Guerra comercial de Trump
Guerra comercial de Trump E l Presidente Donald Trump, bordeando el límite de sus atribuciones, asilándose en una norma legal concebida para emergencias distintas de las económicas y omitiendo compromisos internacionales, ha desencadenado una guerra comercial.
Esto, al decretar aranceles del 25% a todas las importaciones provenientes desde México y Canadá, vecinos y suscriptores de un tratado de libre comercio cuya actualización el mismo Trump renegoció en su primer gobierno, y aranceles adicionales del 10% para las importaciones provenientes de China.
Se trata de los principales socios comerciales de Estados Unidos, que representan cerca de la mitad de todas sus importaciones, cada uno bordeando el 15% de las mismas, los tres --según el mandatario-causantes de masivos superávits comerciales en perjuicio de Norteamérica. El gobernante, al anunciar esta alza de aranceles mencionó además una próxima aplicación de tarifas al acero y al aluminio extranjeros, de cualquier proveniencia. Sus asesores antes habían incluido el cobre entre los metales que serían gravados.
Conociendo la probable retaliación de los países afectados y contrariando el consenso de los economistas --quienes advierten de negativos efectos inflacionarios para los norteamericanos y pérdida de competitividad para sus exportaciones--, Trump sostiene que corresponde asumir los costos "de las barreras arancelarias en defensa del empleo, del comercio justo y de las producciones de Estados Unidos". Agrega que las medidas proteccionistas sirven además para aumentar los ingresos fiscales y rebajar la abultada deuda pública; para sancionar la competencia desleal y los subsidios extranjeros, y para reforzar el control fronterizo para la recaudación de los aranceles, con derivaciones en el combate de la migración ilegal y de la criminalidad, los carteles mexicanos, el crimen organizado transnacional y el narcotráfico, frenando el ingreso de fentanilo y de otras drogas ilegales.
El anuncio de los nuevos aranceles provocó de inmediato la caída de los mercados de valores asiáticos, europeos y, especialmente, de Wall Street, los que se recuperaron en gran parte por el posterior anuncio de negociaciones para evitar su aplicación inmediata a México y Canadá. Esto, luego de que la Presidenta mexicana y el Primer Ministro de Canadá reaccionaran a las demandas de Trump por un mayor control fronterizo desplegando efectivos militares en esas áreas.
En tanto, los gobiernos europeos, contestes en rechazar las alzas unilaterales de aranceles y en advertir los daños que suponen las divisiones y conflictos entre aliados frente a la amenaza de Rusia, se encuentran, sin embargo, divididos entre los que anticipan reaccionar de inmediato con medidas restrictivas en caso de ser también afectados y los que buscan negociar con Trump aspectos comerciales y otras formas de colaboración con Estados Unidos.
La reacción china a los anuncios, sujeta a las conversaciones entre Trump y Xi Jinping en los próximos días, se estimó como moderada, con la imposición de aranceles para las exportaciones norteamericanas de gas licuado, petróleo no refinado, carbón y determinados automóviles a ese mercado. Esto, junto con agregar restricciones para sus exportaciones de los llamados metales raros y el inicio de una investigación por competencia desleal imputada al gigante tecnológico Google. Preocupan el populismo y nacionalismo de Trump, quien recurre al proteccionismo como parte de su agenda política y como instrumento de su política exterior. Más todavía inquieta el precedente para las relaciones comerciales entre Chile y los Estados Unidos, amparadas en el tratado de libre comercio que los une.
Aparte de los costos de las medidas proteccionistas para el propio país del Norte y para el comercio mundial, Trump, aunque ha tenido una victoria --posiblemente efímera--, al abrirse las negociaciones con Canadá y México, tendrá que asumir el debilitamiento de la influencia de la diplomacia norteamericana, por la desconfianza de sus aliados ante la transgresión del libre comercio, política de Estado y parte de la libertad económica y de la integración global, hasta ahora promovidas por sucesivos gobiernos de los Estados Unidos. Tendrá que asumir el debilitamiento de la influencia diplomática norteamericana, por la desconfianza de sus aliados..