Autor: Lady Gaga Harlequin
COMENTARIO DE DISCOS
COMENTARIO DE DISCOS Por Marcelo ContrerasLa primera canción en 16 años de The Cure, recurre a una estructura que empezaron a desarrollar en el corte homónimo de Pornography (1982), consistente en cocinar a fuego lento la sección instrumental por capas, hasta la irrupción de la voz en forma tardía.
Lo repitieron en Pushde A head on the door (1985) y luego en Kiss de Kiss me, kiss me, kiss me (1987), hasta alcanzar la perfección con Plainsong de Disintegration (1989). Alone, el adelanto de Songs of a lost world, el esperado álbum con fecha de estreno para el próximo 1 de noviembre, se hermana en particular con aquella última pieza. Los sintetizadores y la batería son los andamios centrales, el bajo de Simon Gallup serpentea con la pastosidad característica (aunque menos melódico en esta pasada), mientras arreglos de teclados y guitarra decoran aleatoriamente. “Las esperanzas y los sueños se han ido” canta Robert Smith, con la garganta intacta alos 65 años. Sila canción efectivamente traza la dirección del nuevo disco, los fans se pueden sobar las manos. La sensación de vacío que deja este décimo título dela banda británica, sinónimo desu vocalista Chris Martin, es sobrecogedora. Si la intención fuera esa dejar helado y estupefacto al oyente-, hablaríamos de un triunfo creativo y artístico. Pero no es el caso.
Moon music resulta pretencioso apenas despuntan los primeros segundos del corteinicial, con sus aspiraciones orquestales y cósmicas, para caer de inmediato en una dinámica donde lo importante -en el siguiente ordenes a) la voz en primer plano b) esbozos de canciones engolosinadas en atmósferas, y la imposición del in crescendo como garantía de liturgia y comunión c) la erradicación definitiva de cualquier atisbo rockero. Más que canciones, lo que se impone en el disco es una seguidilla de fórmulas líricas y musicales reiterativas en el cuarteto inglés, con letras en clave de autoayuda sobre soledad y luego esperanza.
Si todo continúa acorde a los planes de la banda, restan un par de álbumes para que Coldplay cierre su discografía, y se consagre únicamente a sus giras apoteósicas diseñadas como un espectáculo de Disney en el hielo.
Este álbum, presentado como un complemento a la segunda parte de The Joker, con Lady Gaga en el rol de la psiquiatra Harleen Quinzel, resulta extraño en tanto no se trata de la banda sonora del film, a cargo de la compositora islandesa Hildur Guónadóttir, sino más bien una especie de ejercicio de la artista. Compenetrada intensamente con el papel de la especialista en salud mental que se enamora de su paciente antisocial y narcisista, Gaga grabó este puñado de canciones como si fuera Quinzel. El material es súper clásico, composiciones eternas que reflejan la cultura estadounidense. Son canciones tipo Broadway archiconocidas como Good morning (1939) de Judy Garland y Mickey Rooney o When the saints, con título abreviado del original When thesaints go marching in, popularizado por Louis Armstrong. Acá reitera su pasión y despliegue con aquellas músicas populares, pero también se extraña mayor temperamento y explosividad. Demasiado orden y formalidad para una trama de locura y malévola química..