Autor: Elisa Cárdenas Ortega
Elizabeth Burmann Littin y su laboratorio de lo diverso
Elizabeth Burmann Lillin y su laboratorio de lo diverso Titulada en minúsculas, (mareas)), entre el 02 de agosto y el 13 de septiembre, en la Sala Gráfica de la Galería Patricia Ready, es una lúdica invitación a sumergirse en los océanos, con una actitud atenta y comprometida.
Por Elisa Cárdenas Ortega Corno Corno parte de sus estudios de posgrado en Estados Unidos, Unidos, la artista visual chilena Elizabeth Burmann Littin emprendió una investigación que contemplaba la convivencia convivencia en su taller con dos cangrejos decoradores, desplazándose desplazándose en un acuario. Se les llama “decoradores” porque, como una manera de pasar desapercibidos ante eventuales peligros, estos crustáceos suelen camuflarse cubriéndose con lo que encuentren: restos de comida o basura, algas o incluso otras criaturas. La acción acción tan humana de vestirse y ornamentar es uno de los pequeños detalles que ha aportado grandes determinaciones al corpus de su obra. Prácticas como las que ejecutan los cangrejos decorativos traducen sus preocupaciones, llevadas al campo del arte, como es la relación entre Naturaleza y producción cultural. Formada en la Universidad Católica de Chile, es también Magíster Magíster en Escultura del Rhode Island School of Design. Ha venido desarrollando desarrollando su proyecto artístico-investigativo en torno al entorno natural, la cultura y los cuerpos animados e inanimados. Interesada Interesada en estudios como la biología, la geología y la mineralogía, esta joven talento basa su práctica en la recolección y la posterior combinación de elementos para articular escenas posibles. Su próxima exposición “mareas” (en minúsculas), puede leerse como una alegoría del mundo subacuático.
Para la elaboración de esta atmósfera, compuesta de vitrales y esculturas flotantes, a muro y a ras de piso utilizó, entre muchos otros elementos, los materiales que han acompañado buena parte de su trayectoria: el vidrio y el metal. Pero lejos de relevarlos en sus formas tradicionales tradicionales o más visibles, acude a sus orígenes: el vidrio como material compuesto principalmente de arena, y el metal como elemento generado en minerales rocosos. A ambos, ya en avanzada etapa de elaboración, solemos percibirlos al interior de la cultura como materiales industriales, ya sea en objetos, utensilios y cosas que se nos hacen imprescindibles en los espacios que habitamos. Como en muestras anteriores, aquí las formas de vidrio y metal que Burmann ha trabajado artesanalmente, conviven con múltiples múltiples otros elementos que colecciona en el día a día.
Suele, por ejemplo, guardar las cáscaras de la fruta y ser testigo de su proceso de descomposición; residuos de todo tipo, hasta polvo, conforman parte del inventario que, llegado el momento, constituye y da sentido a sus instalaciones. «Agua Malva» sta instaació) ujero ih na, coLr netaL Pequeños mundos Seguirle el hilo a las cosas que no están en nuestra primera capa de percepción y observación diaria se ha convertido en su obsesión. Observa sus ciclos, conoce su estado de deterioro y sus conductas metabólicas. Es el desafío de desaprender, desmantelando desmantelando la jerarquía hegemónica de los elementos que componen componen nuestro mundo y, a su vez, constatando nuestra condición humana como parte de una cadena. Al respecto, comenta: “Esta exhibición, como la marea, trae a la superficie imágenes sumergidas. sumergidas.
Propone una disolución con el ambiente, en un recorrido que invita a detenerse e imaginar relaciones desde procesos ignorados, como los ensamblajes materiales que surgen desde el detrito y la descomposición”. Bajo el mar, los moluscos y criaturas que constan constan de conchas en general son grandes filtradores de agua. En su recorrido van captando microrganismos, algas, pero también basura o plástico. Estos invertebrados a cargo de la purificación de su medio, llegan a esa etapa pasando por su propia exposición a distintos tipos de toxinas.
En un planeta donde los residuos forman parte inevitable del ecosistema, Elizabeth Burmann plantea, plantea, a través de la construcción poética de pequeños mundos, una ecología crítica que (si bien contiene) va más allá de la denuncia ante la catástrofe medioambiental que vivimos. Su pulsión artística va por comprender las materialidades y cuerpos cuerpos con que coexistimos, y no separar esas dimensiones de la vida diaria y de las prácticas, espacios, saberes que conforman nuestra cultura. En su construcción de mundos aplica mucha intuición, se desprende de las predisposiciones y defensas, se vuelve porosa sensorialmente, y así es cómo los materiales se manifiestan, se combinan, se emparentan casi en forma espontánea.
Darle vida a minerales como el granito orbicular (orbiculita), el metal, el vidrio; trabajarlos en su esencia, ponerlos a dialogar con microorganismos, con materias inanimadas de la más diversa procedencia y con los restos que nos acompañan en el cotidiano.
Esa es, a grandes rasgos, la actividad que ejecuta Elizabeth Burmann Burmann en sus instalaciones; en búsqueda tal vez de una belleza proftinda en un planeta acongojado. l Orbiculita y aglomerón, «Los Pilares, los Cimientos y el Firmamento» MAC, 2017 Fotoqrafía Matthew Neary (tarnbc mageri oLa The pioinised a,d., de Giuselipe Licari). Elizabeth Burmann Littin y su laboratorio de lo diverso.
Darle vida a minerales como el grafito, el metal, el vidrio; trabajarlos en su esencia, ponerlos a dialogar con microorganismos, con materias inanimadas de la más diversa procedencia y con los restos que nos acompañan en el cotidiano. Esa es, a grandes rasgos, la actividad que ejecuta Elizabeth Burmann en sus instalaciones; en búsqueda tal vez de una belleza profunda en un planeta acongojado, hábitat de una cultura que parece perder el sentido. Elizabeth Burmann Littin y su laboratorio de lo diverso.