Autor: Daniel Rozas
“La figura del quiltro es una metáfora del ser humano maltratado”
Bernardo Subercaseaux, historiador: 2 1 perro callejero, vagabundo, quiltro, ha adquirido una gran notoriedad mediática en Chil se ha vuelto un ícono de las revueltas sociales que sacuden al país desde el 18 de octubre y “símbolo de la protesta mundial”, según escribió Billy Anania en la revista neoyorquina sobre arte “Hyperallergic”. Así como la iconografía del No fue representada por un arcoíris que encarnaba la esperanza que venía con la vuelta a la democracia, para los entusiastas del movimiento social, el perro del pañuelo rojo simboliza el espíritu del combate callejero, luego que se hiciera conocido debido a su participación en las protestas acompañando a los estudiantes en 2011, siendo fiel a ellos, y agresivo contra las fuerzas policiales. El académico analiza la presencia simbólica de perros callejeros en las protestas. “Los jóvenes que se manifiestan no creen en el antropocentrismo”, dice. En Valparaiso y Santiago, estudiantes de veterinaria ayudan a los perros que sufren con lacrimógenas” Es una nueva forma de entender la ciudadanía por parte de los jóvenes.
Ellos son animalistas, veganos”. El can original murió en 2017, existe una página web dedicada a su figura, tiene miles de seguidores en Facebook y Twitter, hay un documental (“Matapacos”) que obtuvo un premio en el Festival Santo Tomás en Viña del Mar en 2013, cubre las paredes de la capital, es motivo de intervenciones urbanas como la escultura de plástico que se montó en la Plaza de la Aviación en Providencia, y, como explica Bernardo Subercaseaux, ahora tiene ambiciones políticas: “Vi un afiche con la silueta del quiltro que decía: quiero ser constituyente”. Filósofo y académico de la Universidad de Chile, Subercaseaux, que es coautor del libro “El Mundo de los perros y la literatura”(UDP, 2014) —conjunto de ensayos que indagan en ficciones donde el perro y el imaginario canino ocupan un lugar destacado en la literatura universal y chilena (desde Cervantes hasta Carlos Droguett)—, dice que la importancia que han adquirido los canes en las manifestaciones se debe a la ampliación del círculo empático. “La narrativa sobre perros apareció antes que el movimiento animalista manifestara una crítica a la filosofía antropocéntrica sobre el ser humano como el fin de la creación.
La COP25 que se celebró en Madrid habló de eso: que la especie humana es la culpable del desastre que estamos viviendo”. —En su libro escribe sobre el crecimiento del animalismo. ¿Por qué se produce? —El animalismo es una corriente de pensamiento filosófica e internacional.
El movimiento más radical por los derechos de los animales, que forma parte de esta nueva generación de derechos, se propone defender a los animales de todo abuso y explotación, y otorgarles los mismos derechos de los humanos; estableciendo equiparidad entre condición humana y animal. Hay grandes escritores como el Premio Nobel de Literatura Coetzee, y Fernando Vallejo, que son animalistas.
El escritor colombiano, autor de “La virgen de los sicarios”, da conferencias con sus nueve perros, y ha donado considerables sumas de dinero a organizaciones animalistas. —En filosofía eso se denomina el “giro animal”. —El giro animal, yo diría, va acompañado por el movimiento animalista. Tanto así que, por ejemplo, los alumnos de la Universidad de Chile me han pedido que haga un seminario el próximo año para conocer los fundamentos de la filosofía animal y el espíritu vegano. Setenta y cinco días Subercaseaux dice que, en los más de dos meses que llevamos de crisis social, “he visto un extraordinario proceso de lealtad entre perros y personas. En Valparaíso y Santiago, estudiantes de veterinaria acompañan a los perros en las marchas, sobre todo por el uso de gases lacrimógenos. Una persona se impregna de gas, pero se cambia la camisa y se acabó el problema.
En cambio, un perro queda con el gas pegado en su pelaje. —¿ Por qué tienen tanta relevancia los perros en este movimiento? —Porque es una nueva forma de entender la ciudadanía por parte de los jóvenes. Ellos son animalistas, veganos, y no creen en el antropocentrismo. Piensan que los animales tienen derechos por ser seres que sienten y piensan. Yo, en mis investigaciones, he descubierto que los petienen memoria, pensamiento, y sentimientos complejos como el pudor o la vergiienza. Todo esto ha sido ratificado por el conocimiento científico. —Este quiltro de color negro es un símbolo para los integrantes de la revuelta social.
