Sudamérica acelera la construcción del Corredor Bioceánico Vial: un paso interoceánico terrestre para competir con el Canal de Panamá
Sudamérica acelera la construcción del Corredor Bioceánico Vial: un paso interoceánico terrestre para competir con el Canal de Panamá “integrar nuestra economía a las cadenas productivas del interior de Sudamérica, generar empleo en el norte del país y abrir nuevas puertas al mercado asiático desde los puertos chilenos”. Las regiones de Antofagasta y Tarapacá se perfilan como polos logísticos estratégicos en la etapa final del corredor. Con conexiones cercanas a centros mineros internacionales, ambas zonas y rutas esperan beneficiarse no solo del aumento del comercio, sino también del desarrollo de infraestructura complementaria, como zonas francas, terminales intermodales y centros logísticos. EXPERTOS VALORAN EL PROYECTO, PERO ADVIERTEN SOBRE DESAFÍOS Especialistas en integración y transporte coinciden en destacar el potencial del Corredor Bioceánico, aunque advierten sobre una serie de retos estructurales.
Carlos Rivas, consultor internacional en logística y exasesor del BID, sostiene que el éxito del corredor dependerá de tres factores clave: “La calidad de la infraestructura vial, la armonización normativa entre países y la implementación de tecnología para una trazabilidad eficiente”. Sudamérica está a punto de dar un paso trascendental en su integración física y comercial: la construcción del Corredor Bioceánico Vial, una red de carreteras, puentes y pasos fronterizos que conectará los puertos del Atlántico en Brasil con el puerto de Coquimbo en Chile, cruzando el corazón productivo del Cono Sur.
Se trata de una iniciativa de más de 2.290 kilómetros, cuya finalización está proyectada para 2026 y que apunta a transformar la logística regional al ofrecer una vía terrestre interoceánica capaz de competir directamente con el Canal de Panamá. La obra, estimada en 10 mil millones de dólares, está siendo ejecutada mediante un esfuerzo coordinado entre los gobiernos de Brasil, Argentina, Paraguay y Chile, en base a un acuerdo firmado en 2015.
A diferencia del tradicional tránsito marítimo que suele enfrentar demoras de hasta cuatro días en el Canal de Panamá, este nuevo corredor promete una reducción sustancial de los tiempos de traslado y costos logísticos, particularmente para el comercio de productos agrícolas, minerales e industriales con destino a mercados asiáticos.
IMPACTO LOGÍSTICO Y ECONÓMICO DIRECTO Uno de los principales impulsores del proyecto ha sido Paraguay, país sin salida al mar pero con una posición estratégica para conectar los flujos comerciales del interior continental con las costas del Pacífico y del Atlántico.
Según datos del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones paraguayo, el corredor podría reducir hasta en un 25 % los costos logísticos de exportación, particularmente en productos como la soja, el maíz y la carne bovina.
En el caso de Chile, el ministro de Economía, Nicolás Grau, ha enfatizado que el proyecto representa una oportunidad clave para “El problema no es solo construir la carretera, sino lograr que los sistemas aduaneros, sanitarios y migratorios de los cuatro países hablen un lenguaje común. Si no se avanza en esa integración administrativa, la promesa de rapidez y eficiencia puede verse diluida”, advierte Rivas. En esa línea, Martín de Ríos, ministro de Desarrollo de la provincia argentina de Salta, recalcó recientemente que “el trabajo de homogeneizar procedimientos aduaneros y sanitarios es tan relevante como el asfalto mismo.
Ya estamos avanzando en mesas técnicas con los países vecinos”. INFRAESTRUCTURA ESTRATÉGICA PARA UN NUEVO ORDEN COMERCIAL La visión compartida entre los gobiernos es clara: reducir la dependencia de rutas externas y consolidar una Sudamérica interconectada. Durante el reciente encuentro entre los presidentes Gabriel Boric (Chile) y Santiago Peña (Paraguay) en Uruguay, ambos reafirmaron su compromiso con la iniciativa, destacando su potencial para fortalecer la soberanía logística del continente. “El Canal de Panamá es una infraestructura valiosa, pero enfrenta cuellos de botella crecientes.
Este corredor terrestre es nuestra gran oportunidad de ofrecer una alternativa complementaria, controlada por nuestros propios países y ajustada a nuestras necesidades productivas”, expresó Lucía Fernández, académica del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile. Por su parte, la industria privada también observa con atención. Empresas exportadoras de minerales, alimentos procesados y productos industriales comienzan a planificar sus futuras cadenas logísticas considerando este nuevo eje bioceánico. “Ya hay operadores interesados en instalar centros de acopio y distribución a lo largo de la ruta.
Es una transformación en marcha”, indicó Hernán Ojeda, director de la Asociación Chilena de Logística (Alog). 2026: UNA FECHA CLAVE PARA LA INTEGRACIÓN SUDAMERICANA De cumplirse los plazos, el Corredor Bioceánico Vial estará operativo en 2026, y podría consolidarse como uno de los proyectos de integración más emblemáticos en la historia reciente del continente.
Se estima que en su etapa plena, el corredor permitirá mover más de 8 millones de toneladas de carga anuales, favoreciendo no solo el comercio exterior, sino también la economía regional a través de mayor inversión, empleo y conectividad.
Para las comunidades por donde pasa como el Gran Chaco paraguayo, Mato Grosso do Sul en Brasil, Salta y Jujuy en Argentina, y el norte grande chileno esta iniciativa representa algo más que una obra de infraestructura: es una puerta al desarrollo y a la integración con el mundo. Mientras tanto, los gobiernos siguen trabajando en el cumplimiento de metas intermedias: construcción de tramos pendientes, instalación de pasos fronterizos modernos, implementación de sistemas digitales aduaneros y mecanismos de coordinación binacional. El futuro de Sudamérica podría estar pavimentándose, literalmente, con cada kilómetro de este corredor. Lunes 21 de Abril de 2025 www.diariolongino.cl 5 El ambicioso megaproyecto que une a Brasil, Argentina, Paraguay y Chile avanza con miras a estar operativo en 2026. Con más de 2.290 kilómetros de extensión, busca reducir costos logísticos, integrar mercados regionales y convertirse en una alternativa estratégica al Canal de Panamá. Expertos valoran su impacto, pero advierten sobre desafíos clave en infraestructura y regulación..