Autor: ROBERTO CAREAGA C.
El silencio contra la violencia: la lengua de Han Kang
El silencio contra la violencia: la lengua de Han Kang PREMIO NOBEL DE LITERATURAHan KangDada a las sorpresas, este año la Academia Sueca se saltó todas las predicciones, pero no premió a una autora secreta: la escritora de Corea del Sur de 53 años tiene en su bibliografía la novela La vegetariana, un éxito internacional, premiada en Inglaterra y que es la punta del iceberg de una obra formada por poemas y cuentos que han actualizado la narrativa coreana, sin dejar de abordar los traumas políticos del país. Había terminado una novela y empezaba una nueva. Iba a buen ritmo, avanzando del tercer al cuarto capítulo cuando sucedió: no pudo seguir escribiendo. Tampoco podía leer. Fueron meses, un poco más de un año. Podía ser el típico síndrome de la página en blanco que les sucede a todos los escritores alguna vez, pero la narradora surcoreana Han Kang cree que fue algo diferente. Algo más profundo: “El lenguaje es un medio imposible, siempre está fallando.
Siempre lo he sentido, pero ese año en que no pude escribir lo sentí de forma más intensa: la imposibilidad del lenguaje”, contó hace un tiempo, cuando había superado el bloqueo echando mano del clásico recurso de tematizarlo: escribió un libro sobre una mujer que, de pronto, no puede hablar.
“El lenguaje, que la aprisionaba y la hería como una prenda hecha de mil alfileres, desapareció de un día para otro”, se lee a poco andar deLa clase de griego, una nove-la que publicó originalmente en 2011 y que el año pasado fue lanzada en español. Es el libro con el que superó la página en blanco. Una mujer de Seúl un día pierde la voz, mientras dicta unas clases; le ha pasado antes, cuando adolescente, y la forma en que la recuperó fue aprendiendo francés. Decide aprender griego antiguo para ver si funciona otra vez. Su esposo la ha dejado, perdió la custodia de su hijo; cada vez que lo recuerda, imagina los peores insultos contra su exmarido, pero no puede llegar a pronunciarlos. Vive cada vez más retirada. “Pierde el habla como forma de rechazar la violencia que satura el lenguaje”, dijo Kang, explicando el sentido a un relato en que el silencio cruza todas las páginas.
“¿Es el hombre un ser cruel por naturaleza? ¿ Lo de la dignidad humana es un engaño y en cualquier momento podemos transformarnos en insectos, bestias o masas de pus y secreciones?”, se pregunta uno de los personajes de otra novela deKang, Actos humanos (2014), una recreación de una masacre en Gwangju, bajo la dictadura del militar Chun Doo-hwan, en 1980.
Mientras que en La vegetariana, la escritora narra la transformación de una mujer que un día, tras una pesadilla, decide dejar la carne para siempre: “Son gritos, alaridos apretujados, que se han atascado allí en el pecho. Es la carne. He comido demasiada carne.
Todas esas vidas se han encallado en ese sitio”, piensa el personaje, Yeonghye, quizá el símbolo más reconocido de toda su escritura y también quien la llevó a una fama internacional tan sólida que el jueves pasado le dio el Premio Nobel de Literatura.
Corea de exportaciónNacida en 1970, autora de 14 libros, entre novelas, cuentos, ensayos y volúmenes de poemas, Kang está aún en pleno desarrollo de una obra que ha puesto en el centro la manera de retirarse de una violencia que parece estar en todas partes: en los ecos de una historia de su país marcado por la dictadura, como también en un presente en que la modernidad económica empapa todo en Corea del Sur de una velocidad arrasadora, e incluso en la misma sustancia de su labor como escritora: “El lenguaje para mí es un medio único e importante, pero al mismo tiempo, es lo que me hace sufrir. Porque es un medio imposible, se resbala fácilmente”, decía el año pasado la escritora, que con sencillez, algo de misterio y un suave lirismo ha llamado la atención del mundo. “La obra de Han Kang se caracteriza por una exposición del dolor, una correspondencia entre el tormento mental y el tormento físico, en estrecha relación con el pensamiento oriental. Su intensa prosapoética confronta los traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana”, argumentó la Academia Sueca al entregarle el Nobel y, otra vez, saltarse las predicciones de expertos y casas de apuestas.
Pero tampoco es que hayan descubierto a una autora secreta, quizás al contrario: desde que en 2016 Kang ganó el premio Man Booker Internacional, por La vegetariana, se ha convertido en una escritora global, leída mucho más allá de los círculos literarios y que rima muy bien con el enorme éxito de la industria cultural surcoreana actual que, por ejemplo, llegó a un peak cuando el filme Parásitos, de Bong Joon-ho, ganó el Oscar a la Mejor Película. “Kang pertenece a una generación posdictadura en Corea del Sur, que termina en 1987.
