LA CIA EN CHILE
Roberto Cisternas Contreras de tres millones de dólares gastados sólo en el año fiscal 1972.
La CIA es parte del asesinato de René Schneider 25 de octubre de 1970 operación realizada por dos generales pagados por Estados Unidos, Roberto Viaux y Camilo Valenzuela, para evitar la llegada del socialista Salvador Allende a la Presidencia de Chile.
La misión contemplaba el secuestro del comandante en jefe del Ejército, René Schneider, con el fin de provocar la intervención de las fuerzas armadas y evitar la sesión del Congreso que aprobaría los resultados de la elección presidencial chilena. Debía ser asesinado por su defensa constitucional a la transición del poder en Chile en ese decisivo año 1970.
Y se transformó en blanco cuando el 8 de mayo de ese año, cuando René Schneider, el jefe del Ejército de Chile concedió a El Mercurio en la que afirmó que las Fuerzas Armadas no interferirían en las elecciones de septiembre de 1970 y respetarían su resultado.
El resultado de la elección presidencial año 1970, como presidente de Chile a Salvador Allende Gossens, dejó al presidente Richard Nixon, de acuerdo con su asesor de Seguridad Nacional Henry Kissinger, “fuera de sí”, con rabia, y enojadamente le dijo a Kissinger y al director de la CIA Richard Helms, “quizás sólo una oportunidad en diez” de evitar que Allende fuera confirmado, pero el intento debía hacerse para “salvar a Chile” del comunismo. La CIA ideó un plan de dos caminos. El primero era encontrar algún método de persuadir al Congreso chileno de no votarpor él para asumir el cargo. El segundo camino era ingeniar un golpe militar.
Sin obviar que en septiembre de 1970 Nixon autorizó el gasto de 10 millones de dólares para impedir que Allende llegara al poder o para derrocarlo, y la CIA utilizó agentes encubiertos con banderas falsas o técnicas de espionaje y pasaportes falsos para acercarse a los oficiales militares chilenos y alentarlos a llevar a cabo un golpe de Estado.
En el curso de octubre de 1972, la “Huelga de los Camioneros”, respaldada por fondos de la CIA, virtualmente paralizó la economía durante muchos meses, proveyendo dramática evidencia de la debilidad de la Unidad Popular y el poder de sus oponentes; y financió actividades cubriendo un amplio espectro, desde simple propaganda manipuladora con la prensa hasta apoyo a gran escala de partidos políticos chilenos, desde encuestas de opinión pública hasta tentativas directas para fomentar un golpe militar.
El panorama de actividades «normales» de la Central-CIA en Santiago incluía la inserción de materiales propagandísticos creados por la Central en los medios de comunicación chilenos mediante el pago, apoyo directo a publicaciones, y esfuerzos para oponerse a los comunistas y al ala izquierdista de las organizaciones de estudiantes, campesinos y trabajadores.
Sin subestimar la propaganda generada por el diario El Mercurio y otros medios financiados por la CIA que se centraron en una campaña activa de oposición destinada a ganar de forma indiscutible las elecciones del 4 demarzo de 1973.
Entre 1970 y 1973, la CIA y militares americanos establecieron contactos con militares chilenos con el fin reunir materiales de inteligencia y permitir a los Estados Unidos entrar en comunicación con el grupo con más posibilidades para arrebatar el poder al residente Salvador Allende.
Asimismo el año 1973 el golpe ya era tema recurrente y en un documento interno que circuló en Washington, se leía que “la estación (en Santiago) cree que debemos intentar inducir a los militares todo lo que sea posible, si no todo, para que tomen el control y desplacen al Gobierno de Allende.
Sin obviar que, inmediatamente después de la elección presidencial de septiembre, el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon dio instrucciones de “hacer gritar la economía chilena” y que la acción encubierta de la CIA contra el Mandatario continuara durante su presidencia.
Pero, una de las situaciones que más evidente resulta de la lectura de los documentos de la CIA es que la Democracia Cristiana siempre fue el partido chileno mejor que contribuyó con los estadounidenses para derrocar el gobierno de Allende. Caso contrario es el Partido Nacional, de hecho, les gustaba poco.
Estimaban que Sergio Onofre Jarpa no era un buen líder y que la colectividad carecía de estructuras de base, a diferencia de la DC, uno de cuyos líderes viajó en 1971 al cuartel general de la CIA a pedir más dinero, pues ya se les habían acabado las partidas entregadas unos meses antes.
De ese modo, las acciones de la CIA en nuestro país han sido dramáticas, especialmente por su costo en vidas humanas, el atropello a los derechos humanos y la destrucción del sistema político que significó el golpe militar de 1973.
Sin subestimar que, desde un escritorio a miles de millas de distancia, en Washington, el presidente Richard Nixon y su secretario de estado, Henry Kissinger, protagonista del Golpe de Estado de 1973, producido en Chile, se mantenían informado por radio y televisión con mucha exactitud de los movimientos golpistas, como fue el traslado de los aviones Hawker Hunter a Concepción varios días antes del 11 de septiembre, la constitución del grupo de 15 generales y almirantes que planificó la operación y el día exacto de la invasión de las fuerzas armadas al Palacio de la Moneda de Chile; para derrocar un gobierno democrático y establecer una dictadura militar. Aún vigente y amparada en la Constitución Política de 1980.
En conclusión, ¿Quién financió el golpe de Estado en Chile? El gobierno de Estados Unidos, dirigido por el presidente Richard Nixon y su secretario de Estado Henry Kissinger, quienes influyeron decisivamente en grupos opositores a Allende, financiando y apoyando activamente la realización del golpe de Estado. Sin subestimar que la CIA y sus agentes encubiertos continúan operando en Chile y otros países de América del Sur, Centroamérica y el Caribe. Mensaje: La historia republicana de Chile detenida en el tiempo 1973-1990 debe actualizarse y ser obligatoria en la educación básica y en la educación media.
Creada en 1947, la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, por sus siglas en inglés) comenzó a operar de inmediato y con una considerable influencia política en todo el mundo, incluyendo a Chile, como lo evidencian documentos desclasificados fechados en 1948, y que a partir del año 1950, la estación (oficina) de la CIA en Santiago operaba completamente y que su interés primario era el Partido Comunista (PC). En la década entre 1963 y 1973, fue extensa y continuada. La CIA gastó tres millones de dólares como esfuerzo para influir en el resultado de las elecciones presidenciales chilenas de 1964. Ocho millones de dólares fueron gastados, secretamente, en los tres años entre 1970 y el golpe militar en septiembre 1973, con más.