Editorial: Informalidad laboral: un buen ejemplo
Editorial: Informalidad laboral: un buen ejemplo Una señal inequívoca del deterioro económico, y particularmente del mercado laboral, es el rápido crecimiento de la informalidad laboral, un fenómeno característico de las economías subdesarrolladas y que genera variados costos para la sociedad. La región de Ñuble no es ajena a esta realidad. Muy por el contrario, sus cifras la ubican por sobre el promedio nacional, revelando una fragilidad estructural del mercado laboral que ya no puede ser ignorada. La informalidad laboral es más que una estadística preocupante. Es un síntoma claro del deterioro económico y de la incapacidad del sistema para ofrecer empleos dignos y con protección social. A nivel nacional, casi 2,5 millones de personas -el 27% de la fuerza laboraltrabajan en condiciones informales.
En Ñuble, el 34,3% de los ocupados no tienen acceso a derechos básicos como la seguridad social, las cotizaciones previsionales o el seguro de cesantía. ¿Quiénes son los más golpeados por esta realidad? Los extremos del mercado laboral: los más jóvenes y los más viejos. En Ñuble, más de la mitad de los jóvenes de entre 15 y 19 años trabaja en la informalidad.
Entre los mayores de 70 años, la cifra supera el 60%. Dos caras de una misma moneda: jóvenes con baja escolaridad, escasa experiencia y dificultades para ingresar a un economía regional que desde 2019 viene perdiendo dinamismo y no logra generar empleos de calidad. A esto se suma la rigidez normativa, la precariedad de ciertos sectores productivos, la permisividad frente a actividades ilegales y un fenómeno migratorio que, sin políticas de integración adecuadas, ha alimentado también la informalidad. En el caso de trabajadores venezolanos, por ejemplo, la informalidad pasó de 20% a 34% en poco tiempo. El caso del sector construcción en Ñuble ilustra bien el drama. Mientras 14.400 personas trabajan formalmente, otras 10.700 lo hacen al margen de la legislación laboral. Frente a esta realidad, la alianza entre la Cámara Chilena de la Construcción Ñuble y la Dirección de Desarrollo Económico de la Municipalidad de Chillán representa una pequeña luz en medio de un panorama sombrío. El programa de formación para contratistas -que ya va en su segunda versiónofrece herramientas concretas para transitar desde la informalidad a la formalidad, abarcando desde la gestión empresarial hasta la prevención de riesgos.
Iniciativas como esta, de colaboración público-privada, deben ser valoradas, replicadas y extendidas a otros sectores, especialmente a la agricultura, donde la informalidad bordea el 40%. Si no enfrentamos la informalidad con políticas activas, programas de apoyo y mayor fiscalización, el costo social será cada vez mayor.
La informalidad no solo debilita la economía regional, también profundiza la desigualdad y condena en Ñuble a 79 mil personas a una vida laboral sin ninguna red de protección. mercado laboral formal cada vez más exigente; y adultos mayores que por necesidad siguen activos en ocupaciones informales. El aumento de la precariedad laboral no es casual ni producto de una sola causa. Es el reflejo de una. El caso del sector construcción ilustra bien el drama. Mientras 14.400 personas trabajan formalmente, otras 10.700 lo hacen de forma precaria. Frente a esta realidad, la alianza entre la Cámara Chilena de la Construcción y la Municipalidad de Chillán es una pequeña luz en medio del panorama sombrío.
El programa que ofrece herramientas concretas para transitar desde la informalidad a la formalidad es una positiva iniciativa que ojalá se extienda a otros sectores, especialmente a la agricultura, donde la informalidad bordea el 40%. EDITORIAL