Hay quienes, incluso, lo llevan tatuado en el cuerpo. ¿A qué lo atribuye? —Se hizo conocido en 2011 porque acompañaba a los estudiantes en las marchas y ahora aparece como un símbolo de la primera línea de la protesta. Cuando recorrílas manifestaciones, desde Santa Lucía hasta la Plaza Italia, vi muchos rayados con su figura en las calles. Entonces, esto es un fenómeno de expresividad cultural. He visto que ahí hay una fuerte lógica cultural; distinta de la posición política: tiene rasgos de identificación; es simbólica. En la calle, está lleno de cómics, carteles, dibujos y procesos indentitarios que se están conformando ahí. Es como la cultura narco. El narcotráfico tiene su propia cultura: novelas, canciones o la santificación de Pablo Escobar. Por eso este movimiento también tiene una dimensión cultural que va a persistir.
“El tema animalista es transversal” —En la lógica de la calle, los manifestantes consideran que los quiltros son sus aliados. ¿Por qué? —Esto tiene antecedentes desde el 2010, desde la época del Bicentenario cuando la Municipalidad de Santiago convocó una votación para enterrar una cápsula para saber qué iba a pasar en 100 años más y compitieron, mano a mano, el perrito de Lipigas con Don Francisco. Casi ganó Spike, el quiltro. El tema animalista es transversal.
Va desde los perros fifís hasta los quiltros de los cerros en Valparaíso. —A nivel literario, ¿qué libros chilenos son claves para entender la relación entre literatura y perros? —Primero, está “Memorias de un perro escritas por su propia pata” de Juan Rafael Allende, en clave picaresca, donde hay un perro que se queja de cómo lo tratan las personas, opta por sus pares, y se opone al tratamiento de los humanos. Es un libro de 1893. Hay una tradición que indica que la literatura suele anticiparse a los fenómenos sociales e históricos. El animalismo literario está presente en las letras antes que el animalismo como filosofía y movimiento. En ese sentido, “Patas de Perro” de Carlos Droguett es un ejemplo claro de esto porque el protagonista, Bobi, es un ser humano que elige el mundo delos quiltros. Se siente marginado de los seres humanos. —¿ Existen casos más recientes entre literatura y animales en nuestra literatura?—Está el libro “Quiltras” de Arelis Uribe. Hay una identificación de un yo femenino juvenil excluido en esos relatos.
Presente el uso de la figura del perro como metáfora del ser humano maltratado, Perros de la calle “¿ Han notado que nuestro pueblo no ama muchas cosas, pero se haría matar por su perro?”, escribió el Premio Nacional de Literatura y Periodismo, Joaquín Edwards Bello.
Perros famosos en la cultura chilena hay varios: Uk, Gran Danés que vivía en La Moneda y era la adoración máxima del expresidente Arturo Alessandri Palma; Washington, de Condorito; Áyax: héroe de Carabineros baleado por delincuentes; Ron, perro colocolino famoso por morder al arquero de Boca Juniors: Carlos Navarro Montoya. Bernardo Subercaseaux afirma que “la vinculación entre los seres humanos y los perros tiene una larga trayectoria. Cada vez más los perros son concebidos como seres humanos y los seres humanos como entes que han reprimido su cuerpo y animalidad.
Además, hay perros de distintos sectores sociales2. —En la lucha ideológica por ganar la calle simbólicamente, los oponentes a las manifestaciones crearon el perro “Rucio Matacapucha”. ¿Por qué no prendió? —Yo he conversado con jóvenes que forman parte de la primera línea y ellos, contrariamente a los que yo pensaba, no se plantean como saqueadores. Ellos se plantean como encapuchados defensores de los manifestantes.
Entonces, el “Rucio Matacapuchas”, está en la posición contraria y sería un emblema de la represión. —Hay quienes dicen que la calle se comporta como un quiltro: ladra, mete bulla, salta, se mueve, muerde. ¿Está de acuerdo? —Algo hay de eso. Y eso contribuye a formar una identidad entre los manifestantes del movimiento. He visto que los perros van disfrutando de las marchas. Es muy curioso.
Uno se pregunta si entenderán algo de lo que está pasando. —+¿ Existen otros precedentes sobre perros revolucionarios en el mundo? —Lukánikos, el perro anarquista de las protestas en Grecia desde 2008, que se lo mencionaba como el Ché Guevara con cuatro patas. En estos procesos se producen mitificaciones que son más bien simbólicas. Por ejemplo, en Ecuador, existe Firulais, que también ha sido considerado elícono revolucionario de las protestas en Cuenca. Entonces este ha sido un fenómeno que se ha dado a nivel internacional. Todos son perros de la calle. No he visto ninguno de raza en las protestas.