Ella, ciertamente destaca en un gran grupo de escritores, en que también están Park Mingyu y Kim Young-ha”, explica el académico de la Universidad Católica Danilo Santos, especialista en liter a t u r a c o r e a n a.
“ E s t á n marcados por la crisis asiática y muy conectados con la cultura global, aunque ella es como mediadora porque en más de alguna oportunidad conecta problemáticas locales o incluso políticas, como la masacre de Gwangju. No es que exclusivamente escriba de eso, pero se liga a una reflexión sobre lo nacional coreano. Mientras Park Min-gyu y Kim Young-ha son más bien posmodernos, Kang aborda la historia de su país.
Es una autora reflexiva, con una gran formación literaria, poeta, y pese a que no es realista ni ideológica, no se aparta de los temas coreanos y toca una fibra universal que claramente ayudó a que ganara el Premio Nobel”, añade. Nacida en Gwangju, donde precisamente ocurrió la masacre que aborda en el libro Actos humanos, Kang es hija de Han Seung-won, un respetado escritor local. Formada en literatura en su país como también en la Universidad de Iowa, donde en 1998 cursó una beca de escritura, Kang empezó publicando poemas para luego moverse a los cuentos.
De hecho, La vegetariana en realidad está compuesto por tres relatos, que se conectan y narran la trayectoria de Yeonghye, una mujer que en un acto de resistencia corta con toda la carne en su alimentación, para terminar en un trance aparentemente demente, pero en el que late un deseo radical de alejarse de los vicios y miserias del mundo contemporáneo: “Ya no necesito comer. Puedo vivir sin alimentarme.
Me basta con el sol”, dice en un momento, y ante la pregunta aterrada de su hermana de si cree que se ha convertido en un árbol, le brillan los ojos y en su boca se forma una sonrisa. Preguntas sin respuestas“Hacer preguntas, eso es para mí escribir. No escribo respuestas, simplemente me afano por redondear preguntas, trato de permanecer mucho tiempo dentro de ellas.
De rodillas, arrastrándome otras veces, espero llegar hasta el final, hasta el centro”, dijo Kang en una suerte de poética que se incluye en la edición argentina de La vegetariana, publicada por el sello Bajo la Luna, en 2012. “Esta novela también es una pregunta imposible. Hay una mujer, un ser humano que ya no quiere formar parte de la humanidad. Un ser que pone en juego su vida para no dañar a nada ni a nadie, un ser que un día deja de importarle en absoluto vivir o morir. Simplemente, quise preguntar si una mujer se quedara en silencio, y llevara a cabo su decisión, qué es lo que le pasaría; qué es lo que encontraría al final del camino”, añade. Lo que encontró en Corea del Sur Kang con La vegetariana no fue sencillo. Según su traductora al español, Sunme Yoon, fue una desaprobación de los críticos literarios tradicionales: “La pulverizaron. LaHacer redondear me afano por simplemente respuestas, escribo escribir. No es para mí preguntas, eso preguntas, trato de permanecer mucho tiempo dentro de ellas. De rodillas, arrastrándome otras veces, espero llegar hasta el final, hasta el centro”. El lenguaje es el fuertemente al aferro sangre. Yo me derramar la tiempo y al mismo abrazar la vida que me hace único medio lenguaje, pero al mismo tiempo me cansa hacerlo”. crítica también está dominada por hombres. A las mujeres les gustó, les impactó, pero los hombres perdían el hilo. Hasta hace muy poco, todos los escritores visibles eran de la generación anterior. Mientras en Corea se producían cambios vertiginosos, los veteranos insistían en escribir sobre la historia nacional”, contó Yoon.
Pero como decía el profesor Danilo Santos, Kang no ha dejado el pasado de su país, ni tampoco el de ella misma: la novela Blanco, publicada en español en 2020 por la editorial española Rata, es un relato autobiográfico en que la autora explora la pérdida de su hermana. En Blanco, Kang hace una lista de cosas de color blanco (el color del duelo en algunas culturas orientales), intentando nombrar la materia de su duelo. Es un trabajo oblicuo, asentado en la idea de que el lenguaje falla.
Una idea que siempre aparece en su obra: “¿ Habrías sido capaz de hilvanar un hilo continuo de palabras, silencios, toses y vacilaciones, cuya urdimbre y trama contuvieran de algún modo todo lo que querías decir?”, pregunta un personaje de Actos humanos.
Lírica y misteriosa, jamás concluyente, pero siempre atenta a contar una historia, Kang en su último libro vuelve a su país: en No digas adiós (aún inédita en español e inglés) reconstruye la historia de una masacre en la isla de Jeju en 1948, en la voz de tres mujeres. Por supuesto, nunca es fácil enunciarla: “El lenguaje es el único medio que me hace abrazar la vida y al mismo tiempo derramar la sangre. Yo me aferro fuertemente al lenguaje, pero al mismo tiempo me cansa hacerlo”, ha dicho Kang. PREMIO NOBEL DE LITERATURA. E F