Breve examen a los bienes del patrimonio que ya no estan
A las pantallas tuvieron que migrar este año las visitas a las más diversas instituciones históricas y alas más admiradas piezas de los museos; también virtuales debieron ser los recorridos por emblemáticos inmuebles de la zona, como la Corte de Apelaciones, el edificio de la Armada, la antigua Aduana, el Palacio Presidencial del Cerro Castillo, y nadie se pudo aglomerar en torno a los viejos trenes o a los antiquísimos primeros carros del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso. Esos bienes, edificios o monumentos podrán volver a admirarse presencialmente, si todo sale bien, en el próximo Día del Patrimonio Cultural.
Pero hay otros que ya no es posible visitar porque desaparecieron a merced de terremotos o de la “picota del progreso” y sólo existen en las imágenes que atesoran historiadores, investigadores históricos, gente del mundo de la cultura, coleccionistas.
Un breve sondeo con cinco de ellos nos permitió elaborar una suerte de ranking con los principales bienes patrimoniales materiales e inmateriales locales que desaparecieron sin más y cuya conservación, seguramente, desataría hoy una batalla en los tribunales.
Pero algunos se libraron porque hubo quienes los defendieron denodadamente, como el edificio de la Biblioteca Pública Santiago Severín de Valparaíso, cuyo destino habría sido la segura demolición tras el terremoto de 1985, de no haber mediado la férrea oposición y activismo patrimonial del arquitecto Alberto Sagre, que movió cielo, mar y tierra para impedirlo.
Y el edificio Cousiño, hoy Centro de Extensión de DuocUC de esta ciudad, por cuyo abandono y deterioro llegó a ser conocido como “La Ratonera” y cuya recuperación logró -también contra viento y marea, incluidos los daños del terremoto de 2010 el actual intendente Jorge Martínez, cuando dirigía esa institución educacional en la región.
EL TEATRO VALPARAÍSO En este ejercicio acerca de la memoria del patrimonio que ya no está participaron el doctor en Historia y director del departamento del ramo en la Universidad Adolfo Ibáñez, Rodrigo Moreno; el periodista, escritor e investigador histórico, Julio Hurtado; el presidente de la Corporación Cultural de Viña del Mar, Luis Bork; el investigador independiente sobre historia urbana y escritor, Samuel León, y el investigador urbano y también coleccionista de fotos antiguas, Mauricio Larco.
Con tres votos cada uno, empataron en el primer lugar el Teatro Valparaíso -frente a la Plaza Victoria, donde ahora hay una multitienda y el balneario de Recreo, que tenía entre otras cosas una enorme piscina de agua de mar y un patio sevillano, y que sucumbió por la ampliación de la avenida España. “Fue parte de un notable conjunto construido a fines de los años 30 ubicado entre las calles Edwards y Lira. Grupo de obras en la tendencia del Movimiento Moderno de la arquitectura, inspirado en Le Corbusier y en la Bauhaus alemana. Tenía en su frontis un hermoso vitral de gran tamaño”, dice Julio Hurtado a propósito del teatro. “Era un joya de la arquitectura Art Déco. Funcionó a muy mal traer hasta 1998 y fue demolido para dar paso a un edificio de multitienda”, agrega Rodrigo Moreno. Y Mauricio Larco: “Fue un hermoso recinto, formaba un vistoso conjunto arquitectónico con sus vecinos. Obra del arquitecto Alfredo Vargas Stoller, poseía bellos acabados, incluyendo murales que representaban la historia de la humanidad. Una gran pérdida.
En 1995 pasó a ser una discoteque y su demolición ocurrió en 1998, irónicamente, cuando Valparaíso postulaba a Patrimonio de la Humanidad”. Respecto del balneario, Larco lo considera una de las pérdidas más innecesarias de Viña del Mar. “Con la ampliación de la Avenida España en los '80, se creyó indispensable su demolición.
Llegó a poseer una elegante terraza de concreto armado como salón de bailes, un patio andaluz con el fin de desarrollar banquetes y celebraciones al aire libre, un edificio destinado a restaurante y hasta un casino provisorio en 1928. La parte baja fue destinada a cabinas de baño.
