Autor: Camilo Cáceres
De que hablamos cuando hablamos de teatro virtual
Cuando algunos pronosticaban el fin del teatro, llega una pandemia a demostrar que el género puede reinventarse y disfrutarse desde las nuevas tecnologías.
Internet permite formas de interactuar que antes hubieran sido impensadas y es, precisamente, en esa inter-actuación donde cabe la dramatización de los diálogos, la creación de guiones en base a obras que estuvieron hace poco en cartelera. Los grandes teatros cerraron pero se abrieron las pantallas de miles de notebooks. Unas horas antes de la función llega el enlace al mail, a la hora señalada comienza la función.
Pero, parafraseando a Raymond Carver, ¿de qué hablamos cuando hablamos de teatro virtual? Para dar una buena respuesta vi cuatro obras presentadas en este formato, en ellas -rápidamentese advierte una diferencia entre la cápsula de video y la trasmisión en directo de una obra. El streaming de teatro en vivo genera una sensación de realidad, mientras que el registro de las actuaciones transmitido por streaming potencia los textos.
En otra arista del asunto, el público queda fuera del streaming; no se genera el convivio que menciona Jorge Dubatti; no hay cuerpos presentes compartiendo una experiencia física; la presentación se hace más fría al no escuchar las risas ni suspiros, ni el llanto que provocan algunas obras. Sin embargo, el encuentro con el público también tiene lugar en algunas presentaciones, ocurre tras la función cuando se abre la sala de zoom para conversar sobre el espectáculo. Más que intentar definir un género, éste se está improvisando a sí mismo, veamos algunas de las las obras que se presentan bajo la etiqueta de teatro virtual.
“Me llamaba su munequita y Jugaba conmigo como yo lo hacia con mis munecas, ¡jodio a mi padre! ” "Hacha" Hacha, esto no es teatro Hacha, esto no es teatro tiene una duración estimada de 25 minutos, se transmite por Zoom en vivo y en directo. Es definida como teatro experimental en base a la última escena de Casa de muñecas, de Henrik Ibsen. La obra transcurre después de que Nora abandona a Torbaldo. Nora recibe una llamada de lorbaldo tras dejar el hogar. Este es el motor de la acción, del diálogo de una pareja rota por la intención de manipular los hechos para simular ser una familia normal. “Norma actúa como una esposa obediente”, es una frase que nadie puede decir al ver Hacha. Este spin-off del clásico de Ibsen muestra a una Norma que rompió la imposición de ser como alguien más y comenzó a ser auténtica, a desarrollarse como ella misma.
Es ella quien le dice a su ahora ex marido: “Ante todo soy un ser humano con los mismos títulos que tú, o por lo menos trato de serlo”. Antes de los roles socialmente impuestos, antes de ser marido y mujer, son Nora y lorbaldo y esa identidad tanto tiempo desplazada toma ahora relevancia en una demostración de integridad que necesita del distanciamiento. En un departamento, Norma habla por celular, la cámara la capta ir y venir, sentarse y levantarse de la comodidad del sillón, armar maletas, mirar la fotografía que reproduce un paisaje de árboles frondosos. “Te dejé un mensaje de audio. Esta será la última vez que escucharás mi voz”, dice la protagonista. Luego la cámara se ubica en el suelo, a la altura de las ruedas de las maletas y los zapatos.
Desde ahí comienza un vuelo de los “Hemos pasado todos estos años, uno encima del otro y creo que nos está haciendo anquilosarnos un poco, que dejemos de movernos, que dejemos de caminar por esta vida, ¿se entiende? Tú mejor que nadie sabes la importancia del movimiento, ¿verdad?” "Branko" Aviones que hasta aquí parecían ornamentales, pero que ahora surcan el departamento para visitar la naturaleza, y este traslado es acompañado por la cámara, transportando la acción, el viaje, a un ambiente distinto lleno de verdor, un espacio para partir de nuevo la construcción de roles que elija Norma para su incipiente vida. Tras la función Katty López se toma un momento para dejar el personaje de Nora y entra en cámara Danilo Llanos, director de la obra. Juntos conversan con los espectadores, escuchando dudas y comentando apreciaciones que surgen del público. “Hay una fascinación por las experiencias y desde las experiencias nuevas”, dicen comentando la experimentación del nuevo género del teatro que posibilita la digitalización de la vida. Para el centro de experimentación, Teatro La Peste, esta es una oportunidad de abrirse a nuevos espectadores. Cuentan, por ejemplo, que en una de las primeras funciones se quedó abierta la cámara de alguien del público, que tomó un colectivo desde su trabajo a su casa mientras veía la obra. Los comentarios tras esa función eran sobre Hacha y sobre este otro relato del espectador pasajero.
