CARTAS: FEUC
FEUC Señor Director: La respuesta de Claudio Alvarado es interesante, además de gentil, y permite precisar algunos puntos. Primero, en efecto, mi carta no pretendía emitir juicio valorativo alguno respecto de la protesta en su especificidad; sólo resaltar que ella no existe en el vacio. Segundo, Alvarado defiende la conceptualización de la protesta como parte de una “cultura de la cancelación”, lo cual la distinguiría de casos anteriores. Creo que es un terreno resbaloso, y la distinción no es clara.
En 1910, estudiantes conservadores de la UC atacaron con piedras y manoplas en la Alameda a liberales que defendían la educación laica; en 1920, un grupo similar quemó la sede de la Fech debido a la oposición de estos últimos a una guerra con Perú; y así desde entonces un sinfín de hechos de violencia, no solo discursiva, por diferencias de opinión. ¿Se trataba, también, de “cancelación”? Creo que no debe confundirse la “cancelación” —entendida como coacción y censura personal— con la protesta, que bien conocemos, por vehemente y criticable que sea.
Lo que, me parece, Alvarado no logra demostrar es en qué sentido el acto en cuestión es sustantivamente diferente de una protesta como han existido millones en la historia de Chile, y por qué una categoría anglosajona lo describiría mejor. Tercero, creo que en una democracia el diálogo racional presupone el conflicto, y lo requiere para mantener su dinamismo, No existen en una relación de suma cero.
Por suerte, pese a las incidencias, la FEUC se distingue históricamente por acompasar esta gran conflictividad con la observancia de todas las culturas políticas respecto de las normas institucionales, así como de un razonable grado de camaradería y debate. Cristóbal Karle Saavedra Sociólogo e investigador social