Muchos aún lo añoran”. “La piscina - balneario de Recreo fue un patrimonio de Viña del Mar que se perdió a raíz de la mencionada obra vial, complementa Rodrigo Moreno sobre este perdido complejo playero que también menciona Luis Bork en su lista. Terremotos, incendios, proyectos inmobiliarios y obras públicas han borrado del mapa a emblemáticos edificios e instalaciones de nuestra zona que confirieron identidad a muchas generaciones. Desde la Casa de Botes hasta las grandes piscinas figuran entre ellos. BROWN-CARVALLO Y CASTILLO SAN JORGE “Fue un icono del centro de Valparaíso.
Proyectado por el arquitecto portugués Alfredo Azancot Levi, con antelación al terremoto de 1906, mantuvo su imagen incólume hasta los terremotos de 1965 y 1971”, explica Samuel León con respecto al edificio Brown-Carvallo, que tiene dos votos, el suyo y el de Rodrigo Moreno.
“El edificio ocupaba la superficie que hoy día tiene la plaza dura que está delante de la Intendencia Regional y se caracterizaba por su esbeltez en el ángulo que formaban sus fachadas laterales sobre las calles O “Higgins y Blanco sur, apuntando hacia el nacimiento de la Avda. Brasil. Tenía cuatro pisos más un nivel de mansardas y remataba con un torreón con un bulbo en la parte superior”, agrega el escritor e investigador independiente de historia urbana.
Para Rodrigo Moreno, el Brown-Carvallo “fue posiblemente una delas construcciones más bellas de la ciudad, que lamentablemente terminó de ser demolido en la década de 1970”. Con las mismas preferencias figura el mítico Castillo San Jorge, que se emplazaba en lo alto del Cerro Castillo de Viña del Mar. “Una casona patrimonial monumental que estaba sobre lo que hoy es el edificio del club Árabe. Una postal de Viña del Mar, construido por el gran arquitecto Josué Smith Solar y que lamentablemente fue demolido para dar paso a un edificio de departamentos. Este castillo, junto al palacio presidencial y al castillo Brunet, luego Yarur, conformaban un conjunto que fue mutilado innecesariamente”, laLA PISCINA, EL QUIOSCO Y EL PITO DE LA CRAV Patrimonio viñamarino hay mucho para recordar. Partiendo por la piscina de 8 Norte, “una gran obra de la ciudad que además estaba en sintonía con el Casino de Viña del Mar, ambas encargadas en 1928”, señala Rodrigo Moreno. “Fue un epicentro turístico y deportivo, pero lamentablemente quedó dañado en 1965 y años más tarde fue demolido.
Si se hubiese conservado habría sido un gran aporte al borde costero”. Julio Hurtado incorpora riquezas culturales tangibles e intangibles, como el Ritz, “quiosco situado en Quinta con Calle Valparaiso, donde su diestro propietario, en un reducido espacio, hacía uno hot dogs maravillosos, por cierto con salchichas Otto Stark, otro perdido patrimonio gastronómico”, y la biblioteca de la desaparecida Escuela O'Higgins, Quillota con Valparaíso, “pequeño edificio con varios pisos con estanterías, unidos por hermosas escalas de caracol de fierro forjado”. Incluye también el coche de las Hermanitas de los Pobres, “un furgón negro, arrastrado por una pareja de caballos en que la religiosas recogían las limosas para su asilo situado en Cinco Norte y que tenía a un costado una alcancía para recibir limosnas”; el reloj de la Avenida Libertad, “una torre en el bandejón central al término de esa calle, enfrentando el también desaparecido Coliseo Popular”, y los postes centrales de la misma avenida, “estructuras medio barrocas, con dos faroles en su parte superior, que eran solo de latón y estaban expuestas alas continuas embestidas de conductores que perdían el rumbo”. Y por cierto el inolvidable pito de la Refinería de Azúcar, “poderosa sirena que marcaba a las 7 de la mañana el comienzo de la jornada en la fenecida industria y que despertaba, sin piedad, a toda la ciudad”. menta el historiador y académico viñamarino. “Era un icono de las primeras residencias del Cerro Castillo. El año 1970 es el comienzo de su fin, ya que fue rematado todo su mobiliario y artículos interiores. Finalmente, es demolido en 1977”, detalla Mauricio Larco. LA CASA DE BOTES DE VALPARAÍSO Rodrigo Moreno: “Era una emblemática postal de la ciudad en el borde costero, en el antiguo muelle de la Sudamericana. Demolido después del terremoto de 1985. Lamentablemente el argumento se sustentaba en que se ubicaba en el acceso norte del puerto para ingreso de camiones que formaba un cuello de botella. Después se pensó que mejor el puerto”. Mauricio Larco: “Fue construida en 1928 y estaba ubicada casi frente al Pasaje Ross. En ella se forjaron diversos y destacados deportistas del remo, un deporte muy popular en gran parte del siglo XX en nuestra ciudad. En ella se alojaron clubes como el Club de Regatas Valparaíso, Club Alemán, British Rowing Club, Canottieri Italiani y Unión Española de Deportes. Demolida en 1989, fue una gran pérdida para el patrimonio deportivo”. IGLESIA DEL ESPÍRITU SANTO Y CAFÉ RIQUET Esta iglesia la eligen Samuel León y Luis Bork. El primero detalla que estuvo frente a la Plaza Victoria haciendo esquina con calle Molina y que sus últimos vestigios desaparecieron en 1972.
