Autor: Por Juan Paulo Iglesias
Elevando la discusión:
Elevando la discusión: LATERCERA Sábado 2 de noviembre de 2024La antigua normalidadComo que el péndulo se detuvo. Después de cinco años de vaivenes electorales, pareciera que los resultados del domingo nos retrotrajeron a otras épocas, aquellas donde el poder se lo disputaban un bloque de centroizquierda y otro de centroderecha. Nada de extremo. Nada de discursos vociferantes. Una suerte de vuelta a la calma después de la tempestad.
Sensatez y sentimiento, como el título dela clásica novela de Jane Austen, aunque aquí no hay mucho de romanticismo, sino a la luz de lo que sugieren varios columnistas, es más bien un asunto de pragmatismo, valoración por las cosas bien hechas y la recuperación de las formas. El Chile del voto obligatorio parece ser un Chile más parecido al que conocíamos.
Es un reequilibrio, según Max Colodro, donde “se reafirma una derrota de las fuerzas de gobierno y un avance de los sectores de oposición”, pero al mismo tiempo “se hace evidente que el país sigue articulado en torno a dos grandes mayorías, que pueden avanzar o retroceder, pero no tienen el destino escrito para lo que viene en el largo plazo”. Y todo ello acompañado, según Fernanda García, por una nueva actitud.
“La ciudadanía está hastiada de la confrontación”, dice, y “parece resistir cada vez más el tono duro o que percibe como prepotente”. Quizá eso explique, según ella, lo ocurrido en Las Condes con Marcela Cubillos y la ausencia de “la letanía del odio de clases y del rechazo del crecimiento” en figuras ganadoras del oficialismo, como Vodanovic y Ripamonti. En tiempos inciertos como los actuales, los resultados electorales trajeron algo de calma. “Puede que estemos empezando a venir de vuelta, a recuperar los consensos básicos; a dejar de vivir como enemigos mortales y tratar de ver cómo sacamos adelante a Chile”, dice Pablo Ortúzar.
En momentos en que “la democracia chilena se encuentra en un estado lamentable (... ), estas elecciones (... ) dejan un buen sabor”. Después de todo, apunta Ortúzar, “los candidatos que ganaron con holgura lo hicieron con discursos que destacan (... ) el trabajo bien hecho, el esfuerzo y la disciplina”. Chile “necesita una nueva esperanza”, y sus contornos, todavía toscos y poco definidos, se comienzan a dejar ver”. Quizá todo sea un asunto de decibles. Que cambios hubo el domingo, los hubo pero, como escribe Ascanio Cavallo, el asunto es su profundidad.
Por una parte, dice, “el oficialismo sufrió un duro castigo”, aunque “tal vez algo menos de lo que algunos esperaban después del escándalo Monsalve”. Y enla oposición, “el Partido Republicano logró plantear un desafío a Chile Vamos”, pero “sin el éxito apabullante que hubiera deseado.
Di-cho eso, para Cavallo, “el resultado es una mala noticia para el gobierno en el momento más débil de su trayectoria”. Y, además, “el proceso de segunda vuelta” de gobernadores “se ve muy amenazante, porque se convertirá directamente (... ) en un plebiscito sobre el gobierno a un año de las presidenciales”. un incremento de 37%”, e incluso, “el 68,9% delos postulantes a las alcaldías eran independientes, tanto dentro como fuera de pacto”. Una realidad, según ella, que “debe ser el acicate para sacar adelante esa reforma”. De no hacerlo, dice, nos enfrentaremos a “un Chile ingobernable, no importa quien gane”. Un punto, el de Escobar, que en algo se cruza con Carlos Correa y su mirada sobre las elecciones en Las Condes y Puente Alto, donde “el sello de los ganadores fue la rebeldía”. Fue el triunfo de “los críticos del sistema político”. En el caso de Catalina San Martín, se “apelaba a una derecha honesta”, mientras que con Matías Toledo se apuntaba “a una izquierda conectada con la calle”. Ambos, dice, “pese a sus diferencias ideológicas, representan la enorme crisis de confianza que viven los partidos y las dificultades que tienen para incluir alosrebeldes”. Y eso “tendrá proyección en los eventos que vienen”. Hay algo en todo ello de las consecuencias del voto obligatorio, según Rafael Souza, en especial en el caso de Toledo. Pero side voto obligatorio se trata, las eleccionesdel domingo también permiten analizar su efecto. Uno, según Cristóbal Osorio, que parece escorar las preferencias hacia la derecha.
