América y el mundo post-consenso
Stados Unidos enfrenta un período electoral profundamente dividido. Esto es sin duda un problema para la salud de la democracia estadounidense.
Pero las divisiones internas han contribuido también a un orden global cambiante, a medida que el cansancio público con la intervención militar, el aumento del proteccionismo económico y los cambios generacionales en las prioridades políticas se reflejan en la política exterior de EE.UU. El Presidente Biden ha logrado impulsar importantes proyectos de ley, a pesar de las limitaciones impuestas por una tenaz oposición en el Congreso. Lo mismo ocurre en el frente internacional. El bipartidismo, especialmente presente durante la Guerra Fría e inmediatamente posterior, ha sido reemplazado por la polarización. Ahora somos testigos de cambios drásticos en la política exterior: ¿ Construirá EE.UU.
Un muro fronterizo? ¿ Prohibirá la inmigración musulmana? ¿ Seguirá apoyando a la OTAN o se acercará a los dictadores? ¿ Seguirá considerando al hemisferio occidental como su esfera de influencia? Aunque la administración Biden confía más en la diplomacia y la cooperación internacional que su antecesor, en otros ámbitos como China o el comercio internacional ha habido un notable grado de continuidad. Teniendo en cuenta el estado actual de la política estadounidense, tanto aliados como enemigos observan la imprevisibilidad de la política exterior estadounidense, que sólo ha contribuido a un orden mundial que se desmorona. Y, en el mundo post-estadounidense, es América Latina la que más se encuentra a la deriva. Afortunadamente, no todo son malas noticias. En el mediano plazo, América Latina cuenta con muchos de los recursos necesarios para satisfacer las necesidades de la emergente economía global. Brasil y Argentina ayudan a alimentar a China.
El cobre chileno fortalecerá las líneas de transmisión necesarias para alimentar un mundo cada vez más alimentado por baterías; los vehículos eléctricos (VE) necesitarán también toneladas delitio, y los VE de próxima generación dependerán del hidrógeno verde, al igual que las futuras fuentes de energía y calefacción. Pero el sistema global se ve sacudido por fuertes vientos en contra. Como demostró la pandemia, la cooperación internacional y la capacidad de los estados son cruciales para hacer frente a los desafíos internacionales. Los países con estados débiles, como Perú, sufrieron mucho.
En el futuro, el cambio climático, el narcotráfico y la migración requerirán las reglas, la gobernanza y la cooperación que el orden internacional puede ofrecer, Lo mismo puede decirse del desafío de gobernar nueternacionalista, pero aún así, ha profundizado las medidas proteccionistas que alejan aún más a Esvas tecnologías como La tarea de tados Unidos de su rol la inteligencia artifical. 1 tradicional como promo A medida que los paíe tor del libre comercio reses latinoamericanos dependan cada vez poder gional (y global). Las elecciones estamás de los mercados MOFteamericano dounidenses, cualquiera chinos, la capacidad en la esfera que sea su resultado, no países para hacen más que subrayar sistir la presión internacional el grado en que ha camca se pondrá a severaen biado el orden mundial mente a prueba. Algo en el último cuarto de sisimilar ocurre con el CASA”. Glo. Estados Unidos encapital de inversión. China le ha prestado miles de millones a América Latina, especialmente a Brasil, Argentina y Ecuador.
China tiene interés, entonces, en asegurar que se mantenga algún tipo de orden económico global (aunque menos dominado por Estados Unidos). Otros actores de la región, como Rusia e Irán, tienen objetivos mucho más disruptivos, como se puede ver en el interés boliviano por comprar drones iraníes. Este es el contexto en el que las Américas entran en un ciclo electoral especialmente activo. El Salvador, Panamá, México, República Dominicana, Uruguay y Venezuela celebrarán elecciones nacionales en 2024. Sin embargo, son las elecciones presidenciales de EE.UU. Las que determinarán la naturaleza y el tono del sistema internacional. El expresidente Trump considera que los inmigrantes latinoamericanos están “envenenando la sangre” de Estados Unidos, no tiene problemas en entregarle Ucrania a Rusia, y amenaza a los países aliados de la OTAN.
El gobierno de Biden es más intiende que debe recuperar su presencia histórica en la región, y con bombos y platillos lanzó en 2023 la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas (APEP). Pero, al no otorgar a los países miembros un acceso privilegiado al mercado estadounidense, deja en evidencia las limitaciones de la política estadounidense en la región. La tarea de recuperar el poder norteamericano en la esfera internacional comienza en casa. Sin embargo, los problemas que plagan la política estadounidense —rabia, resentimiento, antipatía— son serios y difíciles de solucionar. Mientras los votantes, alimentados por políticas deidentidad, prefieran líderes que se fortalecen subrayando problemas en vez de trabajar para aliviarlos, es difícil prever la recuperación del papel del EE.UU. En la esfera global. Carl Meacham Presidente, Global Americans Robert Funk Vicepresidente, Global Americans