel (2020) y Un t a l G o n z á l e z(2022). Del Molino ha sido traducidos al inglés, italiano, f r a n c é s, g r i e g o, alemán y chino.
Partiendo de un h e c h o h i s t ó r i c oreal, Los alemanestrata sobre los descendientes de colonos germanos en Camerún, que en 1916 se entregan a las autoridades españolas de Guinea y terminan asentándose, entre otras ciudades, en Zaragoza.
Los secretos y silencios en estas familias, el peso de los muertos y las tensiones de la vida contemporánea son parte de esta entretenida novela, que también conlleva una reflexión sobre los vínculos entre padres e hijos. ¿Cómo surge la primera hebra de esta historia? La primera hebra fue un hallazgo que realicé hace muchos años, escarbando entre los papeles de una librería de viejo, cuando me encontré unos panfletos de propaganda nazi, publicados en Zaragoza en el año 44. Extrañado, comencé a preguntar y un amigo historiador me dio las primeras referencias. Empecé a tirar del hilo y me apareció la historia de estos alemanes de Camerún, que llegaron a España a principios del siglo XX. A partir de ahí me obsesioné con el tema. Traté y tuve amistad con algunos nietos de los colonos, como Pablo Wieger, quien tenía una conciencia muy viva de lo que había significado aquello. Publiqué una serie de notas y crónicas sobre esta historia, que luego desembocaron en el libro Soldados enel jardín de la paz. Pero la historia siguó rondando en su cabeza. Sí, los alemanes no me abandonaron. Siempre estuvieron reclamando mi atención, hasta que reaparecieron en esta última obra, que es una novela más de madurez. Ni preguntar ni molestar¿ De qué forma influye su experiencia como periodista en la escritura de ficción?La verdad es que yo de joven no quería ser periodista, quería ser escritor.
Me metí en el periodismo porque tenía que ganarme la vida de alguna forma y creía erróneamente que era una forma fácil de ganársela (sonríe). Pero el periodismo ha sido una gran escuela de escritura, ha afinado mi mirada, mi forma de contemplar el mundo.
Y así he logrado canalizar mi vocación y mi interés por esos lugares con personas que no calzan bien, que no encajan del todo, que es una pulsión muy poco periodística. ¿Por qué?Yo lo pasaba mal ejerciendo el periodismo. Tengo dos grandes defectos: no me gusta preguntar y no me gusta molestar a la gente. Y claro, son las dos cosas que debe hacer un periodista. Entonces, para poder sobrevivir, descubrí que si me quedaba quieto en un sitio y observaba pacientemente, las cosas se revelaban. Si dejaba hablar a la gente sin atosigarla, las personas relataban cosas interesantes. Por eso intento buscar lo banal y hacerlo relevante a través de la literatura. ¿Hay algún nexo entre esta última novela y su ensayo so-España vacía” impresionó por su mirada al olvidado mundo rural español.
LOS ALEMANESSergio del MolinoAlfaguara, 2024 344 pp. $20.000 bre la España rural? Un interés que conecta toda mi literatura tiene que ver, como he dicho, con aquellas personas o lugares que no encajan dentro de la identidad mayoritaria, por eso la gente no suele fijarse en ellos. Con esta historia de los alemanes pasaba eso. Nadie había reparado en ellos, era muy difícil encasillarlos. Eso pasaba también con la “España vacía”, algo que estaba a la vista de todo el mundo, que era muy evidente, pero que no se tomaba en consideración. No se creía que aquello fuera importante porque no se sabía qué hacer con ello. Otro de mis libros, La piel, habla de una enfermedad, también marginal, de la que nadie habla mucho.
