Trump pone a prueba sus límites
Omo se esperaba, la primera semana de Donald Trump en el cargo ha sido frenética.
Sólo en su primer día de regreso en la Casa Blanca firmó una cifra récord de 26 órdenes ejecutivas sobre diversos asuntos: desde los indultos o cambios de condena a más de 1.500 personas que estaban en prisión por el ataque al Congreso del 6 de enero de 2020, hasta el plan de captura de inmigrantes indocumentados y deportación masiva, que desató cacerías masivas de la policía migratoria en ciudades de todo el país.
Los decretos, de ese día o los siguien1es, también incluyen el fin de todos los programas federales de diversidad, equidad, inclusión y accesibilidad, asícomo ordenar el reconocimiento legal de sólo dos sexos; el retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París para enfrentar el cambio climático y de la Organización Mundial para la Salud (OMS) y, en general, el congelamiento de toda la ayuda internacional estadounidense durante 90 días, mientras se revisan, reorientan o cancelan los programas.
Hay coincidencia entre numerosos analistas, sin embargo, que la andanada inicial de Trump, más que un objetivo es- “La andanada inicial de la Casa Blanca parece destinada a poner a prueba las fronteras de su poder y la resistencia que podrán ejercer sus contrapesos”. Pecífico, parece destinada a poner a prueba las fronteras de su poder, tanto por dentro como por fuera de la ley, y cuál será la resistencia quepodrán ejercersus contrapesos. La primera escaramuza en este sentido fue la orden para eliminar por decreto la ciudadanía por nacimiento, un derecho consagrado en la Constitución. Un juez federal bloqueó temporalmente la orden, en respuesta a una demanda presentada por cuatro estados, Washington, Arizona, IIlinois y Oregon, pero la discusión llegará seguramente a la Corte Suprema. Otro decreto ordena a los secretarios de Seguridad Nacional y Defensa determinar si la Casa Blanca puede, invocando la Ley de Insurrección, de 1807, desplegar militares en tareas de seguridad interna y patrullaje de fronteras. Parece evidente que el objetivo de Trump —él mismo lo ha dado a entender así— es una presidencia de carácter imperial: sin límites ni contrapesos.
Para ello no sólo cuenta con el control de ambas cámaras del Congreso, sino también una Corte Suprema con seis juecesconservadores (tres de ellos nombrados por el propio Trump en su primer mandato) frente a sólo tres miembros liberales. La misma Corte estableció, no hace mucho, que los presidentes tienen inmunidad penal absoluta por sus acciones como. Gobernantes, lo que libró a Trump de varios juicios en su contra. De todos modos, algunos congresistas republicanos más moderados han mostrado que no están disponibles para sumarse ciegamente a cualquier iniciativa de Trump, y el poder judicial conserva todavía su independencia. Los gobiernos estatales demócratas —como California o Michigan— también amenazan con resistir, y la inmensa burocracia profesional, pese a los deseos del presidente, no será fácil de desplazar. De la forma en que estos contrapesos reaccionen durante las primeras semanas y meses dependerá la capacidad de Trump de sujetar su mandato a los límites de la institucionalidad, o llevarlo más allá.