Una pregunta a Llanos llama mi atención, si es que después de la pandemia dejará de existir el streaming de teatro, a lo que responde: “creo que es un espacio a seguir investigando y no me parecería dejarlo como un parche, Hacha es una obra más de la compañía, con el mismo nivel”, luego, siempre desde Valparaíso y mediado por una pantalla, señala que digitalizar es “subvertir y transformar (al teatro] en una dimensión creativa, es incorporar un dispositivo híbrido que suma elementos para prolongar el teatro”. Gracias a la temporada escena en línea de Teatro Puerto pudimos ver Hacha, parte del proyecto Escenas encerradas de Teatro La Peste. Branko Un hombre con movilidad reducida despierta en su cumpleaños 32. Sara, su pareja, le ha dejado un juego de cartas dispuestas como pistas en distintos lugares de su casa, tras el hallazgo de cada carta ocurre una llamada de algún miembro de la familia. La soledad, sin embargo, crece en el rostro de Branko. La obra de teatro en formato audiovisual protagonizada por Diego Ruiz continúa el personaje de Branko que el público conoció en Mi hijo solo camina un poco más lento, del dramaturgo croata lvor Martinic. El spin-off que dirige Jaime Amunátegui es un registro de unos 25 minutos, grabado en el departamento del protagonista y puesto a disposición del público a través de streaming por la plataforma Escenix. Cl, con alta calidad de imagen y sonido. Moviéndose en su silla de ruedas Branko experimenta un cumpleaños regido por el aislamiento social como medida sanitaria.
Soledad impuesta que se refleja en el hecho de que su pareja no estaba al despertar ni al tomar desayuno, ni apareció tras la llamada de su madre para felicitarlo por cumplir otro año más de vida. Al igual que en Hacha, esto no es teatro, la mujer abandona el hogar. Entonces una nueva forma de aislamiento alcanza a Branko, ahora es aislado de la pareja. El teléfono vuelve a sonar, otra vez poner voz alegre e inventar una excusa para que no hable Sara.
Para el “Yo quiero pararme, yo quiero vivir en la realidad” "Mentes Salvajes" Protagonista Diego Ruiz, Sara es percibida como una ” ”. santa” al hacerse cargo de “este cacho”. No es fácil para ella dejar a un hombre de movilidad reducida, por eso el diálogo se genera de a poco, mediado por misivas distribuidas como pistas por la casa. “Creo que estos son tiempos violentos, pero tremendamente productivos”, dice Ruiz en la conversación de Zoom posterior al streaming de Branko. “Nosotros buscamos registrar un personaje, no competir con un corto o largometraje”, es una aventura sobre el formato en que se registra y transmite la obra.
Consultado sobre la teatralidad de este teatro virtual, dice: “Aprendería mucho de la lógica del streaming y vería la posibilidad de que mis cien butacas se conviertan, quizás, en 300 si tengo la posibilidad de transmitirlo en línea.
Una cosa soy yo, que me gusta ir al teatro a ver a los actores actuando y transpirando cerca mío, vivir esa experiencia, el diálogo y lo que ocurre ahí, pero también puedo entender que hay una gran masa de gente a la que se le abrió una posibilidad de ir al teatro, de consumir nuestros contenidos desde la placentera dicha de su hogar, ¿quién soy yo para quitarles esa posibilidad?”. Mentes Salvajes Soñadores compulsivos reunidos en una conversación que dura casi una hora. Un espacio para decir en voz alta el nombre de un padecimiento que les genera también entretención, consuelo y que, muchas veces, les parece más valioso y real que la vida misma. Hablamos del campo onírico extendiéndose más allá de las horas de descanso habitual, de exploración de conciencia vívida durante la ensoñación o incluso de soñar despiertos. Hablamos de teatro virtual, del llamado teatro Zoom, del centro GAM presentando Mentes Salvajes en línea y en vivo, vendiendo casi 7 mil entradas para la obra. Bajo la dirección de Víctor Carrasco tiene presentaciones hasta el 26 de julio. A pesar de sentirse como personas comunes y corrientes, los personajes están reunidos porque comparten un diagnóstico médico, un término científico para un aspecto relevante de sus jornadas. “Ensoñación compulsiva, es una condición poco conocida”, dice una de las tres mujeres que componen el elenco de Mentes Salvajes.