“Originalmente allí se había levantado el templo de San Agustín, en 1844 y once años después su pesada y desproporcionada torre”. “Al no poder financiarse -prosigue Leónlos agustinos solicitaron al Papa (Pío 1X) la disolución del convento y el tutelaje de la sia. En 1872, se crea la nueva Parroquia del Espíritu Santo. En 1880 la transformación del cuerpo de fachada, a cargo del arquitecto Fermín Vivaceta, quien le dio un sello neo-barroco. Fue esta iglesia también muy representativa de la imagen de la ciudad. En 1972 se demolió su cuerpo de naves, bastante dañado por los terremotos de 1906,1965, y 1971”. El Café Riquet también tiene dos preferencias. Fue fundado en 1931 por el alemán Guillermo Spratz, señala Samuel León, y no tardó en convertirse en “un verdadero símbolo de Valparaíso. Pastelería tradicional y salón de té. Fue el punto de encuentro de diversos personajes porteños tanto escritores como gentes de diversas actividades.
Cerró sus puertas en 2007”. También Luis Bork lo rememora, al igual que a los “innumerables bienes patrimoniales tangibles que han desaparecido, por incendios, por ruinas, productos de sismos, por destrucción sistemática de abandono, o simplemente por destrucción para construir proyectos inmobiliarios”. CORAZONES FERROVIARIOS La fascinación ferroviaria de los participantes no tarda en aflorar. El hábitat de Mauricio Larco es Valparaíso y él extraña la Estación Puerto inaugurada en 1937, previa a la modernización. “Está en mi lista por todo lo que significó para la ciudad.
Además de un patrimonio ferroviario e histórico, fue un centro social donde llegaban miles de santiaguinos a pasar el verano, las personas se reunían a jugar ajedrez, damas, dominó o simplemente como lugar de estar para ver el ir y venir de los trenes. Quien la visite hoy verá un mall y patio de comidas”, previene. Julio Hurtado complementa con la torre desde donde se manejaban los cambios de vía en la Estación Puerto.
“A medio demoler hasta el día de hoy, cuando este diario denunció su condición patrimonial, es de la misma tendencia modernista de la Estación, que ha sido sometida a un espantoso maquillaje colorinche”, acusa, en concordancia con Mauricio Larco. Rodrigo Moreno no deja de recordar la Estación de Viña del Mar. “Un clásico de la ciudad que debió haberse conservado, puesto que el edificio era parte integral de la historia de la ciudad. Precisamente la sencillez de sus líneas que rememoraban la historia de una ciudad hija del ferrocarril, podría haber sido hoy un atractivo patrimonial bien conservado”, argumenta.
En su “lista mínima” del patrimonio material e inmaterial perdido, al Convento de Las Carmelitas Descalzas y el abandono de la Iglesia de los Doce Apóstoles, Luis Bork agrega las estaciones de Ferrocarriles de Barón y El Salto. Y Julio Hurtado concluye su lista con “La Serpiente de Oro, la locomotora más poderosa que ha operado en Chile, imponente monstruo ferroviario, General Electric, que arrastraba trenes expresos entre Puerto y Mapocho.
Fue uno de los últimos esfuerzos de renovación de la red ferroviaria a la capital, a fines de los 40 del siglo pasado”. JOYAS PORTEÑAS QUE YA NO ESTÁN El investigador y coleccionista de fotos antiguas incorpora a la suya la Planta Eléctrica El Sauce (1905) en Laguna Verde, “donde aún queda algo de sus restos, luego de continuos saqueos.
