ACONCAGUA por el día
ACONCAGUA por el día R A Z A L A S A N E M I XR A Z A L A S A N E M I XDespejado en los Andes, en una zona de la cordillera justo al oeste de la provincia argentina de Mendoza. Son las dos de la tarde y, aún con el pesado sol encima, el viento levanta un polvo denso. En el grupo todos proceden a sacar cortavientos, chaquetas y gorros. “En la montaña el clima es muy impredecible. Así que, cuando llegue-mos al Parque ProvincialAconcagua, no se olviden de llevar en la mochila”. Estábamos preparados. El que hablaba era Jorge Soto, reconocido guía y responsable de la agencia Jorge Excursiones que nos instruyó mientras íbamos por la cuesta Caracoles, rumbo al Paso Los Libertadores. Nos encontrábamos en la boca de un entramado de cumbres afiladas, piedras sueltas, algo de nieve, cerros que cambiaban de color. Íbamos por la Ruta 60, que cruza la frontera para conectar con la Ruta 7 argentina. El camino era asombroso, de una enorme belleza escénica que varios intentaban capturar con sus teléfonos. Dada las curvas y baches, era difícil.
La jornada había comenzado mucho antes, cuando 20 personas abordamos la van morada que se lanzó a la carretera. ¿La meta? Trepar la cordillera de los Andes hasta el Parque Provincial Aconcagua y avistar la que quizá sea la cumbre más famosa de la cordillera: el Aconcagua, con su cima a 6.961 metros sobre el nivel del mar. Todo esto en un día (la vuelta sería esta misma noche). Ese era el plan.
En la práctica, ya estábamos luego de pasar por la aduana chilena en la Ruta 7, y fue recién aquí donde vimos una especie de metamorfosis: las laderas de los cerros vecinos se teñían de naranjo, verde amarillento, morado, ocre. Y el volumen de las montañas hacía sentir como si recorriéramos los cuerpos de unos verdaderos titanes de roca semihundidos. O la escenografía polvorienta que recrea, para Hollywood, lo que imaginamos es Marte. Jorge Soto, 66 años, cercano, diligente, lleva décadas acercando personas a la mon-taña. Con su propia agencia organiza excursiones de distintos niveles de dificultad. Va al glaciar El Morado, por ejemplo. O al cerro El Roble. O hace esta aproximación al Aconcagua. Según dice, el único que realiza esta salida por el día. La experiencia en cerros y campamentos ha delineado su vida. La primera vez que conoció una montaña, recuerda, fue en la Sierra de Ramón cuando tenía solo 10 años.
Quedó maravillado, así que partió a inscribirse al Club Internacional de Andinismo y Excursionismo, donde precozmente tomó cursos que le permitieron empezar a alcanzar cimas como la del San José (5.856 metros), el volcán Parinacota (6.380 metros) o El Plomo (5.424 metros). Pronto sintió algo. Que disfrutaba la montaña en sí misma másmismo día a casa. POR Marcela Saavedra Araya. CARACOLES. De camino al parque hay que remontar esta cuesta. DEL INCA. La laguna ubicada en Portillo es una parada imperdible de la ruta. ques, un kuchen y galletas. Rodeados de flores y a orillas del curso del río Juncal, el sitio era un descanso ideal para apreciar la belleza escénica. De vuelta en la van, cobijados de la temperatura de la montaña, llegamos al centro de esquí Portillo. “Se dice que en tiempos del ferrocarril Trasandino, unos ingleses vinieron a trabajar a esta zona y vieron como este sitio era ideal para los deportes de invierno. Comenzaron a esquiar aquí y, con los años, se formó lo que vemos hoy”, dijo el guía. Pero nadie prestaba demasiada atención al centro invernal en sí. Aunque había algo de tiempo para observar los tonos turquesa de la fotogénica laguna del Inca, al lado del clásico hotel. La altura, que se hacía sentir, no era obstáculo para bajar hasta la orilla y tomar algunas fotos de esta postal inmejorable. Algunos incluso se quitaban los zapatos para sentir las frías aguas. Pero lo mejor, sin dudas, era el silencio. Exactamente dos kilómetros antes de llegar al control fronterizo argentino, llegamos al Parque ProvincialAconcagua.
En total son 20 kilómetros desde la aduana chilena y, como no entraríamos “formalmente” en el país vecino, llegamos al acceso sin tener queR A Z A L A S A N E M I XDE ALTURA. A lo largo del camino hay varias lagunas, espejos de agua que reflejan los cerros gigantescos de alrededor. que por la conquista de cumbres complejas. Por eso empezó a salir simplemente por goce, y de a poco derivó al turismo.
“Por casualidad”, dice: hacia los años 70, sin pavimento en el Cajón del Maipo, en la zona de San Gabriel, Jorge tenía un vehículo 4x4, y como eso era todavía algo inusual, se hizo conocido y varios clubes de montaña empezaron a buscarlo para pedirle traslado. Y luego, apoyo técnico en la montaña. “En esos viajes conocí a un alemán que tenía una escuela de idiomas en Santiago.