Paulina Urrutia es Ana, una mujer que disfruta investigando aspectos históricos o de decoración para tener vívidas ensoñaciones, relatos con poderosa arquitectura, donde la construcción de mundo aporta a mantener el interés en la misma historia durante años de la vida de Ana. Un sueño perfecto al detalle es una recompensa al esfuerzo en planificación y vivencia de los sueños.
Otra soñadora es Francisca Gavilán, quien da vida a Deborah, una mujer que lleva una vida tranquila, marcada por una jornada laboral que, en más de una oportunidad, ha intentado dejar las ensoñaciones que la distraen de involucrarse más en las cosas que realmente están pasando en su vida, o al menos a su alrededor. Pero no puede.
No resiste al impulso de soñar con la historia de Kevin el narcotraficante, un hombre que vive el lujo y la violencia como pan de cada día, que siempre tiene el corazón bombeado de adrenalina porque su intensa vida parece sacada de una serie de acción y mafia. En ella la compulsión es como un vicio, busca ponerle un final pero inventa arcos argumentativos que continúan la historia. Sufre y disfruta por eso. “Yo creo que soy normal... en todo sentido” "Mentes Salvajes" Natalia Valdebenito es Sandra, una soñadora de mundos fantásticos, provenientes del anime y la fantasía medieval. Sus 17 protagonistas tienen sufridas historias y poderosos dones con los que libran batallas del bien contra el mal.
Es más entretenido que cualquier serie de televisión, más real y con mayor albedrío que cualquier videojuego en el mercado. ¿Cómo no pasar horas y horas en esos mundos que puede alcanzar cerrando los ojos? Héctor Noguera interpreta a Andrés, un hombre de avanzada edad que permanece en silencio toda la introducción de la obra mientras sus interlocutores se presentan y explican sus acercamientos a la ensoñación compulsiva.
Andrés se escucha con pocos gestos y en silencio hasta que Ana menciona la edad del hombre con el que sueña -90y ahí suelta un único ¡ ja! Oye mientras adquiere la confianza para compartir sueños que no ha compartido ni siquiera con su esposa, junto a quien envejeció sin que la pareja tuviera hijos. Dice Andrés: “Tengo sueños bastante normales, me despierto, trabajo, vuelvo.
La única diferencia es que, en mis sueños, yo tengo una hija”. El último personaje, aunque en realidad es el primero en contar de qué se tratan sus sueños, es Nelson, interpretado por Gabriel Cañas, quien se sueña a sí mismo siendo entrevistado después de adquirir fama y fortuna.
Convertido en una celebridad responde preguntas sobre su exitosa carrera y los proyectos futuros que deleitarán a la audiencia. ¿A quién podría contarle algo así dentro de su casa? Soñar es una actividad solitaria que además se convierte en un secreto, un aislamiento que se prolonga mientras las visitas a programas de espectáculos tienen lugar una y otra vez. «“. r. ”. Una película sin público”, es la expresión usada para definir el sueño, el teatro de la mente. Segismundo en tiempos de pandemia Segismundo crece en una torre, encerrado para que no llegue a convertirse en un tirano al heredar el reinado. Segismundo vive la pandemia preguntándose si la vida es sueño. El alcance con el contexto actual de aislamiento generalizado, le da potencia a este trabajo de los alumnos de segundo año de Teatro en la Pontificia Universidad Católica. Registrado con celulares desde las casas de los alumnos, Segismundo en tiempos de pandemia puede verse en Youlube, en el canal de la escuela. Son numerosos clips de video que retornan al texto clásico de Calderón de la Barca, con Segismundo cuestionando las causas del castigo que obliga a permanecer aislado, cuestionando lo onírico de la vida. Con dos videos participan en la primera versión del Festival Internacional en Cuarentena, organizado por la compañía Os Satyros de Sáo Paulo. Es que para la cuarentena el paralelo con Segismundo es tan fácil de alcanzar, basta con decir que ha vivido su existencia completa haciendo cuarentena en esa torre.
De ahí en adelante son 23 estudiantes repasando los mismos fragmentos de la obra, actualizando definiciones de la vida y los sueños, generando movimiento con Stop Motion o interviniendo dramatizaciones con filtros de imagen para celulares... la experimentación del teatro en línea no deja de lado ningún ámbito del soporte digital de la escena, generando un sueño colectivo llamado teatro virtual que se parece al sueño de la vida misma.