Fue un emblema del desarrollo industrial de Valparaíso, merecía que se conservara con toda su infraestructura como un museo”. Igualmente registra el Hospital Alemán del Cerro Alegre, que funcionó entre 1875 y 2010; el Jardín Suizo, fundado en 1891 en el antiguo barrio de Las Zorras por Benjamín Pümpin y la Segunda Comisaría del Barrio La Matriz, donde sesionó en el edificio anterior el Congreso Nacional en 1828. Julio Hurtado suma un desaparecido patrimonio a flote, el remolcador “Poderoso” porque fue “el último vapor que operó en el puerto. Construido en 1911 en Gran Bretaña, dejó de operar en 1988. Quedó abandonado. Sin éxito se intentó rescatarlo como patrimonio porteño.
Llevado a Talcahuano, fue una víctima más del tsunami de 2010”. De Valparaíso, Rodrigo Moreno resiente la iglesia de la Merced que estaba frente a la plaza O “Higgins, “bella edificación que quedó dañada para el terremoto de 1985 y que fue demolida pese a que posteriormente se supo que el edificio podía ser recuperado.
Fue una pérdida irremediable para el Almendral”. También el edificio del antiguo Hotel Palace, “una joya arquitectónica, monumental, que se ubicaba frente a la plazuela Blanco Encalada en la calle Blanco, donde hoy está el edificio Soserval. Tras desaparecer el hotel, la edificación se mantuvo, hasta que se incendió el día del terremoto de 1985.
Fue obra del conocido Esteban Harrington, autor de otros importantes edificios patrimoniales de la ciudad, como el emblemático hotel Reina Victoria en la plaza Sotomayor que aún pervive”. Y el remate doloroso es el Reloj de la Torre del Barón, “una pérdida reciente, vergonzosa, digna de una investigación policial.
Un daño patrimonial a una obra que es Monumento Nacional”. ANTIGUOS TEATROS Y HOTELES Autor de libros como Los Antiguos Hoteles del Puerto de Valparaíso, Valparaíso sobre Rieles y Fotógrafos Anglosajones en la Iconografía de Valparaíso, Samuel León menciona el desaparecido Cine Pacífico, en San Martín NO 50, pleno Barrio Puerto, proyectado por el arquitecto Alfredo Vargas Stoller -mismo del Teatro Valparaíso-, estima que hacia 1938.
Incluye también el Teatro Cine Victoria de la Avenida Pedro Montt, el tercero que llevó el mismo nombre; “que cesó completamente su actividad luego del terremoto de 1971” y que una vez demolido “dio paso a un deslucido edificio de departamentos”. Y el Teatro Rialto, ubicado en la vereda norte de la calle Valparaíso, entre Quinta y la Plaza de Viña del Mar, que “pertenece a la vieja memoria de la ciudad, a una época desaparecida.
En su ubicación actual está el Caracol, a escasos metros del ex Samoiedo”. Incorpora por supuesto el ex Hotel Royal en calle Esmeralda 1031, “uno de los escasos edificios decimonónicos de Valparaíso, con frente a tres calles: Esmeralda, Blanco y una cuadra de Almirante Martínez. Fue el más grande Hotel de Valparaíso. Se construyó sobre los cimientos del ex Hotel de France, en 1897. Su arquitecto: Esteban Orlando Harrington Arellano. Tenía capacidad para 300 pasajeros”. En los bajos funcionaron el Jardín Pümpin, el Café Vienés, Casa Forestier y en la actualidad continúa el Instituto Chileno Norteamericano de Cultura. Y cierra con la antigua Bolsa Comercial de Valparaíso, que se encontraba exactamente donde hoy está el Monumento a Prat y sus hombres. “Proyectado por Juan Berg en 1857, el edificio estaba hecho en madera (caña de Guayaquil y otras) y prestó servicios ala actividad comercial de la época. Después de la Guerra del Pacífico el espacio fue transferido a la Armada para iniciar allí la construcción del Monumento y la cripta donde reposan los restos de los héroes de la Marina. El Monumento fue inaugurado en 1886 y dos años más tarde llegaron los restos de Prat, Serrano y del sargento Juan de Dios Aldea”. Rosa Zamora Cabrera