Porque más allá de queen el voto de gobernadores “el 17,8% delos electores prefirieron no inclinarse por ninguna alternativa”, es en el de concejales donde se observa con claridad “el peso de los partidos”. Y aquí, dice Osorio, queda clara “la tendencia a beneficiar” ala oposición.
Esta no sólo elevó en 2,3 millones sus votos entre 2021 y 2024, sino que “dos de cada tres nuevos electores que se inclinaron por algún pactoUn asudne tactoitu dPero másallá de la cordura ciudadana de unos comicios que mostraron, según Pamela Figueroa, “un compromiso con la democracia, incluso en un contexto de crisis de legitimidad institucional”, lo cierto es que en el plano político las cosas no andan tan bien.
No sólo resulta claro que lo dela polarización es cosa de las élites, como ha insistido Pablo Ortúzar, sinotambién quenecesitamos, según Óscar Guillermo Garretón, “otro ordenamiento de la política” para salir de esta, porque el actual “no da para más”. Se requiere, dice, “una oposición y un oficialismo distintos”. Lo que queda por ver es si eso es posible. Y si para Garretón lo que se necesita es un cambio de actitud, “una nueva forma de actuar”, para Paula Escobar lo urgente es avanzar en la reforma al sistema político. Una necesidad aún más evidente ante “el avance del independentismo y la fragmentación política” que mostró la elección del domingo.
Hubo, dice, “686 candidatos independientes, NEWSLETTER DE OPINIÓN«llSuscríbase al newsletter de Opinión, Elevando la discusión, los debates que marcaron la semana, para conocer los temas que fijaron agenda y las columnas de la semana. latercera. comlo hicieron por Chile Vamos o republicanos”. Y eso explica que “el gobierno quisiera transformar la elección en un voto voluntario, de facto”. Y el mundo sigue girandoPero como no sólo de política local vive el ser humano, el mundo sigue girando a trompicones. En tiempos de cambios como los actuales, priman más dudas que certezas. Aquí la vieja normalidad quedó definitivamente atrás. Las cosas no parecen ir bien encaminadas.
Transitamos por “la zona estúpida”, según Ascanio Cavallo, y el mundo enfrenta una incertidumbre que “no había vivido (... ) desde la crisis de los misiles de 1962 o, quizá, desde las alarmas de proyectiles intercontinentales de 1983”. No por nada Nuclear War, de la periodista Annie Jacobsen, sobre el retorno de la amenaza atómica, es uno de los libros más vendidos del año. Los viejos temores están de vuelta. Y todo ello en vísperas de una elección en Estados Unidos que tiene a todo el mundo expectante y que “se mueve en márgenes muy estrechos”, como agrega el propio Cavallo. Es un país dividido en dos mitades iguales, donde nadie se atreve a apostar por un ganador. En tres de los siete estados clave, por ejemplo, Trump y Harris están si el priempatados en las encuestas.
Y mero, según Cavallo, “encarna el rencor de muchos estadounidenses con las confusiones de estos años y representa la zona fatua de todos los seres humanos del siglo XXI”, la segunda despierta dudas sobre “si podrá lidiar con el complicado mundo de estos días”, aunque al menos tendrá “un formidable aparato institucional para apoyarla”. La del martes próximo es la elección más importante del mundo, pero pese a ello la mayoría del planeta sólo podrá mirarla como espectador. Como decía Diderot, “hay tiempos en que el mayor cambio que se necesita es un cambio de punto de vista”. Sea así ono, el hecho es que el mundo necesita un nuevo manual de instrucciones.
Por un lado, como apunta Soledad Alvear, “con el avance de los BRICS que desafían a todas las instituciones y países de Occidente” y, por otra, con “la retirada de la globalización”, que según Moisés Naím sólo lleva al regreso del proteccionismo y a un “empobrecimiento generalizado” de la población mundial.
Por eso, dice, revertir esas tendencias, alimentadas por la ola global de populismos, es urgente para “devolver al mundo a un camino de prosperidad compartida”. Pero la realidad es que en la era del desorden, lograrlo no será fácil.. Los debates que marcaron la semana