Las Humanidades y nuestro mundo
Las Humanidades y nuestro mundo La opinión manifestada en una entrevista por el economista Sebastián Edwards acerca de cerrar por 10 años las Becas Chile a las Humanidades ha suscitado un gran interés en torno al rol que cumple esta área del conocimiento, tan despreciada en las últimas décadas. En lo que a becas se refiere, es comprensible la necesidad de optimizar los siempre escasos recursos y orientarlos a aquellos sectores o disciplinas que puedan retribuir adecuadamente al país.
También es cierto que en algunas áreas de las Humanidades abundan estudios cuyos autores (as) intentan explicar pseudoproblemas haciendo un titánico esfuerzo por emplear lenguajes ininteligibles colmados de neologismos, quién sabe si para disfrazar como brillantes reflexiones que no lo son tanto. Sin embargo, no podemos meter a todos en el mismo saco ni hacer pagar a justos por pecadores. Muchas investigaciones y creaciones del ámbito de las Humanidades pueden parecer "inútiles" porque no contribuyen a hacer crecer el PIB.
Pero vistas las cosas con mayor profundidad, el carácter de "útil" no siempre es un factor medible y no hay duda de que el aporte en tales casos transita por otros carriles. ¿Cuán iluminador es releer a "Funes el Memorioso" de Jorge Luis Borges al momento de reflexionar acerca de la memoria humana y su vinculación con la propia identidad? ¿ O revisar los escritos de Juan Gómez Millas para debatir en torno al rol de la universidad en el mundo contemporáneo? ¿ Quizás examinar la degradación de la política actual a la luz de las ideas de Polibio? ¿ Y recurrir al historiador Mario Góngora a la hora de pensar en el Estado de Chile? Es del todo razonable que los economistas calculen costos y utilidades en relación con el financiamiento de becas para Humanidades y de su mercado laboral.
Pero, ¿cómo van a calcular las pérdidas en pensamiento crítico que significaría dejar de apoyar programas de estudios en Humanidades? ¿ O las pérdidas en preguntas que atañen a aspectos éticos asociados a nuevas tecnologías y a ciertas investigaciones científicas? ¿ En creatividad? ¿ Cómo medir los efectos de menospreciar la filosofía, la historia, la literatura, el arte? Vivimos en un mundo en el que la contaminación ha alcanzado niveles críticos en diferentes planos, desde el incremento de gases nocivos en el aire hasta la presencia de microplásticos en los alimentos que consumimos. Vivimos en un mundo en que a las condiciones de sequía de algunas áreas y de brutales inundaciones de otras se suman la deforestación, el derretimiento de masas de glaciares y un largo etcétera. Pero también es un mundo de polarización política, de degradación del principio de autoridad, de altos niveles de violencia, de crecientes síntomas de anomia. Un mundo en el que hay regiones en las que las tasas de personas que viven solas han aumentado, mientras que las de natalidad han caído tan dramáticamente que pronto serán sociedades envejecidas.
Es también un mundo en que los niños pasan varias horas al día frente a una pantalla consumiendo contenidos que muchas veces son inadecuados para su edad y que poco o nada contribuyen a su desarrollo cognitivo y emocional.
Un mundo en que las selfies y los likes parecen ser la razón de ser de muchos adolescentes, y que a ratos pareciera que viven más en un mundo virtual que en el real, como la peor de las pesadillas representadas en la brillante serie Black Mirror.
Un mundo en que con todo lo bueno que puede significar para nuestras vidas el desarrollo de la inteligencia artificial (AI), también puede que contribuya a exacerbar la estupidez natural de nuestra especie (EN). Efectivamente, en el mundo en que estamos viviendo se requiere, como señala el profesor Edwards, de mucha ingeniería aplicada. Pero también de "química aplicada", "biología aplicada", "física aplicada" y de entrecruzamientos disciplinares. Sin embargo, estoy convencida de que, más que nunca, se requiere de las Humanidades. Al respecto, recuerdo una de mis primeras clases en el Instituto de Historia de la Universidad Católica, en la que un profesor nos preguntó para qué servía la historia. Nos quedamos todos callados esperando el mejor de los argumentos. Y llegó, pero no era lo que suponíamos. Él simplemente respondió: "para nada, solo para hacernos más humanos". Cada día que pasa, esa respuesta me hace más sentido.
Las Humanidades y nuestro mundo "... cómo van a calcular las pérdidas en pensamiento crítico que significaría dejar de apoyar programas de estudios en Humanidades? ¿ O las pérdidas en preguntas que atañen a aspectos éticos asociados a nuevas tecnologías y a ciertas investigaciones científicas?... ". JACQUELINE DUSSAILLANT CHRISTIE Doctora en Historia, investigadora Faro UDD.