LA DUCHA QUE NOS DAMOS
- - LA DUCHA QUE NOS DAMOS Cada vez que enciendo la ducha, como ahora, y busco la temperatura adecuada, me acuerdo de una amiga de Abilene, Texas. Mary Jo recorrió Chile en verano y en la despedida me dijo con alarma que teníamos un problema con las duchas. Me sorprendió, porque ese problema en particular no lo había captado. Los demás sí, no ese.
Ella es de Abilene y los de Abilene sí saben de sequías y de poca agua, tanto así que estuvo en distintas sedes universitarias donde dictó el curso "The liquid element in chilean journalism". Vale decir: "El líquido elemento en el periodismo chileno". Fue un éxito. Lleno total. Estuvo en quince ciudades, se alojó en hoteles de categoría y nombradía, y así fue como descubrió que en Chile se desperdicia el agua de forma inmisericorde e inconsciente. Me dijo: "Ustedes no lo notan, pero yo soy de Abilene". Me explicó el terrible hallazgo y se me secó la garganta.
Utilizó, como es lógico y como lo haría cualquier turista extranjero o un chileno en viaje, duchas desconocidas, y en cada hotel un artilugio distinto, porque no sabes la llave con la que te vas a enfrentar. Si grifo con dos mandos o monomando, si de puño, trébol, barra o acaso eléctrica, de teléfono o con hidromasaje. Y está la presión, las tuberías o los cabezales de las regaderas. Me cautivó su relato, porque no hablaba nada del otro mundo, sino de una práctica normal y corriente cuando uno se aloja en hotel, motel, hostal, departamento o lo que sea. Es muy cierto que no son fáciles de descifrar las llaves, donde la regla general de agua caliente a un lado y fría al otro es lo mínimo, pero el resto es graduar la temperatura.
He aquí el problema y el desperdicio, porque la ducha se regula mientras el agua corre sin pausa, entonces se mueven las perillas o lo que sea, buscando desesperadamente la temperatura apropiada, pero para llegar a ese punto se ha botado demasiada agua, desde luego en vano y sin pena. Ella me decía que ducharse en Chile es rápido, pero llegar al agua tibia es lento y demoroso. Se busca la temperatura con la ducha lanzando agua y los ajustes y puesta a punto de chorros, perillas, manillas y grifos demoran el doble o el triple que la ducha propiamente tal. Agua tristemente no utilizada. Según mi amiga, en algunos hoteles de Abilene existe un ingenio computacional donde uno coloca la temperatura que quiere, 37 o 38 grados, y listo. Al instante y no hay pérdida alguna. Le encontré toda la razón. Me dejó una carta que quiere presentar a las autoridades chilenas, para que tengan conciencia de un desastre que ocurre en la intimidad y sin que nadie lo cuente ni diga. Tengo que enviársela a alguien. La carta. No sé si al Sistema Nacional de Gestión del Agua en Chile (Sgach), a la Comisión Nacional de Agua (Conagua) o a la Superintendencia de Servicios Sanitarios. Aunque podría ser la Comisión de Recursos Hídricos (CRH) o la Dirección General de Aguas (DGA). También Sernatur o Bienes y Servicios Ecosistémicos (BySE) o la Comisión de Ministros en Recursos Hídricos. Aún no me decido. Mejor apago la ducha. Por Liberty Valance PERDONE LO POCO FRANCISC O J A VIER OLEA.