Autor: JUAN IGNACIO BRITO
Columnas de Opinión: Catón del Sur Global
Columnas de Opinión: Catón del Sur Global NÓ I N I P O sidente y el Frente Amplio han debido bajar del pedestal desde el que, por años, predicaron a todos los chilenos y, en especial, a la casta política. Las derrotas electorales, los escándalos, la ineficiencia crónica, los traspiés y la pérdida de popularidad han enseñado una lección de humildad a los iluminados de ayer, al menos en asuntos domésticos. No ocurre lo mismo en política exterior. Esta es dirigida por el mandatario desde un púlpito, al viejo estilo de un tribuno moralista que censura a los malos y se reconoce entre los justos. Todo parte, al parecer, de una confusión. La Constitución le entrega al mandatario el encargo de “conducir las relaciones políticas con las potencias extranjeras y organismos internacionales”. Esto ha sido interpretado por Boric como una tarea personal, no de Estado. El Presidente de la República goza de una cualidad singular en el entramado institucional, pues es la única autoridad elegida por todos. Es lógico, entonces, que lidere las relaciones internacionales del país, en el entendido que en ellas representa a la nación en su conjunto y que su figura encarna la voluntad soberana de la ciudadanía. Por eso es el personaje ideal para promover el interés nacional. Con Sebastián Piñera y, especialmente, Michelle Bachelet ya existieron rasgos claros de personalismo en la conducción de la política exterior. Boric ha exacerbado esta actitud. Una parte relevante de su política exterior se explica más por sus apetencias individuales que por la promoción del interés nacional. Es cierto que ha debido resignar sus gustos en algunas oportunidades, como hizo, por ejemplo, al ratificar el TPP, pero estas son excepciones, no tendencias.
Al revés, desde el primer día Boric dio muestras de que considera las relaciones exteriores como un coto privado en el que priman sus gustos y estados de ánimo: el nombramiento de embajad o r e s y a u t o r i d a d e s e n l a Cancillería, las críticas destempladas al rey de España, la actitud infantil de no recibir al embajador israelí que había sido convocado a La Moneda, las malas relaciones con los mandatarios de Perú y Argentina, la celebración de la Cumbre “Democracia siempre” con líderes de izquierda, el papelón con John Kerry, y la hemorragia de moralismo que se d e s p r e n d e d e múltiples posteos en redes sociales y discursos. En cada una de esas ocasiones, Gabriel Boric pareció representarse más a sí mismo que al país que encabeza y sus intereses. El último destinatario de s u m o r a l i n a e s D o n a l d Trump. Resulta obvio que a Boric el gobierno norteamericano le provoca un escozor agudo, al punto que desairó al secretario de Estad o c u a n d o este lo llamó por teléfono. Muchos han advertido que esta obsesión pone en riesgo los vínculos con Washington. Pero, hasta ahora, Trump parece no haberse enterado de que acá abajo en el sur tiene un crítico implacable. O quizás sabe, pero juzga que Boric no está a su nivel y no se ha molestado en replicarle. Como si se tratara de un adulto que pretende educar a un adolescente, Trump opta por la indiferencia para lidiar con el Catón del Sur Global.
Cabe la posibilidad también de que Boric pretenda usar la política exterior como una herramienta para mostrarles a sus adeptos que sigue siendo el de siempre y que no ha renunciado al antiimperialismo, la causa palestina ni la altura moral.
De ser así, eso solo ratificaría que el presidente no entiende la política exterior como lo que es, un medio para la defensa del interés nacional, y que, más bien, la considera un instrumento para su promoción personal, como una versión treintañera del extinto “Pepe” Mujica para la izquierda latinoamericana. n Hay hábitos que no mueren. Queda meridianamente claro al observar la manera en que se maneja el Presidente Gabriel Boric al dirigir la política exterior. A nivel interno, el Pre-. UNA PARTE RELEVANTE DE SU POLÍTICA EXTERIOR SE EXPLICA MÁS POR SUS APETENCIAS INDIVIDUALES QUE POR LA PROMOCIÓN DEL INTERÉS NACIONAL. ES CIERTO QUE (BORIC) HA DEBIDO RESIGNAR SUS GUSTOS EN ALGUNAS OPORTUNIDADES, COMO HIZO, POR EJEMPLO, AL RATIFICAR EL TPP, PERO ESTAS SON EXCEPCIONES, NO TENDENCIAS.