Como los alemanes son conocidos por su afición al turismo aventura, empecé a hacer viajes con sus alumnos y, como sabía mucho de andinismo, me fue fácil organizar excursiones a sitios como Ojos del Salado o al volcán Llullailla-co”, recuerda. Ya metido en esto, comenzó a aprender, a perfeccionarse y a ajustar su servicio. Ahora quería abrir estos lugares a otro tipo de público, más allá de la formación técnica o el estado físico de los viajeros. Por eso, cambió la alta montaña por circuitos más accesibles a lugares de alto atractivo natural, pero que no eran exclusivos para profesionales. Como lo que hacemos ahora. La experiencia está bien pla-nificada. Como partimos muy temprano, a eso de las 7:30 nos juntamos en Plaza Italia, todavía en la ruta vehicular hicimos una pausa en un punto junto al río Juncal para desayunar. En una mesa plegable, Jorge desplegó termos de té y café, que-EL MÁS ALTO. ElAconcagua, con sus 6.961 metros sobre el nivel del mar, es la máxima elevación de América. SILVESTRE. En las zonas más altas de los Andes se puede ver por estos días un pasto grueso y bajito, junto con brillantes flores amarillas.
R A Z A L A S A N E M I XA R D E V A A S A L E C R A ML O I F N Á I T S I R Chacer trámites fronterizos. En el parque, la sencilla señalética de madera invitaba a adentrarse. El estacionamiento conectaba con el único sendero que hay, y que llega a Base Confluencia, el campamento principal del Aconcagua. Así que bajamos raudos del vehículo para comenzar la caminata. Es fácil decirlo: a 4.000 metros sobre el nivel del mar, todo se siente en la propia respiración. Valía la pena. El entorno cambiante tenía gran belleza. En un circuito delimitado por cuerdas teníamos alrededor un pasto duro cubriendo la superficie de algunos cerros aledaños, mientras unas flores doradas combinaban perfectamente con los tonos de las montañas del área occidental del parque. El escenario era sobrecogedor: los cerros son muy distintos entre sí. En la parte oriental, por ejemplo, un polvillo morado, rojo y anaranjado cubría la escena. Otras laderas estaban llenas de una vegetación muy verde, que contrastaba con el ocre de las zonas rocosas. Mientras, hacia el este, el río Horcones, tan chocolatoso como el Maipo, discurría montaña abajo. Seguimos caminando hasta dar con la primera laguna de montaña en la ruta, pequeña y de aguas gris oscuro. Lo que queríamos era llegar al mirador Aconcagua, desde donde podríamos apreciar el majestuoso monte. Pero faltaba para eso. Tendríamos que pasar antes por una segunda laguna, y una tercera, todo en medio de un impresionante anfiteatro de montañas.
El mirador que buscábamos era un verdadero espectáculo natural: a la vista, el imponente cerro gris, la cumbre más alta de América, estaba escoltada por decenas de cumbres, pero su cima estaba escondida, coronada por una nube densa. “Así es la montaña: antojadiza. Para verlo completo tendríamos que haber llegado a las 11 de la mañana, pero habría implicado salir de madrugada de Santiago”, explicó luego Jorge Soto. Y aún así, el avistamiento total no está garantizado: es la naturaleza; no hay programación que pueda resolver todo. Mientras disfrutábamos del paisajes, nos dispusimos a cami-MÁS INFORMACIÓNInstagram: @jorgeexcursiones; Facebook: @jorgeexcursiones; Whatsapp: +569 8743 7944. nar unos metros adelante para almorzar junto a la laguna Horcones: era el final “oficial” del circuito. Allí esperaban unos comesebos, con su pecho amarillo, mientras un carancho, un ave rapaz, nos sobrevolaba como si estuviese saludando.
“Recuerden que ahora tenemos que entrar por la aduana chilena y no nos van a dejar pasar con nada orgánico, así que hay que comerse todo”, dijo Jorge y el grupo empezó entonces a compartir las mallas de naranjas, plátanos y frutos secos. Era un sencillo festín de despedida.
De camino a Santiago, surge la idea de aprovechar que, bueno, “casi estamos en Ar-gentina”. Resulta que en este tramo del camino, aunque administrativamente no entramos al país vecino, hay algunos restaurantes que ofrecen bife chorizo, hay tiendas donde comprar alfajores y hasta sevenden souvenirs. Paramos en Lo de Coco, justo frente al único peaje que hay en la zona fronteriza. Entramos y compartimos cafés, chocolates calientes y uno que otro dulce. Mientras algunos jugaban pinpón, otros miraban las artesanías, los aceites de oliva y la yerba mate. Fue en ese momento cuando Jorge Soto me comentó que ver al grupo conviviendo como si fueran parte de un club de montaña era justo lo que buscaba. Era la experiencia que quería ofrecer. “Mi idea es que las personas vengan y se sientan parte de una comunidad. Que puedan compartir, que es la parte más bonita que tiene el montañismo.
Desde mi visión de la montaña, que se aleja de la forma competitiva en que muchos viven los cerros hoy, las conexiones que se hacen estando en el cerro son las más valiosas y lo que más se disfruta a la larga”, dijo y luego agregó que esa era su propia vivencia en la montaña: “Por eso quiero mostrar las experiencias lindas que se dan arriba”. D. La montaña más alta de América está a solo unos minutos del Paso Los Libertadores y si uno no es montañista profesional, esta excursión permite avistar su cumbre desde un mirador privilegiado. Y volver el EL MÁS ALTO. DEL INCA. La laguna ubicada en Portillo es una parada imperdible de SILVESTRE. En las zonas más altas de los Andes se puede ver por estos días un pasto grueso y bajito, junto con brillantes flore DE ALTURA. A lo largo del camino hay varias lagunas, espejos de agua que reflejan los cerros gigantescos d CARACOLES. De camino al parque hay que remontar e