La pérdida del cobijo“Creo que uno de los hitos más relevantes de la historia de Occidente, desde la segunda mitad del siglo XX, ha sido la disolución de las jerarquías y de las instituciones, entre ellas la familia. Me parece que esa disolu-ción está en el origen lejano de muchos de los cataclismos políticos que hemos vivido. Es complicado asumir este mundo nuevo, más atomizado e individualista, que deja al individuo mucho más a la intemperie, pues ya no está el refugio de instituciones tradicionales, como era la familia. Como escritor me interesa mucho esa pulsión, esa lucha entre la familia tradicional y el mundo contemporáneo, que hoy parecen ser fuerzas antagónicas”, comenta el autor. Un mundo más atomizado que ofrece menos ataduras, pero también implica pérdidas. Sin duda, es una de las grandes paradojas. La disolución de esas jerarquías permitió la conquista de la intimidad, de la libertad. Para alcanzar la intimidad tienes que tener barreras, tener puertas y espacios cerrados. Las comunidades tradicionales rurales noVivimos en un mundo más como la familia”. libre y menos jerárquico. Pero el individuo queda más a la intemperie, no tiene el refugio de instituciones tradicionales, Como periodista, me cuesta trasladado a la literatura”. Esa forma de mirar la he preguntar y molestar a las personas. Por eso desarrollé una estrategia que consistía en hacerme un poquito invisible, en observar desde un rincón. Hay lugares y grupos que hacer con ellos”. vacía. No se tomaban en habitantes de la España con esos alemanes en son considerados. Pasaba no encajan con una identidad mayoritaria y no Zaragoza, también con los cuenta pues no se sabía quéVivos y muertosdejan espacio a la intimidad. Ese atosigamiento, esa forma de aplastar la personalidad era algo propio de las sociedades tradicionales. Pero la libertad tiene un precio y eso lo estamos descubriendo ahora. ¿Cuál precio?Desarrollar la libertad como individuo te deja a la intemperie, desprotegido de las ventajas que tenía la comunidad tradicional. Para algunas personas, creo, ese es un precio demasiado alto. Preferirían renunciar a parte de su libertad a cambio de un cobijo, de no sentirse tan desamparados. Hay un sentimiento de añoranza por un mundo al que no podemos regresar. ¿Es un retorno imposible?No vamos a desarmar las ciudades para volver a vivir en casas rurales o en estructuras tradicionales. Y claro, hay una añoranza, pero muchos han olvidado lo opresivo que podía ser ese mundo. Algunos se postulan para desandar el camino y volver a una sociedad mástradicional, donde el individuo tiene su identidad y su calor de hogar, pero creo que no soportarían pasar dos días allí. Eso conecta también con la “España vacía”. Mucha gente se quería ir al campo a retomar esa vida, pero conozco a varios que no han aguantado un invierno. Se les hizo duro. No lo han soportado, porque no están habituados a ese control social tan férreo que existe en un pueblo pequeño. No están acostumbrados a que todo el mundo sepa todo de ellos y les juzguen constantemente. Pero igual pienso que muchas personas firmaría mañana mismo la renuncia a parte de su libertad a cambio de un poco de calor de hogar. Padres e hijosLa gran pregunta que recorre la novela es si los hijos tienen que reparar las culpas de los padres, hacerse cargo. El libro expone distintas miradas en torno a esta interrogante. La herencia de los padres es algo que en algún momento vamos a tener que afrontar. Y eso no solo incluye una casa, un patrimonio o ciertas condiciones genéticas que nos legan, sino también lo que hicieron ellos con su vida. Nuestra vida se explica en buena medida por las decisiones, por los pecados, por las hazañas que realizaron nuestros padres. Es algo que no podemos eludir. No podemos hacer una tabula rasa y pensar que todo lo que sucedió antes no tiene nada que ver con uno. Las buenas biografías no empiezan con el día del nacimiento del biografiado, aparecen también abuelos, padres, el entorno familiar. Para entendernos a nosotros mismos es algo que tenemos que conocer, en algún momento tenemos que dar una respuesta a lo que hicieron nuestros padres. Si asumimos su herencia, tenemos que saber que eso es importante, que no es algo de lo que podamos renegar fácilmente. Y si renegamos, lo debemos hacer conscientemente, sabiendo a qué nos exponemos. Esa es la encrucijada de los hermanos Schuster en la novela. Sí, es lo que les ocurre a Fede y a Eva, los dos hermanos. No pueden hacer compatible una familia tradicional, que exige unas jerarquías y un sentido de la lealtad, con lo que exige hoy el mundo contemporáneo, en el que ellos se sienten mucho más cómodos. Ven que los dos lugares son incompatibles y que la pertenencia a su familia es un problema. Para mí, esos son los temas de la novela contemporánea, lo difícil y problemático que es mantener una estructura de familia tradicional en el mundo actual. Esa es la corriente de fondo de Los alemanes. Un pequeño cementerio de Zaragoza, donde se juntan las familias germanas a limpiar las tumbas y conversar entre ellas, aparece en forma recurrente en la novela Los alemanes. Sergio del Molino comenta que ese espacio jugó un rol muy especial en la gestación de su libro. “Aunque ya no lo hacen, porque son pocos y muy viejitos, en Zaragoza la comunidad alemana se reunía los sábados en su cementerio, para limpiarlo, tenerlo bonito y también para crear comunidad. Ahí se renovaba el pacto entre los vivos y los muertos, algo muy evocador, muy literario. Si no hubiese sabido de esa historia del cementerio, seguramente no existiría la novela Los alemanes.
Me hizo pensar en la importancia que los muertos tienen en los vivos y en esa relación tan peculiar que los alemanes tienen con los cementerios, muy distinta a la que tiene el resto de los europeos. Un cementerio germano no es un lugar tétrico ni apartado, son lugares integrados dentro de las propias ciudades, muchos van a pasear ahí. A mí eso me pareció revelador, y ese fue el germen, el motor que me llevó a escribir esta novela”, comenta. SERECÁCNÁITSIRCdos en el cementerio para limpiar las tumbas, conversar y hacer comunidad. Algo muy evocador, muy literario”. ARAUGAFLA. Premio Alfaguara 2024 con su novela “Los Alemanes”, el periodista y escritor español combina el ensayo —su obra “La España vacía” tuvo un gran impacto— con la narrativa. En su nueva y amena obra, que acaba de presentar en Chile, el autor explora una historia familiar y se pregunta si los hijos heredan las culpas de sus padres. ENTREVISTA Sergio del Molino: “La comunidad alemana se reunía El ensayo