Columnas de Opinión: Bienaventurados los pobres
Bienaventurados los pobres El evangelio de este domingo nos presenta el texto de las bienaventuranzas en la versión de san Lucas. Difiere de las que presenta Mateo, las más conocidas, en el número y también en el lugar donde Jesús las enseña. Pero no en el contenido.
Quisiera detenerme en la primera de estas, la que genera más inquietud y que es la base para comprender las otras: "Felices ustedes, los pobres, porque el reino de Dios les pertenece". El contexto de esta enseñanza es el llamado a sus primeros discípulos, quienes lo dejaron todo y lo siguieron. Ellos eran gente sencilla, no pobres, pues tenían trabajo. Pero al conocer a Cristo se volcaron totalmente a seguirlo: con su tiempo, sus recursos, sus talentos. Es entonces cuando Jesús les dice bienaventurados ustedes que han comprendido lo que significa seguirlo. Es necesario aclarar un poco más a qué se refiere esta pobreza. La pobreza que sufren tantas personas es una dolencia de la sociedad que hemos construido, un mal, y como Iglesia, junto a todos, debemos hacer lo posible para que esa pobreza social sea superada. No, no es esa pobreza la referida en la bienaventuranza. Hay otra forma de pobreza que no es la que muchos sufren, sino por la que algunos optan. Se refiere a comprender la verdadera relación con los bienes materiales. Las cosas, aunque las hayamos hecho o comprado, no nos pertenecen, sino que solo somos sus administradores. De hecho, cuando partamos de esta vida, nada de lo acumulado nos lo llevaremos, mientras que lo que hayamos hecho con ellas sí nos afectará. Cuando nos sentimos dueños de las cosas, sin darnos cuenta empezamos a volcar nuestras preocupaciones y recursos a tener y acumular cada vez más. Y terminan ellas siendo nuestros dueños: vivimos para las cosas, nos quitan el sueño, los recursos, el tiempo, las amistades, la familia... y en definitiva, la felicidad. Es cierto que las cosas nos pueden dar un mayor bienestar, pero no es cierto que ese bienestar nos dé la felicidad. Ahí está el punto de esta bienaventuranza. Si quieres ser feliz, debes repensar tu relación con los bienes materiales. Lejos de poner en ellos tus seguridades, comprende que solo eres su administrador. Entonces, usa tus bienes para ayudar, comparte lo que tienes, "inviértelos" en caridad. Y estos bienes, lejos de esclavizarte, te harán feliz.
La bienaventuranza de los pobres es uno de los más importantes consejos que nos da el Señor en los evangelios: pon al Señor en el centro de tu vida, por sobre la riqueza y las cosas, y desde ahí reordena tus prioridades. Entiende, desde Dios, el sentido de los bienes y de la riqueza en tu vida. Y verás cómo todo se reordena y adquiere un sentido trascendente.
Que el tiempo de descanso del cual muchos gozan estos días sea una oportunidad para pensar el lugar que ocupan los bienes materiales y la riqueza en nuestra forma de vida, en nuestras preocupaciones, en el trabajo, en las decisiones que tomamos, en las relaciones que establecemos con las personas, en nuestra relación con Dios... Bienaventurados los pobres PADRE OSVALDO FERNÁNDEZ DE CASTRO Párroco de los Santos Ángeles Custodios y vicegran canciller de la UC "Alegraos en ese día y saltad de gozo, porque he aquí, vuestra recompensa es grande en el cielo, pues sus padres trataban de la misma manera a los profetas". (Lc, 6,23 ) Si quieres ser feliz, debes repensar tu relación con los bienes materiales. Lejos de poner en ellos tus seguridades, comprende que solo eres su administrador. Entonces, usa tus bienes para ayudar, comparte lo que tienes, "inviértelos" en caridad. Y estos bienes, lejos de esclavizarte, te harán feliz. EL EVANGELIO HOY San Lucas (6,17. 20-26).